Amigas y amigos, compañeras y compañeros, vecinas y
vecinos, colegas y colegos, visitantas y visitantos de este blog: no creáis que
porque me dirijo a vosotras y vosotros especificando de forma machacona y
pertinaz el género al que cada uno de ustedes y ustedas pertenecen, ignoro el
uso de los generales y universales o del genero epiceno, que hacen referencia a
los individuos que componen un todo, inventados en el idioma castellano hace ya
muchos años (humanidad, pueblo, multitud, gentío, personas, etc.)
Cuando hablamos del Pitecantropus Erectus, del
Sinhantrophus, del Homo Eidelbergensis, Pekinensis, Neantertalensis o del más
moderno Sapiens-Sapiens, a cuya especie pertenecemos todos los hombres y
mujeres que habitamos La Tierra en la actualidad, a nadie se le ocurre
distinguir entre los elementos del género masculino y los del femenino: está claro
que cualquiera de esas denominaciones abarca, incluye y aúna a los dos géneros,
mujeres y hombres. Lo mismo que cuando hablamos de la humanidad actual. El
claro dimorfismo sexual, que existe en numerosas razas, no es más que otra
característica especifica que solo distingue a unos de otras en el tamaño y en
algunos otros atributos diferenciales.
¡Pero ay! la desdichada deriva histórica llevó a que la
diversificación de funciones que tan buenos resultados diera a nuestra especie
en su camino evolutivo (la mejor prueba de ello es que nos trajo hasta aquí)
adjudicara valores distintos a las funciones de uno y otro género, de forma que
las masculinas fueran prestigiosas y las femeninas no. Ítem más que la
evolución cultural virara injustamente de forma que las mujeres quedaran
relegadas al papel de floreros reproductores, eso sí, llenas de belleza,
sensibilidad y armonía para que los poetos y juglares pudieran explayarse en
sus versos inflamados al son de la mandolina. En unas culturas, los varones
dominantes aprovecharon la coyuntura para relegarlas en gineceos y cubrirlas de
velos reduciéndolas a valor de cambio; en otras las mantuvieron en los hogares
ocupadas en el cuidado de la prole, los trabajos domésticos y campesinos más
duros o recluyéndolas, con vistas a su salvación eterna, en monasterios y
abadías, también cubiertas de tocas y sayales que preservaran su virtud para el
más allá.
En tiempos modernos,
con toda razón, las mujeres, hartas de estos papeles que les habían adjudicado
sin consultarles, decidieron cambiar las tornas y reivindicar los mismos
papeles, en las mismas circunstancias que los hombres. Se produjo la inversión
pendular, llegó el discurso político y
comenzó la carrera partidaria y obsesiva por evitar el lenguaje que
pudiera contener la más mínima connotación sexista. Ya no era suficiente
referirse al género humano, sino a los hombres y mujeres de forma tan explícita
que propiciaba caer en el peligroso ridículo del lendakari Ardanza cuando, en un
acto público de su partido, se refería a “los difunos y difuntas”, dando un
alambicado giro semántico para que no se olvide citar al género femenino, ni
siquiera una vez hermanado para siempre con el otro en la paz de los sepulcros.
Todo pasará y esta moda quizás más rápidamente por lo que
de ridícula tiene. Hablaremos entonces de personas, gentes o habitantes de tal
o cual sitio, entendiendo con claridad meridiana que hombres y mujeres somos
las dos partes de un conjunto con claras diferencias físicas y con evidente
igualdad de derechos en cualquier ámbito social.
Tengo la sensación de que las generaciones que nos sucedan
recordaran esta época de minuciosa distinción semántica sexual, tan superficial
como poco efectiva, de la misma forma que nosotros podemos recordar el último
auto de fe presenciado por Felipe II en Valladolid en el año del señor de 1559,
pongo por caso.
Realmente esta moda es ridícula, porque una vez salvadas las diferencias físicas evidentes, todos somos personas, innecesaria la distinción en cada momento, mientras se haga significará que no hay una igualdad real. Al menos ese es mi parecer.
ResponderEliminarUn abrazo Mariano.
Pues ya ves, pero ellos siguen diciendo tonterías, a cual mayor. (Eso pensarán ellos de nosotros)
EliminarPues lo de "miembros y miembras" resultó muy entretenido.
ResponderEliminarY a la par estrambótico
EliminarBuenos días tenga usted señor Mariano, me agrada en sumo este escrito. A ver si entre unos y otros “dejemos el otras para los políticos” ya que una barbaridad entre tantas di chas en sus discursos, con el tiempo pasara desapercibida ya que no les escuchara casi nadie. Mi más sincera felicitación por este apunte tan necesario en defensa de nuestra lengua, que es sin duda una joya que debemos cuidar en la medida de lo posible.
