Señor Presidente:
Ha
llegado a mis oídos, por vías que entenderá no divulgue, el mucho aprecio que
manifiesta por estos escritos de mi blog, así como el interés con que los
sigue, y aún utiliza, en la difícil toma de decisiones a que se ve abocado día
sí y día también. Ello me anima a reanudar esta práctica que tenía abandonada
desde hace semanas, haciéndole generosa merced de mí caché por el bien del pueblo.
Considérese
exonerado, de la obligación de proponernos más códigos éticos ni pactos
anticorrupción. A estas alturas de la película, lo que necesitamos el común de
los administrados son obras y no entelequias para seguir mareando -no sé si
magreando, de paso- a la pobre perdiz. Sean honradas sus señorías, vigilen y
denuncien a los que no lo sean y están a su lado; no es tan difícil, si hay
estética en la ética. Déjense de zarandajas y de tomarnos el pelo con medidas
futuras y comisiones mixtas.
Háganos
la merced de apantallar por una temporada a la Sra. Cospedal que
miente con la impasibilidad de Buster Keaton. Y, sobre todo, querido Presidente
–sin acritud se lo digo- no nos tome más el pelo diciéndonos que su compañero
de partido el Sr. Barcenas no tiene nada que ver con el resto de honrados
peperos. ¿Qué hacía, pues, en el despacho que disfrutaba en la sede del PP en
Genova, a pocos pasos del suyo, disponiendo, con cargo al Partido de chofer y
secretaria hasta hace pocas semanas? Como presidente del Gobierno elegido por
amplia mayoría (asunto lleno de misterio que los historiadores del futuro
tendrán que dilucidar), le tengo grandísimo respeto, pero acabaré perdiéndoselo
si Ud. sigue tomándome el mío, como al resto de nuestros conciudadanos.
Y
no nos diga que la
Constitución es intocable. Han dado un mal ejemplo haciéndole
un injerto a traición en fin de semana veraniego. Ese es otro asunto que a la
oposición pasará más factura que a Uds. mismos. Creo poco en Uds., pero empiezo
a no creer tampoco en ellos.
Si
de verdad quiere Ud. recuperar la credibilidad y sanear la vida política,
comience tomando el toro por los cuernos y sajando lo que en su partido haya de
podrido (que espero sea la pequeña proporción que todos sospechamos), para
iniciar una nueva etapa libre de chorizos. Reconozca que hubo una época de
dinero negro (normal, por otra parte en la sociedad española del momento; todos
recordamos la doble contabilidad habitual en las empresas), y proceda en
consecuencia. Averigüe -si no lo sabe ya-, como es posible que un tesorero de
su partido, a partir de la nada económica, haya podido amasar una fortuna que,
para mas INRI en el partido de los patriotas, se lleva al extranjero ¿No le da
cierto tufillo, Sr. Presidente, el solo hecho de depositar las perras, aunque
fueran suyas (de él), en un paraíso fiscal?
Y
no nos taladre más con la herencia recibida, porque no es de recibo a estas
alturas de la tragedia. Si de verdad ignoraban Uds. la debacle económica a la
que se enfrentaban, lo honesto hubiera sido no recibirla y volver a convocar
elecciones con nuevos pre-supuestos, no incumplir sistemáticamente cada uno de
los puntos del programa con el que se presentaron. ¿Quién, de aquí en adelante
creerá en el programa electoral de cualquier partido que concurra a las
elecciones? Han levantado Uds. la veda para el embuste.
Sea
valiente, que es lo que la ciudadanía le demanda, haga promulgar (con su
mayoría absoluta) una verdadera ley de trasparencia que haga visible la
financiación de los partidos y evite vergüenzas como las mencionadas, para
siempre; proponga listas abiertas de una vez, y ataque los problemas de este
país, que es para lo que le votamos de forma mayoritaria, muy especialmente el
drama del paro que nos tiene ya medio enterrados en la ignominia.
La
tragedia, en este momento, no es el gobierno que Ud. preside (siéndolo mucho),
sino que la oposición, que tampoco puede permitirse hablar de ciertos temas más
que con sordina, es inoperante, y si me aprieta, inexistente.
A
la espera de que –remedando a D. Juan- “medite, por Dios en calma las palabras
que aquí van”, reciba, Sr. Presidente, como siempre, un cordial saludo.
El poder corrompe por naturaleza... ¿Sera verdad Mariano? Se le podrá pedir peras al olmo? Un abrazo desde Argentina
ResponderEliminarPues la verdad es que yo no me he corrompido nunca, claro que tampoco he tenido poder, asi es que no tengo mucha idea. De lo que si estoy seguro es de que debe ser muy molesto meterse en esos líos. A mi, seguro que me quitaria el sueño. No compensa. Un abrazo desde Santomera.
