Leo, señor presidente, en un
periódico de mi localidad, el artículo firmado por un conspicuo colaborador,
referido a su visita a nuestra querida
región el día 28 del mes de diciembre del pasado año.
Se plañe, el mencionado escritor,
de la inacción y el tancredismo de que ha hecho usted gala en esta, tan esperada
como bien recibida estancia entre nosotros.
Lamentaría profundamente, desde el
conocimiento que poseo de su exquisita sensibilidad a las críticas, así como de
su proverbial rapidez en rebatirlas, que estas, venidas de nuestra ancestral
generosa tierra, pudieran hacer mella en su vulnerable espíritu.
Dice -y con razón-, el mencionado
escritor, que se le atribuyen a usted “el
manejo de los tiempos de manera espectacular” y “otra serie de gilipolleces que
loan la cobardía la iniciativa de la tortuga que, desde su caparazón, ve el
mundo pasar”, pero yerra cuando no les adjudica a estos calificativos el
salutífero efecto que el tiempo produce sobre los acontecimientos, de tal forma
que lo que hoy nos parece un problema irresoluble, con el paso del tiempo viene
a ser un inconveniente de menor cuantía. Ese es quid de la cuestión, como sabía perfectamente nuestro monarca
Felipe II, cuando dejaba madurar los legajos de las cuestiones urgentes en un
montón a su diestra, hasta que el tiempo, muñidor de todas las cosas, hacia
aconsejable su paso al montón del lado izquierdo donde colocaba los casos ya
resueltos.
¿Qué necesidad ni que prisa hay en
acabar ‘la autopista del bancal’ que lleva así un porrón de años cuando ya nos
hemos acostumbrado a transitar por los hermosos carriles de la huerta para ir
de Santomera a Zeneta sin más inconvenientes que perder unas horas? ¿Qué prisa
nos acucia para ir a tomar el avión a Corvera cuando tenemos a un paso el de
Alicante con una sustanciosa oferta de vuelos difícil de igualar, y para casos
puntuales el de San Javier, que funciona estupendamente y es de los más
rentables de España? El hecho de que este retraso nos cueste a los murcianos (y
murcianas) 20.000 ‘pavos’ diarios, es peccata
minuta para una economía floreciente como la de nuestra región. Y por lo
que se refiere al agua, ¿No dijeron ustedes que había “agua para todos” y
mantuvieron ese original eslogan en la fachada del ayuntamiento durante años?
Ya lloverá, cuando los cielos lo consideren oportuno, y si no, ahí está nuestra
patrona que se ganó su puesto a pulso atrayendo en su momento las escurridizas
nubes en el año 1731, ‘mojandole la oreja’ a la virgen de la Arrixaca, que no
tenía tanta influencia como ella en la gestión celestial de las aguas. De paso,
podíamos encomendarle el asunto del Mar Menor, que también es cosa hidráulica,
y otro muerto pestilente que nos quitamos de encima. Nos queda lo del Ave, pero
eso es cosa de cuatro “mataos” que se empeñan en saber más que los ingenieros
en lo del soterramiento. Que venga como tenga que venir, usted se cuelga las
medallas pertinentes en las elecciones (que falta le van a hacer) y a otra
cosa, mariposa.
Lo dicho señor Presidente,
impasible el ademán, que bastante tenemos con arreglar el desaguisado catalán a
ver si se puede recuperar algo de lo que les han quitado los malvados
naranjitos.
Pies para qué os quiero y hasta la
próxima. ¡Murcia a tope!
Me alegro de volver a leerte, Mariano. Que era mucho lo que ya te echaba de menos. Yo no sé, si como algunos dicen, este señor sabrá manejar bien los tiempos y la inacción. Lo que sí sé es que tú eres un genio de la palabra. Abrazos.
ResponderEliminar