Ha terminado
por fin la semana santa y cada mochuelo vuelve a su olivo, menos en mi Comunidad
Autónoma, que comienza otras fiestas de corte más regional y populachero donde
se trocan caramelos por longanizas y morcillas, o pitos y balones. Apoteosis de
pseudo disfraces campesinos con final etílico, y de hachones sardineros
alumbrando mitologías de cartón piedra.
Durante una
semana, las procesiones han invadido calles y plazas en este sur ‘tradicional’
y folclórico-religioso. Las leyendas de hace dos mil años, en forma de estatuas
y relicarios, han desfilado a hombros de abnegados penitentes, escoltados de
elegantes ‘manolas’, de representante políticos y de las fuerzas del orden, que para eso están, aunque sea
a media asta. Las flores han perfumado calles y avenidas, las músicas con
sordina, los pitos burlescos y los tambores, han emocionado corazones. Los
nazarenos han acumulado un año más a su lista procesional como si se tratara de
un mérito que los años incrementan. Puede que una vía de salvación eterna sea la
perseverancia procesionaria. Por probar que no quede.
Los
objetores pasionarios, ante la avalancha de piedad popular han marchado a la
playa o a la montaña, guardando un respetuoso silencio ante la España
procesional. Enfrentarse a la inquisición, siquiera de opinión, puede resultar
peligroso cuando los espíritus están poseídos de fe tan viva y tan segura de la
verdad. Los legionarios han hecho sus demostraciones de habilidad
armamentística concitando la admiración y el aplauso del respetable, incluso
llevando muestras de su maestría ante unos niños que no sé si entenderían bien
lo del ‘novio de la muerte’, que decía el tuerto-manco. Se ha echado de menos a
la cabra.
En cualquier
caso, la convivencia –salvo contadas excepciones que confirman la regla- ha
sobrevivido un año más. Por fortuna, hay espacio para todos y cada uno.
Interesante fotografia narrativa.
ResponderEliminarGracias, Carme.
Eliminar"...guardando un respetuoso silencio..." Muy fino.
ResponderEliminarAsín semos!
EliminarEstoy de acuerdo contigo, Mariano, «Enfrentarse a la inquisición, siquiera de opinión, puede resultar peligroso cuando los espíritus están poseídos de fe tan viva y tan segura de la verdad».
ResponderEliminarY, además, me gusta cómo dices las cosas: «abonico».
Gracias, Pepe. Lo de 'abonico', ya sabes, es cuestión de fijarse...
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