Dice mi amigo Fernández que resulto incongruente porque
predico un país laico y asisto con agrado a las procesiones de Semana Santa,
escucho La Pasión, y el canto de los Auroros. Puede que tenga razón, por lo
menos yo se la doy, primero porque no tengo ganas de discutir y luego, porque a
lo mejor la tiene.
Creo en la importancia del bagaje cultural aportado por
nuestra larga tradición judeo-cristiana, pero creo al mismo tiempo que ya no
estamos (afortunadamente) en los tiempos en que la Iglesia Católica, basándose
en los superiores conocimientos de sus sacerdotes manejaba a las masas
ignorantes conduciéndolas en la dirección que los poderosos les indicaran, cosa
que también sucedió en Egipto, y durante muchos más años. Los tiempos han
cambiado y las creencias religiosas (para el que decida tenerlas), han de
reducirse al ámbito personal, y a las mismas manifestaciones externas que las
demás asociaciones o corporaciones. Ni más ni menos.
Querer imponer ideas y códigos religiosos al resto de la
población, no es solo absurdo sino anticonstitucional. Estamos en un país
aconfesional y creo que debería avanzarse hacia la laicidad, como muchos países
de nuestro entorno, en defensa precisamente de esa libertad de opinión. Que
cada uno crea en lo que le apetezca. Parece que la vacuidad de las creencias
que solo se sustentan en la fe, hace que los líderes religiosos teman ver
reducida la parroquia si no adoctrinan a los niños y no las imponen a los
mayores.
Hay países de nuestro entorno que llevan su laicidad de la
forma más normal. Los vecinos de cada pueblo acuden el domingo (o el día que
corresponda) a sus iglesias, mezquitas, salones del trono o sinagogas, y el
resto del tiempo se dedican a la pacífica convivencia, sin que sus diferentes
ideas religiosas (o la ausencia de ellas) los separe o enfade. Resulta de mala
educación tratar de imponer (y menos avasallar) con unas ideas que solo son
verdaderas para el que las profesa. Los curas se dedican a lo suyo, las fuerzas
armadas a sus menesteres, y cada mochuelo a su olivo.
No se me alcanza de donde sale el temor a que se quieran
suprimir determinados actos religiosos –las procesiones de Semana Santa, pongo
por caso- propiedad de todos en lo que se refiere a su componente folclórico y
cultural, que tienen, a mi juicio, en mismo derecho a transitar en su momento
por las vía pública -una vez obtenidos los oportunos permisos –, que el Entierro
de la Sardina, El Bando de la Huerta, o los desfiles, de moros y cristianos,
pongo también por caso.
Con que cada uno a lo suyo, respetémonos todos y aquí paz y
después gloria.
Totalmente de acuerdo: Libertad y Respeto
ResponderEliminarSi, Pepica.
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