—¡Y nosotros también! —saltó el Cacaseno.
—Las elecciones las gana todo el mundo —dijo Fernández—, nadie se resigna a ser catalogado de perdedor y las cifras se retuercen como limones hasta que quedan exhaustas.
—Menos Sumar, que ni sube ni baja porque es la primera vez que se presenta. Nosotras sí hemos ganado.
—Tienes razón, María, pero vuestras expectativas eran más altas. Tu jefa y sus equipos se han reventado haciendo campaña.
—Desde luego Fernández, hubiéramos querido quedar los terceros en vez de los cuartos, pero los resultados son los que son y la gente vota lo que vota. Vox ha perdido 19 escaños y eso sí que no puede catalogarse de triunfo, no les hemos adelantado por un pelo.
—Lo que sí puede catalogarse de triunfo, “Tutuvía”, son los 47 que sube el PP, eso no me lo puedes negar.
—Desde luego, Juan, como no te niego mi perplejidad. Que suba de esa forma un partido a cuyo líder hemos visto navegando con narcotraficantes durante años, mintiendo con la mayor desfachatez ante las cámaras sin que se le mueva un cabello cuando se lo afean, y metiendo en sus gobiernos locales con calzador a miembros de un partido retrogrado que lo lleva por el ronzal, me deja con la boca abierta. ¿Eso es un partido de derecha europeo?
El tío Juan de la Cirila guarda un prudente silencio.
—La mejor noticia es que la izquierda, de una vez por todas, se haya unido a pesar de las relaciones tóxicas que ha tenido que ir extirpando.
—Ahí le has dado, Cacaseno, ese ha sido el triunfo de estas elecciones, ¿no, Fernández?
—Sí, María, ese y el que el PSOE haya resistido a la campaña de acoso y derribo del PP, a pesar de la buena gestión que ha hecho con la pandemia, la guerra de Ucrania y las demás desdichas a que se ha enfrentado entre las que no es menor una oposición desde el minuto cero de su mandato, inmisericorde y dañina. Y que nos subiera las pensiones un 8,5%, que quitara el impuesto al sol y tantas otras cosas, no lo olvidemos.
—Pero no me negarás que el debate con mi jefe lo perdió de todas todas.
—No te lo niego, Juan. A mí, un energúmeno que vocifera y miente, también me gana. A lo mejor si tu jefe se hubiera presentado al debate a cuatro no hubiera sido lo mismo, pero se arrugó.
—Pues Sánchez debía haber ido más preparado, que tiempo tuvo. Son estrategas electorales, y mira si le han dado resultado a Feijóo.
—Eso es lo triste, que frente a esas estrategias se olviden las muchas leyes progresistas aprobadas con arduas negociaciones y pactos. Lo penoso, y eso ya no tiene remedio hasta las próximas elecciones, es que en muchas comunidades autónomas está VOX recortando derechos a troche y moche, especialmente a las mujeres.
—Muy de acuerdo, María, pero mi pregunta es: ¿cómo es posible que, a estas alturas de la película, con lo que hemos vivido los que ya tenemos una edad, muchos de nuestros colegas voten a partidos que pretenden volver a aquellos tiempos de oscurantismo, de falta de libertades, de machismo estúpido, de negacionismos medioambiental y de censura indiscriminada, de fascismo, en definitiva?
—Para eso, Fernández, tengo más lagrimas que respuestas.
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