A mi
juicio, tienen razón los independentistas catalanes,
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Cuando
se sienten vejados por un maltrato del gobierno de la nación que no ha atendido
sus reivindicaciones. Es difícil adivinar qué problema hay en que Cataluña sea una
nación cuando Murcia y Valencia son reinos, o Asturias principado. No se me
alcanza que importancia puede tener vivir en un reino, en una nación o en un
imperio.
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Cuando
se quejan de que el asunto independentista ha sido tratado por el gobierno
central a golpe de recursos judiciales, comenzando por el Estatuto y
continuando por la implicación del Tribunal Constitucional, al que han derivado
asuntos que una eficaz negociación política hubiera resuelto.
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Cuando
una consulta, del tipo que fuere (siempre hay posibilidades legales para todo)
hubiera colocado el asunto en sus justos términos, por más que la opción
independentista (siempre presente, con toda normalidad) en Cataluña y en otras
autonomías, nunca se hubiera eliminado. Es una posición política tan respetable
como otras. La mala gestión del gobierno central es culpable que esa reacción
haya llegado a constituir una minoría muy representativa.
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Cuando
se quejan de la estructura elefantiásica del estado.
No
tienen razón
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Cuando
hablan de democracia y parten de la desobediencia a la legalidad. El principio
de que no se han de respetar ‘las leyes injustas’ abre un peligroso abismo en
el que cualquiera puede interpretar la legalidad a su antojo.
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Cuando
hablan en nombre de todos los catalanes, lo que es rigurosamente falso.
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Cuando
siembran el eslogan ‘España nos roba’. Los que verdaderamente los han robado
son los corruptos que se han llevado de Cataluña el dinero a manos llenos,
confundiendo su interés personal con el de la nación, cuyos intereses decían
representar. Recuérdese la expresión de la señora Ferrusola ‘Aixó –refiriéndose a los problemas de
corrupción de su clan- no se li fa a
Catalunya’. ¿Puede haber mayor, ni más perversa, confusión de términos? Es
muy probable que en esta huida hacia adelante haya cierto interés en que esos
asuntos pasen a segundo término y el famoso 3% se olvide como ha estado
olvidado desde que el Sr. Maragall lo destapara en el parlamento catalán, hace
ya mucho tiempo.
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Cuando
se quejan de una mala gestión de la administración catalana, achacándole al
estado central todos los males siendo evidente que las competencias son de la
Generalitat, que ha hecho dejación de sus funciones abducida por el huracán del
proceso soberanista liderado, sorprendentemente, por un partido que nunca se
significó por tales afanes.
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Cuando
este proceso ha logrado abrir una amplia fractura no solamente con el resto de
España sino entre los propios catalanes, llegando a la perversión de que se
asocie no ser independentista con no ser ‘buen’ catalán.
El
resto de españoles también hemos padecido los recortes, la mala gestión de unos
y otros, la prepotencia del partido mayoritario, la ineficacia de la oposición,
la corrupción que ha enfangado hasta las más altas instancias. A diferencia de
los catalanes, no disponemos de enemigo exterior sobre quien polarizar nuestra
ira. La aparición de nuevos partidos es un síntoma palpable de que los grandes
han trabajado tan mal que han permitido el surgimiento de unos por el centro y
otros por la izquierda, que probablemente den al traste para siempre con el
bipartidismo.
¿Tendrá
solución ‘El fecho’ catalán. Creo que todos deseamos que así sea. Si es
posible, dentro de la nación o como quiera que se le llame. Si la mayoría de
catalanes, prefiere constituir un estado propio, asociado o no con España y
Europa (cuyas opiniones también es preciso tener en cuenta), habrá que arbitrar
los mecanismos necesarios para una ‘desconexión’ que no sabemos, a priori,
donde puede conducirnos a unos y otros.
Es mi
modesta opinión.
Tu opinión estés o no de acuerdo con ella siempre es interesante. Saludos Mariano
ResponderEliminarGracias, Pepica, un abrazo.
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