Como todos los años, esperábamos el verano para poder
echar el kayak al agua y recorrer –en la medida de nuestras fuerzas, que el
tiempo va mermando-, el querido, bonancible y recoleto Mar Menor. Es tarea que
venimos realizando durante los fines de semana desde hace años: embarcamos en Villananitos
y ‘paleamos’ (las piraguas no se impulsan con remos, sino con palas), hasta La
Encañizada, o recorremos los apacibles canales de Veneziola para regresar al
lugar de partida aprovechando casi siempre el soplo del amable levante. A veces
partimos del Carmolí (cuando hay lebeche) y rodeamos las islas Perdiguera y del
Barón arrastrando un sedal en el que a veces se engancha alguna oronda y
descuidada lubina. En otras ocasiones zarpamos del Mar de Cristal y atravesamos
el ancho espacio hasta la isla del Barón con ciertas precauciones, porque el
levante suele saltar hacia el medio día un tanto agresivo y peleón.
La estampa bucólica que acabo de relatarles,
pertenece a un pasado que difícilmente tendrá retorno. Este año, cuando
llegamos por vez primera a la orilla, la sorpresa fue mayúscula. Conocemos el Mar Menor desde hace más de sesenta años. Nunca ha gozado de playas
paradisíacas, pero nos bastaba con sus orillas pobladas de barrete ocre, un
poco de cieno que no convenía remover, y las algas menudas en que se refugiaban
los caballitos de mar y los cangrejos de exquisita sopa. Era un mar algo cutre,
pero era nuestro mar, familiar y casero. Hasta que ‘el progreso’ y las
servidumbres de un turismo mal entendido y peor administrado, quisieron
‘vestirlo de largo’ a base de espigones irracionales, dragados agresivos y
arenas traídas de no se sabe dónde. La presión de las urbanizaciones y sus
vertidos, ignoramos si mejor o peor depurados, los residuos de las potentes
embarcaciones, las agresivas y ruidosas motos de agua, sumado a los vertidos
incontrolados de los campos cartageneros, han acabado por producir el colapso.
El agua transparente que desde la elemental embarcación permitía contemplar el
fondo marino durante casi toda la longitud del recorrido, es cosa del pasado. Ha
mutado a una sopa marrón en la que resulta poco atractivo sumergirse. Hasta las
familiares medusas han huido, y las redes de contención resultan, esta
temporada, más un estorbo que otra cosa. La sorpresa se comparte con muchos de
los veraneantes tradicionales que disfrutaban año tras año de unas playas
tranquilas, adecuadas especialmente para abuelos y nietos. Este año están ya atrapados,
pero muchos –y ojalá me equivoque- se plantearán nuevos destinos para el año
próximo. Da asco meterse en el agua.
No llega mi conocimiento hasta saber quien tiene la
responsabilidad última de esta situación, aunque supongo que los políticos
tendrían algo que decir sobre el tema, además de aburrirnos con sus peleas
intestinas. Dicen que la fiscalía de Medio Ambiente tomará cartas en el asunto,
que taponando los vertidos de la Rambla del Albujón… que instalando filtros…lo
cierto es que el mal está hecho y que, de momento, no tenemos más remedio que
guardar la piragua en espera de mejores tiempos. Y no es cosa de ahora, hace ya
más de veinte años (cuando había gobiernos regionales de otro signo), voces
como las de J.M. Serrano, ya hablaban de salvar el Mar Menor. Vean este jugoso
artículo de José Luis Domínguez, que les dejo, por cortesía de mi amigo José
Frank, de Radio Sureste:
http://diariodelamanga.com/historia/2016-05-30/ano-1985-salvemos-mar-menor-6316/
http://diariodelamanga.com/historia/2016-05-30/ano-1985-salvemos-mar-menor-6316/
Las mangas verdes siempre llegan tarde. ¡Lástima de
Mar Menor!
Como bien dices..¡Lástima de Mar Menor!
ResponderEliminarEste humilde comentario va para el Sr. Mariano Sanz que arriba escribe. Veo lo mucho que le gusta nuestro Mar Menor por su comentario "Nunca ha gozado de playas paradisíacas, pero nos bastaba con sus orillas pobladas de barrete ocre, un poco de cieno que no convenía remover....", es una pena que teniendo como tenemos en nuestra región playas espectaculares tenga que pasarlo mal en una charca o ciénaga como parece que le llama usted. Pero sigue diciendo: "Era un mar cutre, pero era nuestro mar...", se equivoca no es suyo, es de todos, sobre todo de los que lo amamos, no como usted que lo ha tirado por tierra desde que empezó a escribir su patético comentario. Por otro lado, ¿me gustaría saber dónde estaba cuando el turismo mal entendido y peor administrado, como usted lo llama, hacía estragos... o era de los que veía bien que viniera turismo a cualquier precio para hacer de la zona un sitio multiconocido y poder "sacar barriga" diciendo que usted veraneaba en La Manga del Mar Menor? Pero lo más sorprendente es que nos termina deleitando su escrito con que los veraneantes se plantearán nuevos destinos para el próximo año.... efectivamente, con comentarios despectivos como el suyo haremos de la zona un desierto de visitantes y entonces dentro de unos años volverá a escribir preguntándose quien ha tenido la culpa de que ya no queden turistas. Por útimo, si le da asco meterse en el agua, ¡¡¡NO SE META!!!, ¡¡nadie le obliga!! y así nos deja espacio a los que realmente amamos nuestro Mar Menor y nos preocupamos por la situación. Atentamente.
ResponderEliminarDistinguida señora: Agradezco su comentario que respeto lo suficiente para no borrarlo, como es mi opción. Lamento, eso sí que el sentido de mi escrito no coincida con sus ideas (ni con ellas coinciden los más de seiscientos visitantes que lleva hasta hoy). Nunca he veraneado en la Manga, como Ud. desprede de mi artículo sin más razones que su fecunda imaginación, y sí, en los años de mi niñez, Villananitos era un lugar modestísimo (al que me refiero con 'el barrete 0cre'. Acepto de su comentaro lo de 'cutre'. Quizás me he pasado un poco, y si se siente molesta por el calificativo, lo retiro para Ud. Recuerde que cuando hablo del mar lo hago en plural, nunca me atrevería a adjudicarme en solitario su propiedad. No voy a discutir la intensidad del amor al MAR MENOR, cada uno tiene su opinión, y meterme o no en el agua es cuestión de la que ya le informaré más adelante si Ud. continúa interesada en tal asunto. No creo haber hecho ningun comentario despectivo, como no sea afear a nuestros responsables politicos la dejadez que nos ha conducido a este estado lamentable. Ignorar la realidad, no suele ser buen camino. Por último, gracias por visitar por este blog -al que espero siga honrando con su presencia y atinados comentarios-, que no pretende sino dar una opinión, igual de válida que cualquier otra, y agradecerle sus criticas, de las que intentaré aprender para mejorar mis sencillos escritos. Con esto doy por zanjado el asunto. Un saludo
ResponderEliminarYa no da a muchos para controlar tanto, los representantes electos, pues si, estan los primeros de la lista, todo entra en sus competencias. Quizás todo lo concerniente a la dañada naturaleza pública, debería de gozar de un gobierno aparte regido por leyes distintas, otro mundo como le corresponde a lo único que es verdad.
ResponderEliminarLa Naturaleza de la que formamos parte.
Gracias por su comentario, sea muy bienvenido al blog.
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