Recién
concluidas las fiestas de moros y cristianos, una amiga madrileña afincada
entre nosotros, compartió tertulia interesándose por la tradición de
esas celebraciones en el municipio. Surgieron los inevitables comentarios sobre
la idoneidad de tales eventos en una época de feroces restricciones para el
pueblo llano, y lo pintoresco que resulta inventar unos moros de bigote al
carboncillo, ropajes suntuosos, brillantes cimitarras de atrezo y puros de gran
calibre, cuando a nuestro alrededor disponemos de los auténticos especímenes
que contemplan esos fastos boquiabiertos desde la discreción de cualquier
esquina que los mimetice.
—Son
tradiciones que constituyen la verdadera esencia y cohesión de los pueblos -apunta
Juan de la Cirila, que es muy de frases hechas.
—Cuidado
con las tradiciones, amigo, que con frecuencia tienen más de leyenda infundada
que autentico poso histórico, dice Fernández. Algunas que nos parecen casi
prehistóricas, no son más que leyendas orquestadas por unos u otros intereses,
hace cuatro días. Pongo por caso nuestra milagrera Virgen de la Fuensanta, que
cualquiera diría nacida con la ciudad de Murcia hace siglos. Pues nada más
lejos de la realidad: como sabes, hasta 1694, la patrona de la ciudad fue la
Virgen de la Arrixaca, una virgen bizantina, sedente y morena como las vírgenes
de arzón, típicas de la reconquista. En una competencia por la traída de
lluvias (el agua para todos, ya ves, estaba presente en las broncas desde antaño),
fue destronada por La Fuensanta, mucho más eficaz en esos menesteres: hizo nevar
y llover a manta. Mira si llegó a tener predicamento La Fuensanta que durante
las guerras napoleónicas fue proclamada Generala de las tropas españolas, según
muestra el fajín que aún ostenta. Es patrona de Murcia desde 1731, pero no sería
coronada como tal hasta 1927 por el luego cardenal Tadeschini. El Pleno del
Ayuntamiento jamás revalidó el nombramiento.
—Hombre,
ya imagino que no vendrá de la época de Abderrahamen, que era musulmán, de
entonces nos habrán quedado los moros y cristianos.
—Pues
no señor, puede que esas fiestas se remonten unos años atrás en otras zonas de
Levante, pero sepas que en Santomera no se iniciaron hasta 1979 y en Murcia
hasta 1983. Muchas de nuestras manifestaciones públicas, a excepción de las
procesiones de Semana Santa, algunas de cuyas cofradías datan del S.XV, son
recientes. Las celebraciones de origen más burgués y laico, como el Bando de la
Huerta y el Entierro de la Sardina, se iniciaron
en 1851. Quizás organizadas por el mismo grupo de jóvenes señoritos que
buscaban jarana, burla de los huertanos y escarnio festivo de las postrimerías.
La Batalla de Flores, trasmutada hoy, por mor de las buenas formas en Desfile
de las Flores, se inició en 1880.
—Pues
entonces, los de Cartagena nos han echado la pata con los Cartagineses y
Romanos, esos sí que vienen de lejos, no me lo negarás, de cuando Asdrúbal y
compañía.
—La
historia de Asdrúbal y su zagal tuerto y juramentoso sí que viene de entonces,
pero las fiestas de Cartagena se celebraron por primera vez en 1990.
—Bueno,
pero el Cristo de Monteagudo, como el del Corcovado, sí que es antiguo, porque
lleva ahí desde que el mundo es mundo.
—Sí,
desde 1926, se lo encargaron a José Planes cuatro años antes y problemas
económicos hicieron que abandonara el proyecto. Acabó realizándose en 1926 por Antonio
Nicolás. Luego lo volaron durante la Guerra Civil, lo reconstruyo en 1951
Nicolás Martínez Ramón y veremos en qué acaba con esto de los símbolos y la
libertad religiosa.
—Pues
visto así, le doy la razón a mis amigos catalanes, que son un pueblo bien
apegado a sus ancestrales tradiciones, porque, tal como me lo has explicado, ¿qué
hay de antiguo en esta región?
—Por
ahora, tu y yo. Los catalanes, merecen capítulo aparte.
—Sea
Mucho tenemos en común españoles y colombianos en esto de las tradiciones: nosotros luego de la conquista y colonización heredamos muchas de esas costumbres, leyendas,mitos y tradiciones religiosas que son parte del mapa cultural.
ResponderEliminarUn abrazo.