Uno, que no es ajeno a nada de cuanto
le rodea, se encuentra esta temporada entre perplejo y hastiado. Si mira a su
inmediato entorno, se encuentra con un aeropuerto fantasma que nos cuesta un pastón
diario, fruto de un megalómano desaparecido; una autovía entre limoneros sin
visos de ser transitada; una desaladora inoperante que nos cuesta el otro ojo;
la variante de Camarillas que sigue sin variación alguna; una guardería que,
por lo visto, se ha derribado a si misma sin que el Sr. Cámara, alcalde a la
sazón, fuera advertido; casas de los Jerónimos derribadas sin más autorización
que la del pope cristianísimo…
Uno amplía el foco, y se encuentra un
presidente, amortizado y sibilante, opinando que la política es una profesión in aeternun, y añora personajes como don
José Mujica que opinaba todo lo contrario; un reciente Parlamento en el que
Berlanga hubiera encontrado tema para nuevas y copiosas producciones, lleno de
rastas (dignísimas, salvo piojos), lactantes manoseados y sillones voladores que
se intercambian como si fueran cromos de jugadores de futbol; los primitivos
‘rojillos’ dispuestos a hacer sinuosas las originarias líneas rojas, pretendiendo
multiplicarse por cuatro, en un alarde que asombraría al mismo Pitágoras…
Mira más allá, y tropieza con el
juicio de una infanta hieráticamente entrenada, que ignora hasta la realidad
palpable; una letrada que nos advierte de que ‘Hacienda somos todos’ no era más
que una boutade propagandística y que
Hacienda solo somos los pringados de siempre; un rey que escora hacia el PP
recibiendo a unos sí y a otros no; un reciente Presidente de la Generalitat que
manda independencia, ahora con la boca pequeña y sin fecha de caducidad…
Uno se alegra de que hayan hecho
mutis por el foro viejos dinosaurios corruptos, por más que lo hayan hecho con
el riñón bien cubierto, a costa del erario público, que antes era de todos. Y
se pregunta: ¿en manos de quien nos hemos puesto?
Menos mal que en esta tierra
desdichada, que ama, hoy llueve para todos.
Creo Mariano que hay que llamar a la Nasa y similares para que ayuden a aclarar esos fenómenos extraños “aparecidos” en Murcia, no vaya a suceder que sin saberlo una epidemia destructora de origen desconocido este atacando a los "inmuebles públicos" del municipio; y lo que es peor, que pudiera propagarse a otras ciudades...y generar un estado de alarma
ResponderEliminarMuy oportuna tu entrada a este respecto.
Un abrazo.
Mi querido amigo, tomo tu consejo en lo que vale y corro a ponerme en contacto con las altas autoridades de la NASA. Me permito decirles que voy de tu parte. Recuerdos y un abrazo.
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