Como el día
está lloviznoso, los contertulios hacen un extra y se regalan con un platico de
migas que hace la mujer de Pepito, acompañadas de olivas cornicabras y unos
chatos de vino.
El sólido
almuerzo hace que los ánimos se relajen, el día pinta duro: la señora Mato
dimite antes de que su presencia en el escaño afrente al jefe que afina los
bolillos para no hacer el ridiculo hablando de trasparencias. Al parecer la
dama se comió parte de un jamón sin indagar procedencia; el Papa, en un acto
sin precedentes, corta cabezas de monseñor con puro, otrora reverenciado por
estas tierras; el esperpento de los aviones sigue cabalgando hacia la nada
mientras el Sr. Garre se empeña en buscar soluciones imposibles y decir que
aquí no pasa nada, que los 200 millones son pelufa de caña; el Señor Bernabé,
reciente consejero tras la honorable dimisión de D. Manuel Campos Sánchez,
cambia de opiniones como de camisa, enterrando en el olvido la magnifica
gestión del puerto de Cartagena que hiciera Adrian Ángel Viudes; la desdicha se
cierne sobre el campus universitario donde los estudiantes mueren de forma
misteriosa, como los novicios que se arrojaban por las ventanas en la novela de
Umberto Eco; y las piezas separadas de la Gurtel se mueven como cristales de un
caleidoscopio, salpicando las finanzas obscuras del PP.
—Estoy por
no volver a leer el periódico, dice Mateo.
—Eso hago
yo desde hace años, así no me caliento la cabeza, no trae más que desdichas y
embustes de unos y de otros.
—Pues no
me parece solución, Juan, con ese pasotismo lo que hacemos es dejar las cosas
en manos de quien nos gobierna mal, y así nos va.
—¿Es que
te piensas que alguien nos iba a gobernar mejor? Todos van a los suyo, que es
llenar la capaza.
El
Cacaseno aprovecha:
—Os lo
tengo dicho: Republica democrática.
—Ya
estamos, ¡que tendrá que ver el culo con las témporas! La democracia es una
categoría superior, nada tiene que ver con la forma de gobierno, hay monarquías
democráticas y republicas totalitarias. La forma de gobierno no es ninguna
garantía.
—De
acuerdo, pero no me negareis que el caldo de cultivo que se ha propiciado en
esta región viene por ahí.
—Pues no
lo creo, viene del mucho tiempo que nuestros políticos están instalados en sus
poltronas. Tanto que han acabado creyendo que el coto es suyo cuando solo era
arrendado. Tomar la política como profesión, es mal asunto.
—No te
olvides que fuimos nosotros –y Mateo hace un círculo con la mano, que nos
engloba- quienes los pusimos al frente de la cosa pública. Si ahora tenemos
imputados por delitos de corrupción a dos consejeros del gobierno regional, un delegado del gobierno y el alcalde de la
capital, son lodos que han traído aquellos polvos que metimos en las urnas.
—Dos mil
imputados y otros dos mil sospechosos, añade el Cacaseno por lo bajo
—Hombre, cuando
votamos no podíamos esperar esto.
—Entonces no,
pero después de veinte años, en la región hemos seguido insistiendo.
—Habrá que
esperar.
Los
contertulios, amodorrados por la ingesta, se dispersan en silencio.
Amigos contertulios, si ayer hablábamos de eso tan complejo que es el tiempo, hoy podemos hablar de la zapatilla de cristal que todos quieren probar para que se transparenten unos pies que se encuentran llenos de juanetes. Juanetes que han ido creciendo con sublimes pensamientos, con mucha enjundia, para contrarrestar con mayor barbaridad la que hizo el vecino. Las tumbas de la inmortalidad han llegado a su culmen al comprobar que eso de "... vamos a cambiar para ver lo que sucede...", es bastante peligroso. Las migas se hacen con pan o con harina, mezclar ambos ingredientes es una chapuza. Y cambiar para llegar a ser un converso nos hace pronunciar siempre: "¡Ay! de los conversos..."
ResponderEliminarUn abrazo, Mariano.
Buenos días. Como siempre cada cosa en su sitio y cada sitio para su cosa. Me encanta con la frescura irónica con la que plasmas tus escritos. Gracias por compartir. Un abrazo.
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