Produce inevitable asombro comprobar la gran
distancia que se establece, en algunos casos, entre la excelencia de la obra y
la personalidad y forma de gestionar su vida del autor, muchas veces llena de
miserias y tormentos, incluso algunas, abocada a un final trágico.
Personajes tan importantes como Cervantes, de cuya
obra de categoría universal podría inferirse una vida llena de equilibrio y
éxitos personales, resulta que en la realidad arrastró una existencia mediocre,
llena de hechos ramplones y desdichados donde el puterío y los cuernos
estuvieron a la orden del día, pasando incluso por la cárcel y el cautiverio en
Argel a manos del moro (aunque esto último no le fuera directamente imputable).
Ni siquiera el retrato de Juan de Jauregui que hemos aceptado siempre como suyo
es seguro que corresponda al personaje. Algo parecido pasó, en otro aspecto del
arte, con Vincent Van Gog, este con un final más trágico todavía, que Cervantes
al menos murió en su cama y empezando a vislumbrar los albores del éxito.
La lista sería interminable si contemplamos los
variados aspectos del arte: la obra va por un lado y el autor por otro que
resulta no corresponder en absoluto con lo que parecía razonable de la
categoría de aquella. El asunto abarca a grandes músicos o cantantes, como
Maikel Jackson, desdichado negro en pos de la blancura; Elvis Presley, repleto
de estupefacientes, al que convirtió en su suegro, o Edith Piaf deshecha por
las drogas y la paranoia; escritores como Mariano José de Larra, Jose Agustin
Goytisolo, Emilio Salgari, Virginia Wolf, Sandor Marai, Yasunari Kawabata,
Yukio Misima, Hernest Hemingway, Stefan Zweig, y un interminable etcétera, que
acabaron de forma trágica manu personali,
después de dejar escrita una abundante producción de categoría universal, u
otros que por desagradables, fachas, groseros, pedorros y estrambóticos, como
Cela, hacen que uno se concentre en la magnífica categoría de lo escrito
sepultando en el más negro de los olvidos al esperpéntico autor. Algunos actores
de cine, como Jony Vismuller, acabaron devorados por el personaje, convertido
en alter ego dominante al final de su
vida, como el Norman Bates de la película Psicosis.
*
La moraleja, si alguna hubiera, podría ser la
dificultad inherente a todo ser humano para mantener un cierto equilibrio entre
las múltiples facetas de la vida. De la misma forma que el ejercicio
desmesurado de un miembro hace que este se desequilibre con respecto a los
demás, así también, el cultivo desorbitado de una sola disciplina hace que el
resto de la personalidad adolezca de cierto retraso respecto a ella.
Postulaban los hombres del Renacimiento la
conveniencia de una formación holística en las ramas del conocimiento, y puede
que no estuvieran exentos de razón, a la vista de las grandes obras que nos
legaron y de lo que nuestros sistemas educativos, con especialidades
exclusivas, desarrolladas de una forma obsesiva, nos ofrecen hoy día.
De los grandes, por más que fueran ruines, se recuerda su obra; de los mediocres no queda memoria.
ResponderEliminarAmén.
EliminarPues así son las cosas, no somos lo que aparentamos, empezando por uno mismo.
ResponderEliminarPues sí, Mariano, los recordados por su buen quehacer siempre nos sorprenden. Sin embargo, cuando la tragedia ha sido asumida por ellos mismos debo sostener u alabar su gallardía ante el infortunio. Por el contrario, cuando aspectos execrables de una sociedad corrompida han motivado el infortunio, su genio se oscurece lentamente. Creo que no merece la pena hacer mención a brutos ladrones apoyados en el genio de quienes les rodearon, especialmente sus amantes, verdaderos genios de una obra que no lleva su nombre. Un excelente y oportuno artículo para pensar y recordar siempre.
ResponderEliminarUn abrazo, Mariano.
Gracias, Sr. Bamboso, bienvenido y un abrazo.
Eliminar¡Muy bueno Mariano! Hay que rescatar lo bueno y útil, el resto a hacerlo a un lado. Lo mismo pienso de Dali. Un abrazo grande.
ResponderEliminarMi amigo Alvaro Catarineu me envía este mensaje para que lo cuelgue aqui. En la actualidad está realizando un cursillo intensivo para poder hacer sus propios comentarios:
ResponderEliminarPor vez primera me atrevo a intervenir en el blog Desde el asilo. Espero que la amistad con Mariano y su benevolencia me lo permitan. Hay un libro de Javier Marías - VIDAS ESCRITAS- (edit. Siruela) tan distraído como aleccionador. Bucea Marías en la vida personal y familiar de grandes autores ( Stevenson, Proust, Joyce, Conrad, Mann, etc) y nos muestra unas vidas nobles, en algún caso, mediocres y vulgares en otras y totalmente detestables en no pocas de ellos. Mi padre recitaba un poema parecido a esto: el brillo de las estrellas es un hermoso mentir pues nadie va a subir a examinarlas a ellas. Desde entonces aprendí que si me gusta un mensaje no debo mirarle la cara al mensajero. Y creo que eso no roba nada a la obra maestra. Un abrazo Alvaro
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