Leo
en la prensa que el Sr. Mendoza, factótum de la UCAM, está llamado a declarar
ante el juez por unas manifestaciones vertidas hace ya tiempo en las que expresaba
que, según su dios -con el que parece tener un trato muy cercano-, consideraba
una abominación el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Y me resulta
chocante que estas manifestaciones sorprendan a nadie, y más que puedan ser
objeto de demanda judicial, conociendo el ideario del Sr. Mendoza y los
mandamientos de su dios. Cada confesión religiosa predica entre sus adeptos
determinadas formas de actuación, anima unas y persigue otras. Eso entra dentro
de la libertad de cada individuo para creer en una religión determinada o en
ninguna. Afortunadamente, la feraz imaginación de los hombres ha inventado
religiones para todos los gustos. Unas consideran pecado la ingesta de chorizos
y de bebidas alcohólicas, otras el consumo de carne de vaca, otras las
transfusiones incluso en peligro de muerte, aquella el trabajo de los sábados…
y todas se consideran la única verdadera. En mi humilde opinión, cada uno es
libre de adoptar la que le parezca más oportuna, siempre que ello no comporte
imponerla a los demás ni vulnerar la libertad de pensamiento que la
Constitución de nuestro país protege. Cada uno con su gusto va bien servido.
Otra
cosa es que el Sr. Mendoza, o cualquier otro pretendan hacernos pasar alguna o
todas las normas de su ideario por verdades universales que todos,
obligatoriamente, debemos acatar. Eso sí que no.
Las
opiniones son libres, no creo que debamos hacerles mayor caso, aunque se
empeñen en mezclar churras con merinas.
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