Se ha abierto, por fin, la cantina del
Hogar del Pensionista que la pandemia hizo cerrar abruptamente hace casi tres
años. No nos fue posible asistir a la glamurosa reinauguración porque, aunque
viejos, estamos llenos de las nuevas obligaciones que nos ha deparado nuestro
reciente estado, pero asistimos a este nuevo reencuentro mañanero llenos de
ilusionadas perspectivas.
Acudimos, Juan de la Cirila, conspicuo
afiliado al PP, hombre de misa y cirio y de ideas un poco retrogradas para mi
gusto, lo que no impide que seamos respetuosos amigos; el tío Cacaseno,
comunista histórico de los que cuando serlo comportaba riesgo de prisión, ateo
confeso y enemigo de mentes adoctrinadas; María “La Tutuvía”, cuyo estado de
viudez la ha catapultado al compromiso social y a actividades que la dedicación
al cuidado de sus hijos y su marido no le permitieron durante muchos años; el
doctor Mateo, médico de familia de cuando el ejercicio en los pueblos olvidados
de la serranía era más un acto heroico que la simple aplicación de
conocimientos, hombre mesurado que aunque reside en la capital, gusta de
reunirse con sus amigos de juventud de vez en cuando; y un servidor de ustedes
—al que pueden llamar Fernández— compromisario fiel de nuestros encuentros con
la obligación de dejarlos impresos en unas montaraces líneas que llegarán al
resto de los concurrente mediante los correos electrónicos que las clases para
mayores del Ayuntamiento nos han permitido adquirir.
Veníamos esta mañana con más ganas de
reencuentro pacifico que de confrontación política, pero las ultimas noticias
sobre el asunto del Tribunal Constitucional han dado al traste con nuestras
buenas intenciones.
Juan de la Cirila, más imprudente o más
osado saca el tema.
—Que me decís ahora, ¿Tenía razón el PP
o no la tenía? El TC., máximo defensor de la Constitución se la ha dado. Feijóo
ha hecho muy bien en pedir el recurso de amparo y el tribunal ha procedido en
consecuencia.
—¿Impidiendo ejercer a la cámara alta
su deber constitucional de debate? ¿Eso es democracia? Eso es una vergüenza
constitucional. El TC. está para emitir su voto una vez que las leyes se han
promulgado, no antes.
—Tu estas rabioso, Cacaseno, porque
esta mano le ha salido mal la jugada a tu señorito. Quería meternos de matute
las enmiendas y no ha colado, ¿a qué no, Mateo?
—No diré yo que lo del gobierno no haya
sido un poco precipitado y hasta cierto punto chapucero, pero eso de impedir el
voto al Senado no se había visto desde que el mundo es mundo y, además sienta
un precedente más que peligroso. ¿Tú qué opinas, Fernández?
—Yo no estoy para paños calientes, esta
derecha es estúpida e irresponsable. Están creando caldo de cultivo a los
nacionalismos, sobre todo catalán, para que puedan decir que tienen razón al
querer salir de un estado bananero y no democrático. Quiero creer que existe una derecha
democrática a la que no le interesa este disparate, ni siquiera al
empresariado, por eso me pregunto: ¿Quién está moviendo los hilos de este
guiñol?
—Aquí no hay más guiñol que el que
monta tu Pedrito, que hoy dice una cosa y mañana la contraria.
—Nada de eso, Juan. En primer lugar no
es mi señorito, sino el Presidente del Gobierno de todos los españoles, elegido
por rigurosos tramites democráticos y constitucionales. En segundo, ha ido modificando
sus decisiones a medida que han ido variando las circunstancias, para lo que se
requiere una gran dosis de generosidad democrática porque ya sabía lo que se le
iba a venir encima y lo que le podía costar en términos electorales. El
problema es que a los de tu partido cuando pierden en las urnas, les ataca la
rabia perruna y no se resignan a hacer una oposición constructiva, como los
votos le han ordenado. O gobierna el PP o todo lo demás no es democrático. Me recuerda
tu jefe a aquel rey que decía: “El estado soy yo”. Cierto que la izquierda ha
sido ingenua a la hora de mover ficha y eso le ha dado bazas a los tuyos, la
derecha insurrecta.
—Pos por eso dice Feijóo que el asunto
se aclara con nuevas elecciones.
—Eso quisiera él. Las elecciones se
hacen cada cuatro años y el único que puede convocarlas es el Presidente y, por
ahora, no tiene razón alguna para hacerlo. Los resultados económicos son
buenos, por no decir excelentes, se han aprobado una serie de leyes de
contenido social que mejoran las condiciones de vida de todos, incluidos los
tuyos y la situación catalana está muchísimo mejor que cuando gobernaba el del
puro, así es que no hay necesidad ninguna de nuevas elecciones.
Juan parece un poco abochornado ante
esta última andanada del Cacaseno y se inclina hacia María en busca de apoyo:
—¿Tu qué opinas de todo este lío,
María?
—A mí me dan mucha pena estas
discusiones. Está el mundo del revés. Vengo encendía con lo de Afganistan,
donde han prohibido a las mujeres estudiar, relegándolas a ciudadanas de
segunda clase. Los extremismos fundamentalistas llevan a esos disparates. Y a
nuestros políticos, sobre todos a los más azulones, creo que les vendría bien
pensar en el bien común de todos y dejarse esas peleas partidistas que no nos
llevan más que al perjuicio de los más débiles. Es innoble mangonear a la
justicia para alzarse con el poder. Y más innoble que los jueces se dejen
mangonear para mantenerse en el macho.
—Bien hablado, Tutuvía. Haya paz y
concordia. Los quintos los pago yo, dice el doctor Mateo.