Considero posible, Sr. Presidente
que al igual que muchos de nuestros compatriotas, en la plácida hora de la
sobremesa, junto al café y al puro en el confortable sillón de orejas, se
permita Ud. unos instantes de relax contemplando los interesantes documentales
de la 2. Habrá podido apreciar en ellos, además de las dificultades de los ñus
y las cebras para cruzar, en su peregrinación anual el rio Masai Mara sorteando a los pérfidos
cocodrilos, el mañoso artificio que utilizan los habitantes de la tribu Masai
para alimentarse. Puede que como yo, haya sentido cierta adversion por su
costumbre de infringir a la vaca de turno una pequeña herida en la yugular de
la que mana de forma inmediata un chorro de sangre.
Esa sangre humeante, recogida
en una escudilla y mezclada con leche de la misma o de cualquier otra vaca
adyacente, formará la parte más importante de su dieta. Por encima de otras
consideraciones de los nutriólogos que consideran harto insuficiente una dieta
hematófaga como la de los vampiros, la cuestión me hace reflexionar sobre la
situación de la paciente vaca, cuya opinión –si la tuviera- nunca he visto
recogida en esos documentales.
Y pienso yo: pongamos que el sangrador
vacuno de afilada flecha posee un rebaño de 50 vacas. A cada una de ellas le tocaría pasar por el improvisado
cirujano una vez cada cincuenta días, pero ¿Y si los términos se invierten y
tenemos una vaca para cincuenta Masais? Parece claro que el pobre animal ha de
doblar bien pronto ante tan insostenible extracción “por entrambas canales”,
como diría el clásico. No se me alcanza el futuro que puede esperar a los Masai
una vez que el animal se haya quedado tan caquéxico que no le quede una sola
gota de sangre ni de leche.
Ya se que son reflexiones tontas,
Sr. Presidente, pero a veces me parece oportuno compartirlas con Ud. porque
estoy seguro de que también se habrá planteado alguna vez que clase de pueblo
va a gobernar cuando nos hayan extraído hasta la ultima gota de sangre. A menos
que, a diferencia de los Masai, tengan Ud. y los suyos, el suficiente espíritu
de supervivencia como para comenzar cuanto antes la adaptación a un régimen
vegetariano.
Atentamente suyo,
Uno de los Masai.
Primero, devolver las vacas robadas con los becerros que hayan parido.
ResponderEliminarSegundo, hacer vegetarianos a los registradores para que extiendan los certificados de bodas, nacimientos y defunciones de los animales.
Magnificas sugerencias que pienso trasladar al Dr. Presidente la próxima vez que me consulte. Un abrazo.
EliminarEs inútil, Mariano, este razonamiento que haces es demasiado complicado para que sea comprendido por los que agotan a la vaca sin percatarse de su propio mal. Su esquizofrénica doctrina así lo proclama y ellos, obedientes y disciplinados, la mantienen hasta sus últimas consecuencias. Creo que deberías de haberlo explicado más sencillamente, como un dos por dos, por ejemplo, porque cuando este diálogo/consejo hecho a un señor de papeles y firmas, llegue al último militante, seguro que piensa que la vaca engorda con cada flechazo en la yugular.
ResponderEliminarUn abrazo, Mariano.
Pues si, Antonio, pero aprendí a predicar en el desierto. Allí tambien era inutil. Un abrazo.
EliminarBien exprimidicos nos van a dejar, sí, señor.
ResponderEliminarEn fin, ojalá el Presidente alguna vez se digne escucharte, pero supongo que se lo impedirá su soberbia.
Un abrazo, Mariano.
Tengo oido que el presidente sigue con mucho interes algunos blogs que se escriben desde Murcia, entre otros algunos de mis amigos, como tu. Un abrazo.
EliminarInteresante y muy ilustrativo tu ejemplo.
ResponderEliminarTu tocayo no lo leerá, pero no le vendría mal; aunque temo que sin cambios ni consecuencias; no por el valor de lo escrito, sino por su necedad.
Más bien si lo lee le darías ideas como la de poner impuestos a los cocodrilos o privatizar el río, jajaja
Saludos Mariano.
Joker
Tomo nota, Joker, ya has visto lo que le digo a Isabel, tu blog seguro que tambien está entre los que sigue con vivo interés nuestro presidente. Un abrazo.
EliminarQuerido Mariano: ¡Muy bueno el post! Aunque vivo en Argentina me sumo a tu carta. Es increíble como se parecen los presidentes... Un abrazo enorme desde el sur.
ResponderEliminarPor desdicha, ciertos perfiles de gobernantes se dan en todas las latitudes. Un abrazo tambien enorme desde el norte..
EliminarMe encanta como les has atizado con la vara de terciopelo, aunque me temo que ni atizándoles con el garrote se darán por enterados.
ResponderEliminarQuizás debias intervenir tu de forma mas contundente. Unamos nuestras varas contra esta panda de tuercebotas. Bienvenito tiolavara.
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