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martes, 15 de abril de 2025

EL DÍA DEL MAESTRO

 

Echamos de menos a Fernández en la tertulia mañanera, pensamos en un alifafe pasajero o en algún encargo repentino de alguna de sus hijas. Me dio gusto encontrarlo al día siguiente en el puesto de Jóse del mercado semanal. Los dos somos adictos a los tomates Raf que con una cebollica dulce, unas olivas cornicabras y un buen chorreón de aceite de la almazara del tío José María constituyen un manjar inmejorable.
—Ayer te echamos en falta.
—Era un día nefasto
—Y eso?
—El día del maestro

Caí en la cuenta de que era 27 de noviembre, pero ni idea de que tuviera que ver algo con el magisterio. Fernández, siempre locuaz, no estaba ese día de humor, así es que recurrí al fondo de empatía y le propuse un descanso propiciador en el banco del cercano jardín de ‘los cuarticos’.

Una vez las bolsas en reposo le di pie.

—¿Que tiene de especial el día?

—Me trae malos recuerdos, de tristes épocas pasadas.

—¿Tuyas?

—No, de mi abuelo.

Fernández, una vez que se pone en marcha, aboca. Es cuestión de escucha discreta.

—Era maestro en época republicana, tenía 32 años, en la flor de la vida.

—¿Y?

—Lo movilizaron, se tragó lo peor de la guerra. Por lo poco que supimos de él, sobrevivió a los combates pasando toda suerte de penurias, estuvo en Brunete y en la batalla del Ebro, acabó en la marcha hacia Francia, cautivo y derrotado. Fue a parar al campo de concentración de Argelès-sur Mer, allí, se perdió su pista, la familia no volvió a saber de él. Un compañero sobreviviente trajo las ultimas noticias. Puede que muriera en el campo, o que se quedara en Francia ¿Quién sabe?

—¡Aquella guerra estúpida!

—Fue un disparate en el que todos perdieron. Lo peor fue después. Las familias de los maestros ‘rojos’ fueron condenadas al ostracismo, como si no fueran españoles igual que los demás. Años de represión sanguinaria.

—La faena de los militares es acabar con el enemigo hasta que no quede rastro.

—Sí, pero el enemigo era gente de su mismo país, hermanos, primos, familia, amigos.

—Entonces no se miraron las cosas así. Era Caín contra Abel, hasta el exterminio.

—La desgracia fue que tomaran el poder los militares.

—El problema es que la Republica era un desastre.

—Sí, pero era el gobierno salido de las urnas, un golpe militar nunca es legítimo, y una vez instalado en el poder se acabaron las leyes democráticas. Se podía haber solucionado de otra forma.

—Como siempre, es cuestión de cultura y de información, por eso se dieron tanta prisa en eliminar la tarea de los maestros, aquellas Misiones Pedagógicas...

—Así tuvimos los cuarenta años de ‘paz de los cementerios’, lo que es menester es que tomemos buena nota de ello para que no vuelva a repetirse nunca, que tengamos memoria y no olvidemos la historia. Ya sabes ‘El pueblo que olvida su historia…’

 

Un poco cariacontecidos, recogimos las bolsas del condumio y cada mochuelo a su olivo.

 

 

 

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