ResponderEliminarUn cordial saludo desde Barcelona.
A veces no se sí los políticos no son la solución o el problema. Gracias por pasarte por aquí. Un abrazo
EliminarPues yo quiero dejar de denominarme "persona" para ser un "persono" por que también tengo derecho a hacer el ridículo, ¿o no?
ResponderEliminarTu no hace falta que te llames de ninguna otra manera, eres buena persona, lo diga Agamenon o su porquero.
EliminarEl fondo puede ser discutible; la retórica, excelente. Voy a venir por aquí en busca de buena lectura. Muchísimas gracias
ResponderEliminarMe alegro de que te guste algo de mi blog. Aquí sigo a tu disposición . Bienvenida y un abrazo.
Eliminar¡Ay, Mariano! ¡La estupidez...! Los géneros en la Lengua. Existen idiomas que no poseen plurales equívocos y son tan felices, y no dicen majaderías cuando hablan o escriben, y no soportan que unos pocos impongan un vocabulario machista con un aparente feminismo que separa más que une, y poseen una sociedad más evolucionada que la de esta España cañí en donde hasta los prebostes académicos han admitido estas disonancias cuando podrían, como bien dices, designar a la pluralidad con una distinción semántica general, o ¡sin ninguna, mire usted!
ResponderEliminarY esto es cuando hablamos... ¿Y cuando utilizan a la pobre unidad de peso @ al escribir? ¡No sabemos si son arrobas de limones o de naranjas! ¿Y cuando en un papel te preguntan: Sexo: H - M - OTRO? Sabemos que la mujer ha estado y lo sigue estando, relegada bajo la fuerza o brutalidad del hombre. Lo sabemos. Llegados ya a este estado evolutivo, como dices, ¿no sería más racional y adecuado a derecho que se dejasen de expresar incorrectamente en español y se hallase una solución para denominar a los géneros plurales? El verdadero feminismo hace caso omiso a la ultratumba y a los mediocres.
Un abrazo, Mariano.
En mi pueblo (no daré más datos, existe una "concejalía de la mujer". Se ve que los hombres no tenemos derecho a concejalía. ¿Marginados, oprimidos, ninguneados,? No, sencillamente cosas estúpidas. Un abrazo, Antonio.
Eliminar¡Muy interesante Mariano! Una lectura de la que he aprendido distintas visiones. Estás en lo cierto. Un abrazo grande. Lou
ResponderEliminarMe alegra verte por aquí, Lou, esta es tu casa, para lo que gustes mandar.
EliminarSolo falta que esa evolución en el trato a la mujer sea por igual en todos los países, cosa que me temo que será poco probable.
ResponderEliminarEs triste ver esa evolución en unos, y ver mujeres tan tapadas o violadas en un autobús delante de mucha gente que no hace nada.
Tu texto, como en ocasiones anteriores, hermosamente expuesto.
Un saludo,
Joker
Lograr la igualdad y la justicia universal parece una autopsia por el momento, péro amanecerá Dios y medraremos. Me gusta acerté aparecer por aquí de vez en cuando, animas el cotarro. Un abrazo.
EliminarLa norma fijada por la Academia nos acompaña mientras vivimos, luego no percibimos el carácter sexista de la lengua. Esto no quiere decir que nos ultracorrijamos (“bacalado”) y caigamos en la tontería.
ResponderEliminarBesotes.
En la tontería caemos algunos con demasiada frecuencia. Por fortuna, lo de la autocensura se soluciona, como algunas pulsiones, por si sola, con los años. Un abrazo.
EliminarMariano, como ya más arriba alguien dijo "el fondo puede ser discutible; la retórica, excelente", yo sin ser tan ajustado, pues a veces confundo forma y fondo, sí diría, que no vino mal el planteamiento "político de género" para así revisar ciertos abusos y comportamientos estereotipados, por ser anatómicamente diferentes un cachico/ca tan sólo.
ResponderEliminarpues no sé que decirte, Juan, entre formas y fondos, no ando muy habil distinguiendo. Creo que lo más efectivo para purgar los hechos de la historia, que son muchos, es un examen de conciencia colectivo, una aceptacion de lo mal hecho y seguir por caminos diferentes para no volver a hacer el injusto ridiculo. Seguir mareando perdices reivindicaticas sine die, no creo que sea muy efectivo, pero "errare humanum est". Un abrazo.
EliminarTotalmente de acuerdo... de las tonterías más grandes que se han inventado para la "supuesta" igualdad de género. Con la de cosas realmente "marginadoras y marginantes" que tenemos en nuestras propias casas.
ResponderEliminarUn abrazo
pd
(leo siempre y no comento... hoy me apetecía, espero disculpes mis silencios)
pues me gustan tus comentarios, mas que tus silencios. Gracias y un abrazo.
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