Una
noche en el Zalacaín.
Dice el profesor Buendía que el
hombre es la palabra y no resulta extraño tal aserto en él, que la
tiene fácil, abundosa y culta.
Un servidor, que cuenta entre sus
escasas virtudes la avidez por el aprendizaje, procura imitarlo en ese menester,
aunque con escaso éxito. Quizás por eso me refugio en la cómoda soledad de la
escritura que me permite balbuceos y correcciones sin cuento con qué aderezar
de adjetivos lo parco del contenido. Nadie que observe el plateresco final
sabrá nunca de los fallidos intentos, de los tachones, vueltas y revueltas
sufridas por las sensibles letras que atormento.
Algo parecido sucede con el
precioso líquido que obtiene Don José de sus olivos centenarios en el Cortijo
Blanco cabe la zona de Torre Guil, salvados por milagro de la piqueta
urbanizadora que asoló la zona en los años sesenta. Tras la botella de tonos
ambarinos que contiene el soberbio ungüento digno de pies esenios, se esconde
todo un mundo de esfuerzos ancestrales dejados entre los troncos nudosos por
varias generaciones de Buendía. En la humilde botella están también, latiendo
silenciosas, las letras de infinitos poemas cantados por el viento a las verdes
olivas productoras del aceite Royal Temprano que, como es notorio, protege la salud, ahuyenta los temores,
expulsa el odio, trae la concordia a los corazones y promueve el deseo sexual
de forma extraordinaria.
Puede que el profesor Buendía entretenga
y anime con su verbo fácil y explosivo a sus olivos en las tardes calurosas del
verano, cuando el fruto es apenas un botoncillo áureo, relatándoles sus largos viajes
por el mundo o sus excursiones terapéuticas a mentes tormentosas. Les hablará abonico,
con el mismo cariño que los trataba su abuelo hace ya siglos, llamándolos por
sus nombres de olivera: Generosa, Atenea,
Alborada, Santa, Galana, Airosa, Recatada, Albina, Licenciosa… y tantos
otros.
Yo también he escuchado, en las
noches serenas de Noviembre, un canto parecido y diferente. No suenan igual las
Cornicabras de verdeo -más tarde moradas y luego negras azabache- que la Manzanilla
que envidia a la Picual su verde agresivo y reluciente, o la humilde Arbequina
de granos diminutos que la discreta Cuquillo nacida para dar nota enlutada a la
colorida ensalada de mi tierra.
Cantan desde época griega los
olivos mecidos por el aire suave, pasan los hombres y sus vanidades y ahí
quedan, enhiestos, retorcidos e inmortales esos troncos, como quedarán para
siempre las letras de los poemas que el viento ha parido al enredarse entre sus
ramas.
Recomiendo una visita al blog del profesor Buendía: http://josebuendia.blogspot.com.es/
Hoy la vena lírica te trasciende. Un ejemplo: "las sensibles letras que atormento".
ResponderEliminarA veces se trastorna uno, ya sabes.
EliminarEspléndido canto, Mariano, a unas oliveras de las que hablamos y tuve conocimiento de ellas tiempo ha. El profesor Buendía, entretenido en la actualidad con estupendos pensamientos para los prontamente ocupantes de la Casa Consistorial, sabe, quiere, ama con pasión y adora, el líquido que producen esas aceitunas de centenarias oliveras en cuyas múltiples oquedades se resguarda el mochuelo en invierno. Garantizo que el oro líquido del profesor Buendía se bebe como si de una copa de buen vino, hermano en salud, se tratase. Mariano, has escrito un atexto tan sentido como bello.
ResponderEliminarUn gran abrazo.
No me ha quedado claro quien es el mochuelo que se resguarda en invierno entre los troncos carcomidos. Consultaré con el profesor Buendía. Un abrazo, Antonio, A ver si se reanudan los encuentros miercoleros.
ResponderEliminarCada mochuelo a su olivo. Creo que el olivo del mochuelo-marianil se encuentra en la prosa poética y no en la crítica política, más vulgar y facilona.
ResponderEliminarQue las musas líricas que te dictan, te lleven a entonar cantos mágicos como el que hoy nos regalas. Enhorabuena y un abrazo.
Mochuelo del olivo : Athene Noctua, para listos, yo ;-)
Distinguido colega de bancos juveniles: no solo de pan vive el hombre y no solo la prosa poetica como generosamente la describes es suficiente maná en la vida del juntaletras. Seanme permitidos algunos escarceos en otras ramas -aunque quizás menos afortunadas, vulgares y facilonas como indicas- por los generosos lectores. Del acierto u oportunidad de los textos juzguen ellos, que suelen ser benevolentes. Gracias como siempre por tus palabras y me vuelvo al olivo como el Athene Noctua que me indicas. Un abrazo.
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