A sugerencia de mi amigo ANF.
Hace ya tantos
años que la memoria se llena de boria…
En Lo Pagán, ‘La
Salustiana’, un colmado universal donde las madres enviaban a chiquillos en
bicicleta para comprar artículos imprescindibles, desde el pan hasta el ‘flit’ de
las moscas. Un largo descampado hasta Villananitos, con modestas viviendas de
veraneantes diseminadas a largos trechos, el Castillo de Trucharte, el tabuco
de ‘Cruz la Negrilla’, reposo de marineros descalzos al amor del vino dorado de
Cartagena, en grandes vasos, a palo seco; el molino de Quintín, a lo lejos el
de La Calcetera apenas entrevisto en las mañanas de neblina, cuando los zagales
madrugadores se afanaban a la caza de cangrejos. Enfrente La Manga, plana y
silvestre, asiento de gaviotas, cormoranes y flamencos, reposo de pescadores
que, tras levantar las redes, se aplicaban al rustico Caldero con sobras de la
caza. La encañizada, preñada de alevines y galupes, las islas, vírgenes al
fondo…
En La Ribera, la
gente pudiente, con casas discretamente ostentosas; en Los Alcázares, el
Carmolí y Los Urrutias, pocos veraneantes de alpargata, que proporcionaban una alegría
efímera al escaso comercio de una población deprimida el resto del año.
El Mar Menor: un
paraíso rústico en el que los caballitos de mar flotaban perezosos creyéndose
inextinguibles, y los pescadores navegaban en menudas embarcaciones de vela
latina buscándo un magro sustento.
Con el progreso
llegó el disparate: el veraneo al alcance de todos de forma indiscriminada y
salvaje, como si los recursos fueran inacabables, como si la naturaleza no
mereciera el respeto de un bien perecedero. Devoremos el capital si no tenemos
bastante con las rentas. Los que vengan detrás, que areen.
Crecieron las
edificaciones como hongos malsanos. La Manga se puso de moda, cartageneros,
murcianos y madrileños acudieron en tromba. Edificios monstruosos hasta la
orilla del mar atormentado; un puerto de gran calado para barcos que, en un
acelerón se salen de esa mar chica, vida nocturna de Cabo Palos y una Venecia menuda
y pretenciosa, imposible. El progreso, la contaminación, el desastre ecológico para
dejar a las generaciones venideras; los emisarios y la porquería diseminada en
las aguas azules que mata los peces, ramblas con vertidos de metales pesados, espigones
artificiales y arenas traídas de no se sabe dónde, tanques de tormentas que
nada arreglan, medusas de las que hay que proteger a los bañistas con
kilómetros de redes…
¿Irreversible?
Nada es irreversible, siempre se está a tiempo. Tomemos conciencia de los
errores cometidos, con humildad y decisión. Nunca es tarde. Los varios
municipios costeros tienen la obligación de coaligarse en un frente que empuñe
la batuta y nosotros, ciudadanos de a pié, dueños del bien común, la de
presionarlos para detener –y revertir- tanto disparate.
El Mar Menor es
uno de los mejores activos de nuestra región, muchas iniciativas deportivas lo
atestiguan. Es lugar plácido para embarcaciones sin estruendo, para competiciones
de remo y vela, para el reposo familiar en las playas artificiales, para el
paseo sosegado en atardeceres inigualables.
Aún estamos a
tiempo. Iniciativas como el Pacto por el Mar Menor, lo atestiguan.
Como siempre un relato precioso y una conclusión esperanzadora si nos implicamos e impedimos continúe el disparate.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias.
Como siempre un relato precioso y una conclusión esperanzadora si nos implicamos e impedimos continúe el disparate.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias.
Gracias, Alberto, vamos a ello. Tú desde el yate y nosotros desde la piragua.
ResponderEliminarMe encanta tu relato, tan lúcido y cabal, y también tan esperanzador. Nunca es tarde cuando hay voluntad. Hasta lo imposible se intenta, y recuperar el Mar Menor no lo es.
ResponderEliminarEsperemos. Si cada uno ponemos un granito, es posible que hagamos montañas! Un abrazo, seño.
ResponderEliminarTu menoria no se llena de boria, en absoluto, ...incluso se pone magnificamente lirica..!Vamos a ello Mariano!...Yo acompañandote en la piragua, pero siempre siguiendo en este empeño a Alberto !si no navega a toda vela en su Yate!.
ResponderEliminarUn abrazo.
Contamos contigo! Avante a toda vela (o remo). Un abrazo, Nicolás, y bienvenido, como siempre.
EliminarSi no hacemos algo, tal vez ya no haya remedio y la autodestrucción sea el fin de la raza humana.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es una pena, pero tiene todo el aspecto de ser posible. Otro para ti.
EliminarPrecioso.
ResponderEliminarJ.Q.B.
Precioso.
ResponderEliminarJ.Q.B.
Gracias.
EliminarSalvemos el Mar Menor! Gracias por este post!
ResponderEliminarSalvemos el Mar Menor! Gracias por este post!
ResponderEliminarGracias a ti, Begoña. Un abrazo.
EliminarBonita lectura para acompañar el desayuno. Este año vuelvo a hacer la Vuelta al Mar Menor (a pie) por enésima vez, después de dos años de "ausencia", ya que el pasado no pude. No sé si es muy buena idea, ya que me aterra pensar en lo que me voy a encontrar después de tanto mensaje catastrofista y cuasi apocalíptico (razones no faltan, nos enfrentamos a un desastre natural sin precedentes, cocido a fuego lento y anunciado hasta la saciedad). Menos mal que de vez en cuando lecturas como la tuya me devuelven la esperanza (y la confianza) en el género humano. Ya te comentaré cómo me ha ido.
ResponderEliminarHay que seguir, pese a todo. Nosotros seguimos echando la piragua al mar a pesar del 'asquito', pero es descorazonador. Este año ya no se ve el fondo desde ningún sitio...No perdamos la esperanza. Y gracias por tu comentario.
EliminarBonita lectura para acompañar el desayuno. Este año vuelvo a hacer la Vuelta al Mar Menor (a pie) por enésima vez, después de dos años de "ausencia", ya que el pasado no pude. No sé si es muy buena idea, ya que me aterra pensar en lo que me voy a encontrar después de tanto mensaje catastrofista y cuasi apocalíptico (razones no faltan, nos enfrentamos a un desastre natural sin precedentes, cocido a fuego lento y anunciado hasta la saciedad). Menos mal que de vez en cuando lecturas como la tuya me devuelven la esperanza (y la confianza) en el género humano. Ya te comentaré cómo me ha ido.
ResponderEliminarTe doy las gracias, Mariano.Al fin puedo leer tu flamante escrito, sentadíca en el porche, oliendo a jazmines. ¿Por qué el ser humano es tan "cazurro" que se empeña (parece) en cargarse nuestro Mar Menor? Detengamos su muerte anunciada, con H2O de empeño, ayuda y esa esperanza, de quienes adoramos nuestra laguna y tierra. Besico
ResponderEliminarOtro para ti.
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