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martes, 3 de enero de 2023

FELICES PASCUAS Y PROSPERO AÑO NUEVO

 —Maestro, ya se han pasado las fiestas, hemos entrado en el nuevo año. ¿Y te quieres creer que no he notado nada espectacular como sea alguna nueva arruga de las que pueblan mi rostro venerable?

—No me tires de la lengua. Sabes como yo que todas esas efemérides son convenciones necesarias para que la ficción social siga funcionando. Si cuestionáramos su realidad nos llevaríamos tal decepción que habríamos de correr a inventar unas nuevas. Necesitamos el nacimiento en portal de Belén para celebrar el pagano solsticio de invierno; y los belenes inventados por el santo de Asís y traídos a España por Carlos III en 1722 junto con la lotería del día 22, como si estuvieran entre nosotros desde época de Herodes el Grande; y el fin de año fijado aleatoriamente para comernos las uvas que los astutos cultivadores del Vinalopó implantaron hace pocos años como elemento necesario; y el cava (antes champagne) imprescindible en la cena para que la zona del Penedés dé salida a sus excedentes; y que el Papá Noel o Santa o como quiera que se llame, en principio verde hasta que la Coca lo puso de rojo, viene de una lejana tradición norteña remontada a San Nicolás; y que los adminículos rojos de interior con que recibir el año nuevo son fenómenos de márqueting de los ingleses del corte para incrementar sus ventas. De la historia de los Reyes Magos, tan implementada entre nosotros, que solo cita uno de los evangelistas canónicos llamándoles discretamente “magos”, no te digo. ¿Qué padres, por menesterosos que sean no se esfuerzan “para ponerle en enero los reyes a mi chiquilla” como dice el conocido romance?

—Entonces, ¿debemos rechazar esas tradiciones?

—De ninguna manera. Debemos seguirlas en la medida que son beneficiosas para nuestra cohesión de grupo, pero sí me parece que debemos mantenerlas en su justo término, considerando que son eso, tradiciones, la mayoría de ellas alumbradas por el sistema capitalista en el que estamos indefectiblemente inmersos, y no dejarnos arrastrar por ellas como si fueran hechos fehacientes, que es lo que pretenden determinadas instituciones: que las consideremos artículos de fe inmunes a la crítica histórica. Mesura y razón, te recomendaría si mis recomendaciones sirvieran de algo.

—Pero eso es como quitarle el caramelo a un niño.

—Es lo que tiene de decepcionante contemplar la certeza en su verdadera magnitud. Por eso conviene, a veces, dejar un ojo libre para contemplar la realidad.

 

 

 

2 comentarios:

  1. "Un ojo libre para contemplar la realidad". Si es que no se puede decir mejor, pijo...

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  2. Ya sabes, que la venda no sea total. Gracias por tu visita. Feliz 23.

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