Tuve la suerte, hace unos días, de visitar
La
iniciativa que reunió a más de un centenar de personas de Santomera, fue
promovida por el IES Julián Andujar y el Club Quijar de la Vieja y coordinado
por el profesor Blas Rubio, a quien desde aquí manifiesto el agradecimiento de
todos los que nos regalamos con un baño de cultura. Dirigieron la visita y las
charlas y excursiones anteriores a ella, los doctores Vicente Llull, Rafael
Mico y Lourdes Andugar, de la Universidad
Autónoma de Barcelona, implicados ahora en los estudios y
excavaciones que se iniciaron hace ya 150 años.
Resulta
impresionante el conjunto defensivo del yacimiento. De los restos aparecidos,
los arqueólogos que de eso entienden, son capaces de extractar consecuencias que
para el ojo poco avezado pasarían desapercibidas.
Una
de las cosas más interesantes (por cuanto supone el conocimiento de las formas
de vida y la organización social de unos antepasados poco lejanos en la
relatividad del tiempo) es la estructura social del grupo y su relación con el
resto de comunidades que habitaban la zona.
Eran
sociedades temerosas del ataque de otras, como demuestran los enormes bastiones
levantados en una época en la que solo se podía contar con esfuerzo humano:
doble línea de murallas, torres defensivas colocadas al borde de un barranco,
poternas desde las cuales se podían realizar ataques de flanco, una enorme
cisterna capaz de almacenar medio millón de litros de agua, etc.
Deducen
también los expertos que existía una gran diferencia de clases. Solo los que
ocupaban la cima de la pirámide social tenían derecho a enterramiento, como
atestigua el escaso número de tumbas halladas en proporción a la población que
los datos arqueológicos permiten suponer. El resto de los difuntos seria
abandonado a los carroñeros, quien sabe si arrojados al río o enterrados en
tumbas anónimas imposibles de localizar hoy. Era una sociedad con muchos
esclavos o siervos y pocos ricos y/o poderosos que los dirigían. Estos últimos
trabajaban poco o nada. Sus restos muestran un estado de salud envidiable y una
alimentación equilibrada. El resto, se apañaban como podían y, probablemente
morían a una edad mucho más temprana.
Las
armas de bronce (alabardas y puñales primero, espadas al final de la época)
estaban en manos de los poderosos que las utilizaban para la defensa de los
ataques exteriores y para el control de los posibles descontentos interiores.
La
ciudad, que llegó a contar con más de un millar de habitantes, fue abandonada,
hacia el año 1100 aC .
Puede que por haber esquilmado los recursos del entorno, por exceso
demográfico, por ataques exteriores, o por una mezcla en proporciones variables
de todas esas circunstancias.
*
Al
regreso de la visita, en el silencio del coche que nos traía de vuelta, alguno no
pudo evitar preguntarse ¿Hemos sido capaces de cambiar algo realmente
importante desde entonces?
No es mala pregunta, Mariano. Que cada quien piense los avances, estatismo o retroceso, de las sociedades primitivas desde que agricultura y ganadería impusieron el sedentarismo. Tu lección arqueológica es excelente. Eres un entusiasta aventajado.
ResponderEliminarNo te separes de Blas, un gran amigo y excelente Profesor (con mayúscula), que se preocupa mucho por el conocimiento, para todos, del saber de las Ciencias Sociales y su interdisciplinareidad.
Un abrazo, Mariano. Y otro para ti Blas.
Gracias, Antonio. Seguiré tu consejo. Una de las muchas ventajas que tiene mi residencia en este pueblo es que me permite relacionarme con personas interesantes como la que nombras. y otras muchas. De ellos aprendo todo lo que se. Un abrazo.
EliminarSupe por la prensa que el recinto era comparable a Micenas pero no que se podía visitar. Ahora voy a procurarme la 'suerte' de visitarlo.
ResponderEliminarBesazos.
Pues vale la pena la visita, si tienes suerte de que te acompañe alguien que lo conozca. No te lo pierdas. Un abrazo.
Eliminar¡Muy interesante Mariano! No había escuchado hablar de ella. Un abrazo.
ResponderEliminarMe alegro de que esta riqueza se difunda. Otro para ti.
EliminarPues el totanero me ha hablado de él, pero ya no se libra de enseñármelo.
ResponderEliminar¿Avanzado? Ay, es demasiado tarde para meterme en disquisiciones metafísicas, pero está visto que somos una especie "peculiar".
Abrazos.
No te lo pierdas, el totanero tiene que conocer el emplazamiento. Creoq ue hacen visitas guiadas los finas de semana. Un abrazo. Ya veo que estás atareada con nuevas publicaciones. Esperamos ansiosos...
EliminarNosotros estuvimos en noviembre, lo que nos dejó impresionados fue el gran trabajo que ha realizado el equipo de arqueólogos y técnicos para poder mantener, en el mejor estado posible, la excavación... la casa de la chamana en cuya puerta ofrecían los presentes, la organización para las tareas de alimentación y cuidado del ganado... ese precioso horno restaurado. Y amigo, lo que comentas sobre los avances en el tiempo y nuestra mente moldeada según la estructura social, ¿quiénes sobrevivirían en caso de adversidad?. De momento es un regalo que podamos conocer nuestro pasado, pena que no se hagan mayores apuestas por el mantenimiento del patrimonio cultural
ResponderEliminarNo se que decirte, cuuanto mas conozco nuestro pasado, menos claro lo veo. La historia de la humanidad es la de guerras, diferencias, injusticias, etc. No sé si desde "La odisea de la especie", o desde nuestros primos los monos, hemos avanzado mucho. A lo mejor este papa nuevo...
EliminarLas élites dirigentes es cierto que no trabajaban, pero no es cierto que por ello llevaran una vida fácil y regalada. Ellos eran los guerreros, los encargados de defender al pueblo, a los campesinos. En una época como la edad del bronce, tremendamente belicosa (como indican las estructuras defensivas del poblado) esto significaba tener que salir a menudo a combatir, poniendo en consecuencia a menudo en riesgo la propia vida.
ResponderEliminarDesde luego, José Alfonso, en esa época, pocos llevarian una vida facil y regalada, si es que alguno la llevaba. Lo digno de remarcar es las diferencias que, desde el principio de la humanidad, establecen unos hombres respecto de otros. Las mismas (en terminos relativos) que nos han acompañado siempre. Gracias por tus comentarios y bienvenido.
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