A mi amigo “Juan El Perifollo” objetor resignado,
como yo, de RTVE.
Llegó
Fernández a nuestra plácida tertulia vespertina echando fuego por las muelas.
—Es
indignante lo que acabo de presenciar: me había quedado endormiscao con un
reportaje de la segunda sobre el paso de los Ñus del Gorongoro en el río Masai Mara
(el mismo, por cierto, que ponen cada dos o tres semanas), cuando desperté
sobresaltado por los gritos; mi señora, que se había adueñado del mando, seguía
con expresión arrobada un programa en el que una muchacha, cuyo único merito
para situarse en semejante ágora era el de haber estado casada con un torero de
renombre, pontificaba sobre cuestiones de variada índole con una rotundidad que
corroboraba su estulticia, entre ademanes de una vulgaridad ostentosa. Los así
llamados “contertulios” buceaban con preguntas inconvenientes y sonrojantes, sobre
su vida y la de una hija habida de su relación con el mencionado “diestro” a la que el Defensor
del Menor había salido a proteger con el pertinente escrito. El tribunal
interrogador, que eso parecían los personajillos autodenominados periodistas
situados en semicírculo confortable en torno del central, lanzaban sus
preguntas, que les debían parecer cargadas de ingeniosa profesionalidad sobre
el irrelevante tema, con el mismo énfasis que habría requerido un asunto de interés
nacional. La asediaban con preguntas de carácter íntimo, entrando en detalles
que sonrojarían a cualquiera dotado del más elemental sentido del decoro o del
respeto. No me he atrevido a hacerle la critica que la ocasión merecía a mi boquiabierta
esposa, en aras de mantener el equilibrio conyugal de por sí precario, y he
optado por poner tierra por medio y refugiarme en vuestra acomodaticia
compañía, buscando una complicidad que no estoy muy seguro de obtener.
—Fernández,
cuando te pones finamente critico, me produces cierta estupefacción temerosa,
además de dejar a tu señora en un lugar que dudo le corresponda.
—Tómatelo
a chacota, pero lo de esos programas, me parece vergonzoso.
—Veamos,
si somos capaces, el asunto con un poco de distancia ecuánime. El fenómeno es
importante porque a él acuden un número significativo de nuestros conciudadanos.
Esos personajes que nutren buena parte de las horas de audiencia de algunas televisiones
privadas, se ganan la vida aireando las interioridades de sus vidas, por otra
parte llenas de cutrerío y vulgaridad. Digamos que esa es una forma que han descubierto
merced al afán de casquería barata que llena las ansias de una parte de nuestra
población. Ellos solo se aprovechan. Que ese huracán, a la larga, acabe
devorándolos, es otra cosa.
—Según
lo dices, parece que disculpes tanta zafiedad. No falta sino que te pongas de
parte de esas gentecillas que airean sus tristes vergüenzas y las de quienes
los rodean (conyugues, hijos, padres, cuñados, etc.) simplemente porque les
pagan y no tienen otro medio de vida, como antiguamente los enanos estaban
condenados a ganarse la vida en el espectáculo del Bombero Torero o cosas parecidas.
—Si
hombre, ahora remóntate a los gladiadores de la antigua Roma que habían de
morir para saciar las bajas pasiones del populacho. No, Fernández, no. Lo que
yo te digo es que veo a esos tétricos personajes más como victimas que como
protagonistas. A su alrededor se ha montado lo que ellos mismos llaman un
“circo mediático” del que vive mucho desaprensivo: desde el que pare (más bien
aborta) los guiones, hasta el que lleva los bocadillos y el botijo al plató,
pasando por la enorme cantidad de equipo y técnicos que esas cosas mueven. Y
todo lo sostiene, en definitiva, el afán morboso del público que mantiene en
candelero esos programas. ¿Te imaginas que al inicio de una de sus brillantes
temporadas nadie viera el Gran Hermano? Pues
lo quitarían al día siguiente y santas pascuas y alegrías. Habría pasado directamente
al olvido, como se merece, sin pena ni gloria. Pero considera, por un momento,
la cantidad de gente que habríamos mandado al paro.
—No
sé cómo te las apañas, que al final siempre me haces dudar de todo.
—Recuerda,
muchacho, que solo de la duda puede salir alguna luz.
Sembrar semillas agusanadas para que pudran los cerebros es de manual de ciencia-ficción. ¿Qué podemos esperar de la ilustración española?
ResponderEliminarUn abrazo desde aquí hasta allí.
Es estremecedor, M. Luisa. A veces me pregunto a que mundo perteneceremos los que no pertenecemos a este. Buen fin de semana a los que todavia estais jovenes e ilusionados. Un abrazo.
EliminarLa libre elección de la estupidez y la chabacanería es uno de los pilares en los que se apoyan cadenas privadas que entontecen mentes a diestro y siniestro. Por supuesto, pueden hacer lo que estimen conveniente con su dinero, sus “periodistas” e invitados de mentes escuetas. Pero, ya sabes, Mariano, que siempre existe un pero, lo que es inadmisible es el programa diario, de más de cuarenta minutos, parido y emitido por una cadena pública pagada con el dinero de todos los españoles. No nos interesan los novios de quienes sean, ni la fianza que han puesto a este o aquel sinvergüenza, ni con quién se casa fulanita ni menganito. Es indecoroso que se sufrague esta estupidez justo antes del telediario. Probablemente, así preparan las noticias similares que se dictan desde él.
ResponderEliminarUn abrazo, Mariano.
Pues ahi las dao, la diferencia es lo que se hace CON NUESTRO DINERO. Tetrico futuro el que se nos presenta, muchacho. Si no fuera por algunos ratos de bonito, habas tiernas y patillas...Un abrazo. Por cierto, me impresionó tu ultima entrada sobre el buen salvaje del brasil. vuelvo a leerlo.
EliminarA este cartesiano Fernández “avant la lettre”, hay que recordarle - según dicen - que no solo de la duda puede salir alguna luz;….. que la duda es muchas veces falta de criterio…de pereza mental.. sintoma incluso de un déficit de pensamiento genuino que se aventure en ese “afuera” de la “duda común y aceptada por el mismo sistema que la genera…etc, etc, etc... Eso cuentan y tengo oído. Algo compleja la cosa. Yo, personalmente, solo me atrevo a recordarle a nuestro amigo Fernández una cosa más domestica; que “mire mejor”, mas atentamente, a su señora, ¿era arrobamiento o estupefacción lo que vio en ella? ; que no proyecte para tomar fuerza en su argumentario tertuliano; ella estaba gritando ¿no?... Quizá si le hubiera preguntado le habría hecho reflexiones más interesantes que las suyas sobre el ineluctable destino de los Ñus. Dile Mariano cuando lo veas, si lo consideraras pertinente, que platique mas con su Señora, no vaya a parecer uno más de esos incorregibles “ machitos alfa” que dormitan en las calderillas tertulianas.
ResponderEliminarPertenezco, en relación a la RTVE de hoy, querido Mariano, a tu misma tribu y la de tu amigo Juan “El Perifollo”. Esa Caja nunca !nunca! ha sido muy lista, pero últimamente se ha vuelto “tonta del to” y, lo que es realmente perverso, una verdadera arma ( no como aquella que se inventaron Aznar y compañía) de destrucción masiva del Pensamiento.
Un “temazo” (que dicen los modernos intentando ayudar a la RAE) este Mariano que traes hoy. Importante, si, muy importante.
Abrazos.
Tomo nota de tus sabios consejos, que trasladare a Fernández en cuanto me lo eche a la cara. Un abrazo.
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