ResponderEliminarSi te escuchara, a ti y al resto de los españolitos que estamos hasta las mismísimas cejas...
ResponderEliminarAbrazos, querido Mariano (te debo un agua, que aclara la vista, tú sabes la causa).
Pues se de buena tinta que lee con mucha atención estos escritos y que visita con gran interés los blogs que yo frecuento, asi es que aplicate. ahora no caigo en los del agua...Un abrazo, exitosa.
EliminarComo siempre que leo tus cartas al presidente, si pudiera y la enviaras, tambien la firmaría. Creo que se lo dejas muy clarito.
ResponderEliminarQué pena que no lo lea. ¿O sí?...
Un abrazo Mariano.
Bueno, yo ya cuento con la intencion de mis fieles seguidores y hablo en vuestro nombre. Yo se lo mando con intención de que lo lea, si no lo hace, peor para él. Un abrazo.
EliminarEl registrador no quiere ser registrado, quien lo... Es un dominguillo y la oposición una "donnadie".
ResponderEliminarBesos.
Aqui no hay quien registre nada. Solo levantamos el pico de las alfombras, pero no sabemos cuanta con perdón habrá debajo.
EliminarMe conformo con que "apantalle" por una temporada a Santa Dolores de Cospedal...
ResponderEliminarSaludos, Mariano.
A ver si hay suerte y la mandan una temporada a reconstruir la biblioteca de Tumbuctú.
EliminarEn la foto parece San Francisco de Asís, así de inocente.
ResponderEliminarBien, firmo y confirmo lo que usted dice.
Saludos.
Solo le falta el lobo de Gubbio, a ver si se le revuelve y le muerde en salva sea la parte. Un abrazo.
EliminarMe pregunto querido Mariano, después de leer la Duodécima Epístola que al Sr. Registrador de la Propiedad diriges, y como una posible y rocambolesca salida a este huracán de inepcia, corrupción y mentiras que le acompañan, me pregunto, digo, ¿ por qué no se dedica Rajoy en lugar de “magrear” a la perdiz ( expresión que supongo utilizas Mariano como metáfora del “pueblo español sufriente”) a practicar esa sutil actividad con la Sra. Cospedal García que conserva, en parte, memoria de cuando fue Miss Albacete según las fotografías que he podido visualizar de aquella intelectual singladura, y nos olvida , en “ese su trajín”, definitivamente a los españoles,y de paso, adelanta de una vez las Elecciones Generales, ya que no ha cumplido ni una, NI UNA, de las promesas de su Programa después de asumir el Gobierno de España desde hace más de un año ?.. ¿ o acaso será verdad esa leyenda urbana que sobre Rajoy recorre “ sotto voce ” las Cancillerías y mentideros urbanos?...!ve tu a saber!
ResponderEliminarUn abrazo, Mariano.
El asunto está que arde, Nicolás. superando día a día los límites de lo imposible. Es asombroso donde puede acabar esto. De la rabia, hemos pasado a la estupefacción porque el asunto se ha salido de los limites imaginables para una mente corriente. Un abrazo.
EliminarPero Mariano, ¿Mariano está vivo? Tú que te carteas con él dile que se dirija a sus subditos y nos dé señales de vida. Pais.
ResponderEliminarUn arazo, maestro.
Abrazo, abrazo, abrazo...
EliminarCon un arazo, viniendo de vos, ya era bastante. A mandar, que aqui estamos los mesnaderos. Otro arazo para ti.
EliminarSaludar a este político, Mariano, se hace por educación pero merece no ser saludado jamás. Su NADA, su PASIVIDAD IMPLACABLE con los débiles, su pobreza de espíritu y su eterno MIEDO, provocan ese juego de esconderse tras quienes, desde hace un período de tiempo bien largo, tienen las los dedos largos para realizar actos indignos, siguiendo las enseñanzas de aquel ministrillo que decía “Estoy en política para enriquecerme”,
ResponderEliminarAsí que, Mariano, este político ya no lo reconozco ni como tal, mucho menos como presidente de mi país. País que está arrasando mientras con la tercera mano pide limosna, nombra a incompetentes y desbarata lo poco que habíamos conseguido. La impunidad en la que se convertirá este oprobio para todo el que se llama español es la risión del mundo entero. En otro país en el que un señor bajito y con bigote ponía los pies sobre la mesa, junto al peor presidente que jamás tuvo, como él, ya estarían todos en la calle. Nuestra cultura política “nos impide ser tan malos”. Los delitos han prescrito. ¡Vivan las caenas!
Un abrazo, Mariano.