Debo aclarar, para no
vestirme con plumas ajenas, que el origen de esta historia es un cuento de
padre incierto, posiblemente hindú, que conoce muchas versiones, en una de las
cuales adaptada a mi tierra, lo he oído contar.
Pues señor, esto era una vez un campesino dueño de unas
viñas distantes del pueblo en que vivía. Llegado el tiempo de la escarda
levantóse una mañana al alba y ordenó a su hijo, mozo sólido y trabajador, que
aparejara la burra para llegarse hasta el majuelo.
Salieron, padre hijo y burra, y a poco, tropezaron con un
vecino que les dijo:
—Se ve que queréis mucho a la burra, que va de señorita;
por lo menos podría montar el más viejo.
Hízolo así el padre y siguieron caminando un trecho hasta
encontrar a otro vecino que les dijo:
— ¿A escardar vais?
¿Y quién ha de trabajar más duro?
—El mozo, como es de ley
—Pues entonces, bien podría ir él montado, que llegaría
más fresco
Recapacitó el padre, y encontrando justa la sugerencia
que nadie había pedido, bajó de la burra cediéndole al hijo la albarda.
Llegaron a un río, y al ir a cruzarlo, el barquero les
dijo:
—Bonita forma de respetar las canas: el mozo lleno de
salud en la burra y el padre, achacoso, a pie. Si por lo menos fueran los dos
montados, que la burra puede...
Consideró el padre que la observación era oportuna y
montó a la grupa del zagal, siguiendo todos, menos la burra, tan contentos el
camino.
Cerca ya de las tierras, encontraron a otro lugareño y
como el padre viera que se disponía a opinar sobre el asunto, antes de que
abriera la boca le dijo:
—No me digas nada de la burra, que menos yo y el muchacho,
todo el mundo tiene que opinar de ella.
Y picando talones hizo acelerar, en lo posible a la
pollina, perdiéndose el mascullar del hombre que decía para su coleto:
—Hay que ver que cuajo, dos hombres hechos y derechos,
montados en una burra vieja que va derrengada.
Moraleja: Si algún día tienes que ir a escardar la viña,
no hagas caso de opiniones.
Paso de consejas y moralejas, Mariano. Lo que sí me ha quedado claro de esta historia es su estilo campechano, sobrio y bien hablado de aquel que subido en su asno tan bien nos lo ha contado.
ResponderEliminarEs la pura realidad!!!
ResponderEliminarEl Conde Lucanor creo que lo mostraba también. :)
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