El Hogar del Pensionista ofrecía un aspecto
desangelado. La gente había acudido en masa a la procesión del resucitado, la más
folclórica del pueblo. En ella, para alivio del cuerpo y lenitivo del alma
después de los pasados días de congoja, es tradición regalarse con empanadillas
y otras exquisiteces de bollería, donadas por los generosos cofrades o
adquiridos con cargo al peculio propio. El Cacaseno, renuente a los festejos
religiosos, desmenuzaba la prensa en una mesa apartada cuando llegó Fernández.
—¿Qué?, poniéndote al día de los festejos populares.
—Calla, calla, que estoy ojeando el periódico local y
parece la hoja dominical de la parroquia.
—Pues que quieres, en estas fechas ya se sabe…
—Lo digo por los cantores del himno de la legión y la
señora del diferido con teja y mantilla. Pa mear y no echar gota.
—No me digas que no te parece bien que canten.
—No te quedes conmigo, Fernández, que no soy Juan de
la Cirila.
—Por cierto, Juan estará viendo pasar la procesión y
comiendo empanadillas de guagui, no
como nosotros, aquí más solos que la una. Pero a lo que vamos, ¿qué tiene de
malo que tres ministros del gobierno canten al unísono el bonito y
ejemplarizador himno de la legión? Y no me saques al manquituerto y a Unamuno,
que te veo venir.
—Dirás lo de ejemplarizador de coña porque lo del
‘novio de la muerte’ y memeces por el estilo son dignas de figurar en la
antología del disparate. Me da vergüenza tener unos ministros así. Estamos
volviendo a la cutrez esperpéntica de los tiempos pasados, y lo que es peor,
sin que nadie del gobierno se ruborice, incluida la señora del diferido. Por si
fuera poco, lo defienden como “tradición cultural”. A este paso me veo a
Mariano bajo palio, claro que ya nadie se sorprende de nada. Cada vez más
recortes en políticas sociales y más perras para armamento y zarandajas por el
estilo. Vuelta al pasado, segregación por sexo en los colegios concertados (a
pesar de lo que diga la Constitución), fuera la filosofía, y procesiones
infantiles para asegurarse la parroquia el día de mañana. Y luego hablamos de
adoctrinamiento infantil en Cataluña.
—Pero bueno, ¿no tenemos un estado aconfesional? Pues
el que quiere va a las procesiones o a las iglesias y el que no quiere, no. Como
tú y yo, que estamos aquí tan ricamente desayunando, sin estatuas, desfiles, pífanos
ni atabales. Eso es libertad y democracia.
—Insisto en que me da grima ver a los ministros, especialmente
al de educación, cantando a voz en grito el himno de la legión, ¡vaya ejemplo
para nuestros jóvenes alevines! Y no acabo de entender que pintan los
representantes del orden, alcaldes, concejales, guardia civil o policías
locales desfilando tras los tronos procesionales.
—Pues será para protegerlos de posibles robos o
atentados, mira lo que le pasó a uno de los últimos papas.
—Pues será, pero me sigue dando grima.
Pienso que se trata de "manifestaciones" (tipo ectoplasmas) de "la inmersión franquista" y que tardaran mucho tiempo en pasar, si es que pasan...A mi tambien me dan pero que mucha grima, pero es lo que da la mata.
ResponderEliminarQue lástima, Nicolás. Y pensábamos que esto iba a cambiar...
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