—¿No has llevado los chiquillos al cole?
—Anoche les tocaba dormir en casa del padre y me imagino que los habrá llevado él, aunque ese tipo…
María y su ex yerno no se llevan demasiado bien, así es que Fernández, el diplomático, imprime otro rumbo a la conversación.
—¿Y qué hay de nuevo en la política?
—Eso éste, que seguro estuvo ayer en lo de Yolanda —dice María señalando al Cacaseno.
—Pues sí señor, estuve en el Templete del Cuartel de Artillería y tengo que decir que no cabía un alfiler.
—Menos lobos, Caperucita —salta Juan de la Cirila— allí caben cuatro gatos.
—Pues que sepas que habían más de ciento cincuenta personas y fue un acto precioso y emotivo. Toda la izquierda de Murcia y pedanías a una. Unidos por primera vez en la historia. Algo insólito que vimos hecho realidad.
—En el PP eso no es ninguna novedad, llevamos unidos desde hace mucho.
—Pues ahora os ha salido el ala derecha respondona y os ha sacado de los raíles. Tú que presumías de pertenecer a un partido de centro derecha europeo, ahora resulta que a tu jefe lo llevan del morro los del águila imperial que nos quieren volver a los tiempos del fascio de Mussolini.
—Y menudo retroceso para las mujeres y las libertades de los colectivos con los que ellos no comulgan —tercia María.
—Ojo, no me confundáis con Vox, yo estoy muy lejos de sus postulados, en eso coincido con vosotros.
—Entonces, no me negarás que lo que está haciendo tu jefe de filas va contra la esencia del PP que tú siempre has defendido.
—Yo estaba con María Guardiola, la extremeña.
—¿La que decía “No puedo dejar entrar en mi gobierno a los que niegan la violencia machista y si hay que ir a elecciones, ¿se va” y ahora se la ha envainado con la mayor naturalidad y donde dijo digo dice Diego? Pues vaya una gente de palabra.
—Hombre en política, ya se sabe…
—No, tío Juan, en política, como en cualquier otro asunto hay cuestiones que se llaman dignidad y principios que en este momento están en serio peligro de desaparecer, gracias a los que sustentan a “ese partido del que usted me habla”, carca y retrogrado hasta decir basta. Si no fuera porque es un disparate, te diría que el único efecto positivo que ha tenido su aparición es que, gracias a una señora con un par, ha logrado que toda la izquierda se una. Ella sabrá lo que le ha costado, porque…
—Vamos a dejar eso, Cacaseno, lo pasado pasado está, ahora mirar hacia el futuro, a ver si aprendemos de una vez que ir cada uno por su cuenta no sirve más que para atomizar el voto y que por la puñetera ley del Dont ese, la mitad de los votos se vayan por el sumidero.
—Tienes razón, María, vamos a dejarnos de leches de pava y a arropar a Yolanda, que es lo mejor que nos ha pasado en los últimos tiempos.
Juan de la Cirila se levanta con la poca rapidez que le permiten las maltrechas articulaciones, requiere el bastón y se dirige a la salida cariacontecido. Ya en la puerta se gira:
—Lo que es menester es que de estas próximas elecciones salga lo mejor para todos.
—Sí, tío Juan, un gobierno progresista que sea capaz de igualar, y en su caso mejorar, al que hemos tenido en estos últimos años.
Antonio Campillo, futuro senador por Murcia
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