Ya sé que es solo una sensación vaga, imprecisa, sin
fundamento, pero a veces me dejo llevar por ella y mi estado de ánimo se
inclina peligrosamente a la zozobra en el proceloso mar de los delirios
imaginados.
Desde hace un tiempo –ya demasiado- a esta parte, me parece
que todo a mi alrededor se va volviendo cutre, miserable, minúsculo, como si me
hubiera sumergido de improviso en una obra de Jonathan Swift.
Los niños y las niñas vuelven a estar separados en los
colegios, como en mi infancia, y lo que es más grave, subvencionados por el Estado.
Tenemos un rey anciano y achacoso que arrastra penosamente su humanidad
intentando hacer buena letra para enmendar trapacerías recientes. El príncipe,
cuya preparación ha sido minuciosa y completa, se está convirtiendo en un
funámbulo pacienzudo que no sabemos si acabará haciendo el ridículo como su
primo inglés, esperando heredar después de jubilado. La Constitución se nos ha
quedado obsoleta por la desidia inmovilista de unos y otros; ahora no hay quien
se atreva a meterle mano porque en tiempo de tribulación no es recomendable
hacer mudanza. A la política y al olisque del ladrillo golfistico, han
desembarcado buen numero de los chorizos del país como las pirañas acuden a la
gallina arrebatada por las aguas del Amazonas. Se han dilapidado los recursos
de la nación en gastos faraónicos, en ciudades de las artes compostelanas y en
aeropuertos sin pasajeros en cada pueblo de nuestra geografía, incluida mi
desdichada región. Las compañías energéticas suben con alevosía impune sus
tarifas amparadas por los ex presidentes y pelotas de primer nivel de uno y
otro signo que han encontrado en sus brazos cómodos retiros millonarios.
La
banca sigue obteniendo beneficios después de los multimillonarios rescates que pagarán
nuestros descendientes en los próximos cientos de años; ya no interesa la
inversión en industria o servicios, sino la especulación “en los mercados” que
proporciona pingües beneficios con poco riesgo. El aumento de la delincuencia
propio de tiempos turbulentos, se sustancia con el recorte de los medios al
aparato judicial y los movimientos espasmódicos del Código Civil. El Gobierno,
en vez de gestionar con eficacia los recursos y apretar el cinturón de sus
gastos, acude a la simplificación de recortar en sanidad, investigación,
enseñanza y pensiones, aún a sabiendas de que ese es el camino más corto para
hacer retroceder el país a tiempos pre-constitucionales. La curia medieval, con
su Torquemada al frente, sigue dando la vara en el vano intento de aplicar a la
universalidad de la ciudadanía sus antediluvianos preceptos monjiles. Entre
tanto desastre, la única solución que les cabe a nuestras mentes pensantes son
proyectos ilusorios como Eurovegas o Paramount –olvidados ya los ridículos Murcia no typical que costaron una
fortuna- con los que hacerle el caldo gordo a mafiosos internacionales que les
acaben de llenar el cazo ya rebosante. Y si hay que cambiar las leyes, se les
cambian a su medida, por algo somos un país de pandereta.
*
Ya digo, es solo una sensación vaga, imprecisa, sin
fundamento, pero a veces me dejo llevar por ella y mi estado de ánimo se
inclina peligrosamente a la zozobra en el proceloso mar de los delirios
imaginados.
Este artículo se publicó en VEGAMEDIA PRESS en
2013.12.09
Querido Mariano, hoy no me extiendo ni una pizca. Todo lo has dicho. Todo es el resultado de nuestros comunes delirios imaginados. Todo es pensado por los minúsculos reyezuelos que atrapan al gigante en la tierra sobre la que se eleva a la categoría de genialidad y usura cualquier proceso social. Sí, se siente una realidad vaga, imprecisa y deshilachada. Cuando chicos, veíamos cómo los malos, malísimos, zulúes atacaban a los blancos colonialistas buenos, buenísimos. La tecnología guerrera era tan dispar que morían como moscas... pero eran tantos que poco a poco obtenían una victoria, pírrica pero victoria al fin y al cabo, y, con ella, su independencia. ¿Podremos hacer esto algún día con estos golfos que nos acribillan por todos lados?
ResponderEliminar¡Qué excelente reflexión has escrito, Mariano!
Un inmenso abrazo..
Pues ya ves, Antonio, creo que ni los zulúes podrían con estos. Siempre tienen mejores armas que nosotros: la zafiedad y la mentira. Buenas fiestas y un abrazo.
EliminarAsí está el patio. Un abrazo, Mariano.
ResponderEliminarCiudate, muchacho, te echaremos de menos en el cambio de tercio, aunque me imagino que no habrán grandes novedades en el proximo.
EliminarEs la sensación que antecede al discurso real de Navidad. ¡Puag!
ResponderEliminarPues ya ves, ha sido peor de lo esperado, mas puag! Un abrazo
EliminarMariano, espero que tengas muchas felicidades en este nuevo año. Lo que has contado de tu tierra tiene tanta similitud con las cosas que ocurren aquí así que te entiendo perfectamente. Un gran abrazo desde la distancia. Lou.
ResponderEliminarGracias, Lourdes, feliz año tambien para ti.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarTus sensaciones son las mías y las de mucha gente.Cada día hay un nuevo ataque a nuestra dignidad y a nuestra libertad ( lo último la ley del aborto Gallardón).
ResponderEliminarPero no pasarán. Queasí sea.
Salud, próspero 2014 y felices fiestas.
Asun
Se nos avecina una nueva avalancha de cutrerío y olor a círio, veremos como la superamos! Un abrazo.
EliminarQue bien has titulado,estoy totalmente deacuerdo con tus sensaciones, que son las mias y las de las gentes de bien,Esperemos que dentro de este sistema ,que que nos hemos dado,que seguramente sera mas malo que otros peores, que algunos habeis padecido, seamos capaces de darles su merecido,
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
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