En 1088 Yusuf ibn-Tasufin cruzó por segunda vez el
estrecho dispuesto a dar la batalla a los reinos cristianos y a las taifas
corrompidas por la molicie. Llegó hasta la fortaleza de Aledo, en Murcia, pero allí
se le acabó el fuelle y fue derrotado por las tropas cristianas. Alfonso había
solicitado el auxilio del Campeador para la batalla de Aledo, pero este –sin
que se sepan bien las razones, que no se las comunicó a nadie conocido-, emprendió
el camino de Murcia, pero no llegó a tiempo para apoyarlo. Alfonso montó en
cólera y lo desterró por segunda vez, esta con mayor rigor que la primera, pues
le confiscó todos sus bienes. A partir de ese momento, el Cid se consideró
legitimado par emprender sus aventuras y conquistas no en nombre del rey, si no
en el suyo propio.
Decidido a guerrear en las ricas tierras de
Valencia, se estableció en Burriana, amenazando las posesiones del rey de la
tarifa de Lérida, al-Mundir. Este se alió con Ramón Berenguer II de Barcelona que
vino en su auxilio, atacando ambos al Cid en el verano de 1090. En Tevar los
derrotó el Cid, haciendo prisionero de nuevo a Ramón Berenguer que,
escarmentado, decidió abandonar para siempre sus intereses en el Levante
peninsular.
La amenaza almorávide se cernía sobre moros y
cristianos por igual. Yusuf ibn-Tasufin ansiaba construir otro imperio a este
lado del estrecho para purificarlo con su renovada fe. Rodrigo, que ya había
saqueado las tierras riojanas y recibía parias de muchas taifas, ante la amenaza
almorávide, decidió conquistar la ciudad de Valencia para establecer un señorío
hereditario no sometido a ningún rey, ni cristiano ni moro. Después de un duro cerco, tomó posesión de la
ciudad en junio de 1094, titulándose “Príncipe Rodrigo el campeador”.
A los almorávides les sentó muy mal la perdida de
Valencia. Un sobrino de Ibn Tasufin, Abu Abdalá ibn Tasufín, quiso recuperarla,
pero fue derrotado. Al año siguiente lo intentó de nuevo, pero fue de nuevo
vencido por el Cid, que se había aliado para la ocasión con el rey de Aragón,
Pedro I.
Ese mismo año, el Cid envió a su único hijo, Diego
Rodríguez, a luchar junto a Alfonso VII contra los almorávides, pero fueron
derrotados en la batalla de Consuegra y el muchacho perdió la vida.
El Cid, después de conquistar la importante y
amurallada ciudad de Sagunto, reinó en todo lo que habia sido la taifa de Balansiya como Princeps y soberano autónomo, hasta el
año 1099 en que murió. Su esposa, Jimena consiguió mantener la ciudad a salvo
de los ataques musulmanes hasta el año 1102 en que se vio obligada a
abandonarla.
Los restos del Cid y de su esposa, después de dar
varios tumbos desde S. Pedro de Cardeña, primer enterramiento del Cid, pasando
por un mausoleo a orillas del río Arlanzón y por la Capilla de la casa
Consistorial de Burgos, reposan, desde 1921, en el crucero de la Catedral de Burgos.
Interesante todo lo que nos cuentas. ¡Y qué decir de "tus lecturas" Me fascina la astrofísica aun siendo una total ignorante. Pero con esa claridad y sencillez con que explicas fenómenos estelares, es fácil sumergirse en un mundo tan extraordinario, tan lejano y tan próximo a la vez.
ResponderEliminarGracias de nuevo por textos tan preciosos. Saludos.
Gracias, Aurora, por tus visitas y tu animo. Un abrazo.
EliminarDentro de poco tengo el cuatrimestral de Historia y no sé si aprobaré, pero esta lección me la sé al pie de la letra.
ResponderEliminarseguro que ya te la sabias, eres una alumna que supera al maestro. Solo que da una reflexión final, esa si que es personal.
EliminarUn abrazo.
La pobre Sophia Loren, ¡lo siento... lo siento maestro!, la pobre Jimena, sola, con las hijas afrentadas en Corpes por dos churibitos, una ciudad muy grande... no tuvo más remedio que volver a su tierra. ¡Ah! pero el malo, malísimo de Alfonsito el desterrador, nunca tuvo Valencia entre sus reinos porque aquello que nos contaban de la caballerosidad del Cid, Rodrigo, era cierto a medias. Tenía un caballo y era caballero pero no tonto después de que lo largaran dos veces de Castilla.
ResponderEliminarPor fin podemos saber con veracidad histórica la mala historieta que nos contaron de uno de los héroes nacionales. No sólo con una pesadísima estatua de bronce se cuenta la historia sino con una documentación verosimil y amena. Gracias, Mariano.
Un abrazo chillao.
Para nosotros, Jimena será siempre aquella Sofia Loren con aquellas...alegrias que le daba al charlton. Un abrazo.
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