Seguidores

martes, 13 de diciembre de 2022

BIBLIOTECAS

  “El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos…” dice la canción de Pablo Milanés que también cantaba con especial dulzura Mercedes Sosa. Una gran verdad que se va haciendo más patente a lo largo de la vida hasta que uno llega a encontrarse en ese venerable y afortunado estado llamado vejez. (Entiéndase lo de “afortunado” en relación y memoria de tantas personas que no han logrado alcanzarlo).

El venerable estado a que me refiero no es sino una etapa más de la vida a la que hemos parcelado como infancia, juventud y madurez obviando el último extremo, la vejez, quizás porque nos acerca al inevitable momento de la muerte —más temida por la forma que por el fondo—, y que ha sido relegada al apartado de las cosas poco gratas. “Vieja la ropa”, añade otro dicho que recomienda no aplicarnos el denostado palabro.

A medida que el tiempo escasea, conviene administrarlo con mayor precaución, de la misma manera que el perdido en el desierto administra con cuidado el agua de su cantimplora. Conviene ir preparando la partida haciendo el ejercicio de desapego a que se refieren los budistas tanto en lo material como en lo afectivo y sentimental, a fin de que la marcha sea lo natural que la vida impone y nos tiene advertidos desde el principio.

“Los duelos con pan son menos” dice también el refrán, y si adjudicamos a “pan” un sentido amplio podremos aprovechar el tiempo de esta última etapa para irnos desprendiendo de lo acumulado a lo largo de las anteriores, de forma que el duelo inevitable para los que nos sucedan resulte lo más tenue posible.

Los libros, esos objetos acumulados con afán de usurero a lo largo de la vida que han dado soporte a teorías, sueños, conocimiento y fantasías, que tanto han contribuido a la estructura de nuestra personalidad, son objetos que han de quedar forzosamente huérfanos y abandonados a la ocasional almoneda cuando el momento llegue. Las “redes” los han convertido en elementos prescindibles o regalo ocasional, fruto de presentaciones evanescentes tras las que se verán relegados al olvido, obsequios navideños o en el mejor de los casos a enterrarse, como tesoros escondidos, en el silencio de las bibliotecas públicas.

Tengo unos miles de libros a los que ha llegado la hora de colocar en hogares que les permitan una vida más longeva de la que puedo proporcionarles. Y como a hijos a los que se busca un nuevo hogar, conviene estudiar minuciosamente su futuro territorio de acogida. Es tema que exige un estudio detenido al que dedico la serenidad de estos últimos tiempos. Hay amigos y amigas que a este, aquel, o unos cuantos de ellos, han de acoger con cariño, otros se encontrarán con el vacío afectivo de los niños no deseados. Para algunos siempre quedará el recurso de la biblioteca cercana, incluso las de países de nuestra habla menos favorecidos por la fortuna. Otros, pocos, tendrán un fin honorable contribuyendo al fuego de la chimenea en los días de invierno, como nos enseñó el inolvidable Pepe Carvalho.

En eso andamos, escudriñando, escogiendo, releyendo algún pasaje que refresca de súbito la memoria donde estuvo muchos años escondido, clasificando con esmero, despidiéndonos de ellos como de cosas muy queridas. Renovándoles el amor que siempre les tuvimos, deseándoles una larga y fructífera vida nueva en la que puede que siga aleteando nuestro espíritu.

 

*

 

4 comentarios:

  1. Tu generosidad es tan grande como tu talento, querido amigo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tú si que eres siempre generoso en tus comentarios. En mi caso, la generosidad viene dictada por el tiempo que todo lo empareja. Un fuerte abrazo.

      Eliminar
  2. En cuanto a la vejez: un estado más de nuestro "desarrollo". Y en cuanto a los libros: ¡Larga vida! Lo de Cancún, amigo viajero de caminos siempre por descubrir, fue un regalo de mis hijos allá, al inicio del siglo con motivo de mi jubilación, esa "serena" etapa más de la vida a la que te refieres y a la que yo al igual que tú desearía "afortunada" para todos.

    ResponderEliminar
  3. Pues fue un viaje aprovechado, de los que dejan rastro en la escritura que es el mejor rastro que podemos dejar. Un abrazo, Juan.

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger... http://programalaesfera.blogspot.com.es/2012/07/el-ventanuco.html?spref=fb