La tertulia, tras los calores y las
vacaciones, se ha quedado en cuadro. Dice Fernández que este año se va de
vacaciones a Santiago de Compostela, le han dicho que allí hace fresco.
—¿No te vas a la Costa Brava, con tus
parientes, como todos los años?
—Calla, calla, Cacaseno, mi sobrino se ha
hecho separatista y no hay quien lo aguante. Ya ves tú, hijo de murciano y
jienense y ahora es más catalán que Pompeu Fabra. Tiene los balcones llenos de esteladas y me pega unas palizas con el
opresivo estado español que me pone loco. Ya les he dicho a mi hermano y a mi
cuñada que mientras no pase el vendaval, no cuenten conmigo.
—¿Pero tú crees que pasará?
—Pasar, seguro que pasa, no hay mal que cien
años dure. Ahora, como pasará es otra cosa. Y lo que nos costará, a ellos y a
nosotros, otra.
—Pues el Mas dice que está dispuesto a todo
y que el nuevo estado catalán será más prospero que este. Se ve que el que no
piensa como él, ni es catalán ni es nada.
—No sé qué decirte. A mí, mientras no me lo
expliquen bien, no lo veo claro. No me imagino poniendo fronteras entre
Cataluña y el resto de España, ni que tengan que salir de la Comunidad Económica
Europea, ni que constituyan ‘un estado asociado’ con nosotros (si es que ‘nosotros’
queremos), ni que vuelvan a la peseta que ellos inventaron, ni que dejen de
vender sus productos a lo que quede del país, ni que el Barça y los demás
equipos catalanes dejen de jugar la liga…lo veo todo un poco embarullado.
—Pues ese es el problema, que esos
dirigentes que dicen preocuparse tanto por el bienestar de sus administrados,
no lo explican bien.
—Pero la gente se lo traga, y al parecer,
está entusiasmada por sacudirse el yugo español.
—Menos lobos, Caperucita. Lo primero que me
gustaría saber -y así se lo digo a mi sobrino- es cuantos habitantes de
Cataluña están por la secesión; y en segundo lugar, que mayoría sería
suficiente para que tuviera capacidad de decisión. Y qué pintamos el resto de
los españoles en el asunto, que también tendremos algo que decir, me parece a
mí.
—Hay una cuestión previa, y es que la Constitución
no permite la secesión.
—Toma, claro, es que si empezamos por la
punta, el Mas está donde está porque juró la Constitución Española. Lo lógico,
si no está de acuerdo con ella, es que dimitiera y encabezara el movimiento
separatista con Esquerra o con quien quiera, y que cobre de quien le quiera
pagar, no del opresivo estado español. Y que negociara con la comunidad Europea
si lo iban a dejar entrar o no.
—Ya le han dicho que no por activa y por
pasiva.
—Pues eso es lo que hay que explicar a la población:
qué futuro económico van a tener después y qué vamos a perder con el cambio,
ellos, nosotros y Europa. Y si después de eso, una mayoría representativa de
catalanes optan por la secesión, pues adiós y buena suerte. Fronteras y cada
uno por su lado. Y a quien dios se la dé, San Pedro se la bendiga. Yo ya le he
dicho a mi sobrino que cuando su fábrica de embudos se deslocalice, aquí tiene
un plato en la mesa y unas tijeras para cortar limones.
—Suerte tendrá, menos da una piedra.
Se puede explicar más alto, pero no más claro.
ResponderEliminarUn abrazo amigo
Final apoteósico Mariano, genial lo de las tijeras para cortar limones.
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