Unos
días antes de las pasadas elecciones europeas, en plena efervescencia de la
campaña de descalificaciones y desinformación que padecimos, en una de nuestras
cadenas domesticas aparecieron unos tertulianos entre los que se encontraban
algunos profesionales traídos de la capital, junto a otros de la zona que
hacían de teloneros, para “debatir” con el mayor atrevimiento y desenvoltura
sobre todo lo divino y lo humano de actualidad.
Y
uno de ellos, Amando de Miguel, al hilo del resobado tema de la confrontación
de los dos candidatos a las europeas que había tenido lugar un par de días
antes, se cebaba con el socialista Sr. López Aguilar, achacándole ignorancia
manifiesta (que hacía extensiva, por elevación, a sus compañeros de partido)
por haber hecho una cita inexacta sobre la frase “cualquier tiempo pasado fue
mejor”. Con este argumento descalificaba, por ignorantes, a todo el colectivo.
El
Sr. De Miguel, cuyo extenso currículo universitario se ve brillantemente
complementado por su colaboración con Federico Jiménez Losantos en la cadena
Cope, sabe perfectamente que la frase era solo una referencia. Esta si es una
cita: “Como a nuestro parecer qualquiera tiempo pasado fue mejor”, MANRIQUE,
JORGE (1440-1479), Coplas a la muerte de su padre el Maestre de Santiago D.
Rodrigo Manrique, E. Rasco, Sevilla,
1888. Sp. Son cosas bien diferentes y se utilizan en contextos que no tienen
ningún parecido.
El
asunto no tendría mayor relevancia si no fuera una muestra más de como lo
visceral de las posiciones políticas se ha cebado en las actitudes de nuestro
discurso habitual, arrebatándonos la ecuanimidad e incluso la elegancia en las
expresiones, que pasan a convertirse en zafias y vulgares, y haciendo que
prevalezca el interés por desplazar la idea a la que somos contrarios, antes
que la búsqueda de la razón o de la información. Atravesamos un desdichado
momento político que contamina y ensombrece la convivencia de los ciudadanos, o
por lo menos eso parecería deducirse de la imagen que se muestra en los medios
de comunicación. El hastío del personal es patente en los índices de audiencia
obtenidos por los debates, que aburren hasta las pacientes ovejas y de los que
el ciudadano huye despavorido como alma que lleva el diablo.
Todo
se mezcla y entontece en función del interés de la fracción a que
pertenezcamos, sin el menor respeto por el origen y la realidad de la cuestión.
No es lo importante el por qué, sino el cómo (la famosa cuestión del fin y los
medios jesuítico). Y el objetivo no es salir de la discusión con mayor y mejor
información o soluciones en las que cada uno aporta una parte del todo, sino
obtener a cualquier coste la razón utilizando para ello todos los medios de que
se disponga, sin reparar en su honestidad o en su categoría ética; laminar al
contrario, derrotar a los otros, como si se tratara de extraterrestres
invasores y no de conciudadanos merecedores del mismo respeto que nosotros
mismos, con los que hemos de convivir y aprender de sus posiciones diferentes,
que no tienen por qué ser antagónicas de las nuestras. Todos tenemos derecho, y
aún me atrevería a decir el deber, de manifestarnos y mantener posiciones
diferentes con la sola limitación de la Constitución y el respeto a los demás.
Actitudes
como la del Sr. De Miguel, cuya categoría viene ampliamente avalada por sus
numerosas publicaciones (entre las que se encuentra aquella Sociología del
franquismo, que en los años 70 leíamos con fruición esperanzada), son
capaces de fascinar a mucha gente con una formación superficial y resultan
culpables por irresponsables y partidistas. A los más cultos y preparados
debemos exigirles una información objetiva y veraz pidiéndoles que reserven la
manifestación de sus tendencias políticas, religiosas o de cualquier otro tipo,
para ámbitos más privados, o por lo menos que no malbaraten las dotes con que
han sido afortunados para confundir, que es el peor de los engaños.
Buena entrada, Mariano: las cosas en su sitio.
ResponderEliminarBasta comparar las dos fotografías con las que comienzas tu entrada para ver que cualquiera tiempo pasado no fue mejor. Yo creo que Jorge Manrique se equivocó y lo que quiso decir realmente es —no recuerdo la autoría de la cita— que cualquiera tiempo pasado fue anterior.
Por lo demás, opino que el señor Amando de Miguel se merece el pescozón que le das. No sigo sus pasos pero creo que no es el mismo que era en los 70; es posible que, como otros, sea del tipo de gente que le producía a Juan Goytisolo tortícolis al verlos pasar de izquierda a derecha.
Un saludo.
Ja, ja, muy bueno, Pepe. Un abrazo y mejor año, que tampoco es tan dificil.
Eliminar¡Hola Mariano! Muy cierto e interesante la entrada. Te deseo un muy feliz año. Besos desde Buenos Aires. Lou
ResponderEliminarGracias, Lourdes, otro para ti y muy feliz año.
EliminarMariano te deseó un feliz 2015 y como no desearte que sigas con estas entradas tan jugosas. Un abrazo.
ResponderEliminarUn abrazo para ti tambien y fwliz año.
EliminarMariano, hoy sí que voy a ser breve: ¡EXCELENTE!
ResponderEliminarUn abrazo, Mariano.
Igual de breve: GRACIAS!
EliminarMuy bueno tu artículo, Antonio, me gustó mucho. Ya me uní a tus seguidores, abrazos.
ResponderEliminarEl artículo es mío, Myriam, pero podía ser de Antonio perfectamente. Él me supera en agudeza y conocimientos de lejos. Solo que al Cesar...
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