Menos mal que “El mínimo y dulce Francisco de Asís” como lo llamo Rubén Darío[1] hace ya tiempo que no se encuentra entre nosotros porque si no, a pesar de su dulce y poco combativo carácter, hubiera cogido un cabreo de padre y muy señor mío con la noticia que más abajo les daré. Al humilde inventor de los franciscanos y de su hermoso motivo “ora et labora” (recogido de la regla de S. Benito), fue al primero que se le ocurrió organizar una representación para celebrar el nacimiento de Cristo en la nochebuena del año 1223 en una cueva próxima a la ermita de Greccio, en Italia. El fundador de los franciscanos pensó, en aquella ocasión, que no habría mejor compañía para el recién nacido que los animales propios del lugar donde la tradición y los evangelios (canónicos y apócrifos) situaban el nacimiento: un establo. Así es que organizó el belén incluyendo, a modo de representantes oficiales del bestiario que tanto amaba, a una mula (o mulo, que en esto los cronicones no se muestran demasiado explícitos) y un buey (este sí, de sexo claramente determinado e inoperante), basándose, seguramente en Is.1,3: Conoce el el buey a su dueño y el asno el pesebre de su amo. Israel no conoce, mi pueblo no discierne. Luego, uno de sus seguidores, San Buenaventura, glosó el hecho en su “Legende de Santi Francisci” adornándolo de forma conveniente.
Dicen los estudiosos antropólogos que del asunto entienden, que ese tipo de representaciones con figurillas humanas y animales reunidas en escenas de la vida cotidiana, son trasunto de otras que pueden encontrarse en el principio de la civilización, desde las venus prehistóricas, las tanagras griegas y las representaciones de los dioses lares que presidian los altarcillos situados a la entrada de las casas romanas. A España nos trajo los belenes Carlos VII de Nápoles cuando pasó a ser rey de España rebajado en cuatro puntos (el cambio, ya entonces, no nos era favorable), y lo puso de moda entre los cortesanos pelotas, siempre ávidos de seguir las modas de los poderosos. Se popularizaron con el equipo inicial: el niño, los progenitores y los dos animales antedichos, mula y buey. Luego se fueron añadiendo otras figuras a medida que los recursos crecían y la imaginación se desbordaba: Reyes Magos, pastores, escenas de la época, representaciones locales según el sitio donde se montaba el belén, etc. Basta para constatar la rica imaginación de que se nutren los belenes, la visita a alguno de los muchos que en nuestra tierra, de amplia tradición en este aspecto, se organizan, donde se pueden encontrar personajes de lo más variopintos que abarcan todas la épocas, incluyendo los famosos “caganers” de nuestros primos catalanes.
Y ahora llega el papa y nos dice (no he logrado averiguar si ex-cátedra o como simple opinión), que en aquel primer establo no habían animales de genero alguno. No dudo de la capacidad del heredero de San pedro para tan riguroso aserto que puede dejar patidifusa a la cristiandad; cuando lo dice sus razones tendrá. Pero me pregunto si con los líos que tenemos por esta parte del globo, las crisis de todos los órdenes que tiene encima la Iglesia Católica, la baja estrepitosa de vocaciones, la proliferación de curas pederastas, el malestar femenino por su exclusión de las funciones religiosas relevantes, etc. no tendrá otra cosa mejor que hacer este hombre que sumirnos en el terrible dilema de si eliminamos o no de nuestras tradicionales belenes navideños a la pacifica mula (o mulo) y al paciente buey que nunca (que se sepa) se habían metido con nadie.
En menudo lio nos ha metido, santo padre.
Mariano, creo que lío..., ninguno. Simplemente está aplicando la ley de nuestro iluminado gallego y su primo acerca de las contrataciones. Y, como el despido es libre, pues eso, dos trabajadores a la calle que no hay "limosnas" en el IRPF y el Estado para todos, porque el cepillo está limpio.
ResponderEliminarQue anoten dos parados más a los miles de empleos creados con el programa del iluminado.
Después de guardar todo "el papel de plata" de las tabletas de chocolate terroso de nuestra niñez para hacer el río, los algodones de los pinchazos de penicilina para las nubes y la lana de los colchones para los borregos, viene este señor y nos quita lo único que no teníamos que adornar por su corto pelaje: el burro y el cherro. ¡Qué estupidez! Diremos a Salzillo que este año ponga a dos benefactores de la Inquisición, que parece que sí existieron y de los que sabe mucho el jefe de los jefes de..., hasta Rouco. Amén.
Amén, Antonio. Que razón tienes! Hasta los recuerdos de la infancia nos quieren quitar entre unos y otros (bueno en relaidad son todos los mismos). Yo este año en vez de nacimiento voy a poner solo el pastor con las cabras.
EliminarPues sí Mariano, como si ya no tuviésemos suficientes problemas que solventar este señor nos viene con otro más, a mí me afeca poco, la verdad, porque Belén lo que se dice Belén no pongo, pero me gusta visitar algunos de los alrededores y voy a echar en falta a tan insignes moradores que toda la vida nos han acompañado, no imagino un Belén sin sus animales. El "Santo Padre" sabrá sus razones para esta sinrazón. Espero que como dice el refrán "a palabras necias oídos sordos", y aquí ni se note.
ResponderEliminarSaludos van hasta tu asilo.
Saludos van desde mi Asilo, Yashira. al santo padre le pueden ir dando mucho por la baticola, que es como se llama en esta tierra a la parte trasera de los solípedos.
EliminarLa Iglesia católica a tono con los tiempos en nonadas. ¿Va a pagar el IBI o va a ser beligerante con el Gobierno?
ResponderEliminarBesos.
Va a hacer lo de siempre, lo que reclama su estructura camaleonica que tan buenos resultados le ha dado a lo largo de siglos: ponerse al sol que mas calienta.
EliminarCualquier día de estos nos dicen que el niño Jesús era una niña.
ResponderEliminarQue no te extrañe. Tenía el 50% de posibilidades.
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