Debo
felicitarle, señor presidente, por su magnífica actuación en el único debate al
que se ha prestado, dejando claro a los otros opositores –representantes de
‘partidos emergentes’- que no merecen que alterne con ellos. En este, puso
usted toda la carne en el asador, mostrándose a la altura que sus
incondicionales esperamos: educado, serio, responsable, tradicional, contestando
a las añagazas malintencionadas de su contrincante con la fría y eficaz
argumentación de los números, que constituyen una realidad incontrovertible.
Al
mal gusto manifiesto del señor Sánchez, recordándole una y otra vez los casos
de corrupción de su partido, y las chapuzas de la caja B de las que pretenden
hacerlo beneficiario, tuvo la serenidad de tirar tantas pelotas fuera como
resultara necesario, sin descomponer el gesto ni mostrar más irritación que la
humanamente comprensible. Y añadir, con la mayor naturalidad, que ha salvado el
sector bancario que los anteriores dejaron al borde de la bancarrota. ¡Chúpate
esa, Sánchez!
Como
era previsible, el debate se convirtió en un diálogo de sordos en el que los
argumentos se disparaban como pelotas de tenis y eran devueltos con la misma
maña. ‘Y tu más’, ’pues anda que tu’. Ya sabemos que estos debates solo sirven
para eso. ¡Qué razón tiene cuando habla desde detrás de la pantalla de plasma!
Se ahorra usted muchos disgustos y nos los ahorra a sus fieles electores.
Lo
que no estuvo bien por parte del señor Sánchez (que, por cierto, le puso a
usted un cuerpo de ‘señor Rajoy’ que no se podía aguantar) es la manifestación
acerca de su honradez. Hizo usted muy bien en llamarle mezquino y todas las
demás cosas, corto se quedó. El que su tesorero se haya llevado el dinero a
manos llenas, que Rato y el resto de la cuadrilla hayan dejado el país hecho un
solar, que la señora Cospedal nos tome el pelo con los ‘despidos en diferido’,
no es culpa suya, usted no puede estar en todo, bastante tiene con ir poniendo
parches a los desastres heredados de Zapatero, e ir recortando aquí y allá para
que el país siga funcionando y la banca obtenga los beneficios a que tiene
derecho cualquier empresa. El que los pobres sean cada vez más, y más pobres, o
que los dependientes se mueran antes de que les llegue la prestación, es cosa de
ellos, ¡a ver si de eso va a tener usted también la culpa!
Creo
que fue usted el autentico ganador del debate, se le notó más rejuvenecido, a
pesar de las barbas que los disgustos le han blanqueado. No así el pelo que,
afortunadamente conserva el color de sus años mozos, y con ganas de dar todavía
mucha guerra.
Cuente
con sus incondicionales de siempre, con los muchos estómagos agradecidos que a
lo largo de estas legislaturas ha propiciado, y con los no pocos que esperamos
obtener alguna migaja, desprendida de la opulenta mesa de los poderosos, que en
este país son los de siempre, pero más ricos gracias a su audaz política.
Cuente,
como siempre, señor presidente, con su incondicional amigo.
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