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martes, 17 de enero de 2023

ASALTO AL CONGRESO Y CRIMENES MACHISTAS

 

Por fin ha abierto sus puertas la cantina del Centro de la Tercera Edad, apelativo pomposo que el decir popular abrevia con el más rotundo de “hogar de los viejos”, nombre más de mi agrado porque pienso que aceptar que uno se ha vuelto viejo, lejos de contener un significado peyorativo no hace sino reconocer una circunstancia que forma parte de una etapa más de la vida, como fue la infancia, la juventud o la madurez. Ser viejo no solo no es un desdoro, sino que constituye una feliz circunstancia de la que no pueden presumir otros/as a los que no les ha sido dado llegar a nuestra venerable edad.

El ágil ayuntamiento de nuestro pueblo ha logrado, después de tres años —incluidos dos de pandemia— poner en marcha de nuevo ese remanso de paz, regentado por buenos profesionales donde reponer fuerzas o tomar un adecuado menú a precios razonables. Allí hemos vuelto con innegable satisfacción, en estas mañanas de una primavera inacabable, los habituales contertulios para hablar de lo divino y de lo humano contentándonos con nuestra buena intención de arreglar el mundo imaginario que desearíamos.

—No te enrolles, Fernández, estate atento a la realidad —dice Juan de la Cirila, un poco crecido después de las declaraciones de la señora Gamarra sobre el asunto de Brasil.

(Juan ha descubierto hace poco el acceso a internet desde el móvil que le han regalado sus nietos por Reyes y sigue con fruición los tuits que ésta prodiga con desenfado y los señala con un dedo admonitorio depositando su teléfono sobre la mesa)

El Cacaseno, que no necesita capote para lanzarse al ruedo, salta enseguida.

—No seas inocente, Juan, esa señora no es más que el buldog que emplea su señorito mientras él se hace el prudente conciliador colocándose la piel de cordero a la espera de dar la dentellada. Mira lo que él ha puesto en un twit al respecto:  No se puede ceder ante los populismos y la radicalidad que intentan socavar el respeto a las instituciones, la democracia y las libertades públicas. Pa mear y no echar gota. Eso se llama nadar y guardar la ropa.

Fernández, conciliador, intenta cambiar el tercio.

—¿Y tú que dices, María?

—Digo que eso es un disparate que sienta un mal precedente, pero a mí, como mujer, y a vosotros como hombres -que todos estamos embarcados en el mismo navío-, debería importarnos el disparate de las muertes de mujeres que llevamos desde principio de año, ¿no, Juan?

—Para eso tenemos una ministra de igualdad, cuya eficacia contra la violencia no veo por ningún lado.

—Hacen lo que pueden, pero no hay forma de controlar a los cafres. Eso no es violencia general eso es violencia machista, no tiene otro nombre y el que lo niegue es un malnacido y un hipócrita. Miedo me da esa gente.

—Pues esa “gente”, como tú dices, tiene votos suficientes para estar en la Cámara y probablemente serán apoyo para la derecha que quiere gobernar.

—Esa es mi pena, Juan, sería un grave retroceso para las mujeres y para otros colectivos a los que les niegan el pan y la sal. Parece que ellos caben en la democracia, pero la democracia no cabe en ellos. El disparate del asalto al Congreso americano, desgraciadamente ya ha empezado a traer cola y el que no condena este reciente de Brasil es como si lo aceptara.

—Y que eso se quede ahí, esperemos que ese ejemplo nocivo no se extienda, concluye Fernández. Pidamos la cuenta y haya paz.

 

martes, 3 de enero de 2023

FELICES PASCUAS Y PROSPERO AÑO NUEVO

 —Maestro, ya se han pasado las fiestas, hemos entrado en el nuevo año. ¿Y te quieres creer que no he notado nada espectacular como sea alguna nueva arruga de las que pueblan mi rostro venerable?

—No me tires de la lengua. Sabes como yo que todas esas efemérides son convenciones necesarias para que la ficción social siga funcionando. Si cuestionáramos su realidad nos llevaríamos tal decepción que habríamos de correr a inventar unas nuevas. Necesitamos el nacimiento en portal de Belén para celebrar el pagano solsticio de invierno; y los belenes inventados por el santo de Asís y traídos a España por Carlos III en 1722 junto con la lotería del día 22, como si estuvieran entre nosotros desde época de Herodes el Grande; y el fin de año fijado aleatoriamente para comernos las uvas que los astutos cultivadores del Vinalopó implantaron hace pocos años como elemento necesario; y el cava (antes champagne) imprescindible en la cena para que la zona del Penedés dé salida a sus excedentes; y que el Papá Noel o Santa o como quiera que se llame, en principio verde hasta que la Coca lo puso de rojo, viene de una lejana tradición norteña remontada a San Nicolás; y que los adminículos rojos de interior con que recibir el año nuevo son fenómenos de márqueting de los ingleses del corte para incrementar sus ventas. De la historia de los Reyes Magos, tan implementada entre nosotros, que solo cita uno de los evangelistas canónicos llamándoles discretamente “magos”, no te digo. ¿Qué padres, por menesterosos que sean no se esfuerzan “para ponerle en enero los reyes a mi chiquilla” como dice el conocido romance?

—Entonces, ¿debemos rechazar esas tradiciones?

—De ninguna manera. Debemos seguirlas en la medida que son beneficiosas para nuestra cohesión de grupo, pero sí me parece que debemos mantenerlas en su justo término, considerando que son eso, tradiciones, la mayoría de ellas alumbradas por el sistema capitalista en el que estamos indefectiblemente inmersos, y no dejarnos arrastrar por ellas como si fueran hechos fehacientes, que es lo que pretenden determinadas instituciones: que las consideremos artículos de fe inmunes a la crítica histórica. Mesura y razón, te recomendaría si mis recomendaciones sirvieran de algo.

—Pero eso es como quitarle el caramelo a un niño.

—Es lo que tiene de decepcionante contemplar la certeza en su verdadera magnitud. Por eso conviene, a veces, dejar un ojo libre para contemplar la realidad.

 

 

 

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