Longtemps, longtemps, longtemps
Après que les poètes ont disparu
Leurs chansons courent encore dans les rues…
(Hace mucho tiempo,
Après que les poètes ont disparu
Leurs chansons courent encore dans les rues…
(Hace mucho tiempo,
Después
de que los poetas desaparecieran
Sus
canciones suenan aún por las calles)
(Traducción
completamente libre)
Era
yo un mozuelo imberbe cuando escuché por primera vez esa canción. Y me
impresionó. Quise ser poeta de inmediato. Me pareció que no debía ser muy
dificultoso escribir dulces palabras de melodioso sonido como las de aquel
señor –aún no sabía que se llamaba Charles Trenet-, capaces de emocionar a la
gente.
Me
puse a la faena. Provisto de un cuaderno ad
hoc –que no era gris- di en cantarle a una imaginaria enamorada (nada
original, la vecinita del segundo), a la luna, a los árboles, a los arroyos, a
las puestas de sol, y a todo lo que se cruzara en mi camino. Como entonces no
estaba de moda todavía la poesía sincopada sin rima, sin métrica, y con
frecuencia sin nada, me di a rimar con singular donaire amor con terror, furor y rumor, sin olvidarme de estertor
y tambor, aunque estos me resultaban más difíciles de colocar. Luego
probé con una, tuna, luna, bruna, pruna y otras lindezas por el estilo. Aquello marchaba. En cuanto a
la métrica, ensayé con los cuartetos, los tercetos encadenados, las quintillas,
las décimas y hasta me atreví con el soneto. Logré pergeñar uno cuyo
significado no he logrado desentrañar todavía.
Mediado
el cuaderno (que afortunadamente no tenia muchas hojas) tuve que encontrar al
critico adecuado para aquellas maravillas y lo encontré en mi paciente abuela.
La mujer, victima de una parálisis infantil que la retenía en su enorme sillón,
era incapaz de salir de estampida cada vez que yo iniciaba la lectura, como seguramente
hubiera querido. Presa del cariño que me profesaba, me animó a seguir por aquel
camino recién descubierto, augurándome toda clase de éxitos, sospecho que para
salir del paso y quitarse de encima al pelmazo.
Nunca
lo hiciera, porque me apliqué con tal denuedo al oficio que pronto rellené de
engendros infumables dos o tres cuadernos como el primero.
Pasó
el tiempo, llegó el amor por la vía normal, olvidé aquellos cuadernos, curó por
lo suyo la enfermedad juvenil de la poesía y, cuando muchos años después volví
a dar con los cuadernos en una mudanza, los arrinconé en una leja inaccesible
de mi biblioteca. Allí yacen, como ese cabo de lápiz que uno no se decide a tirar,
sin que nunca me haya atrevido a abrirlos. A la espera de que un día los entregue como pasto a las llamas, que debe ser su natural fin.
*
A
veces, alguno de mis buenos amigos me invita a un recital de jóvenes
promesas que nos deleitan con sus últimas creaciones en el mundo del verso. Y no puedo evitar acordarme de cuando estuve a
punto de ser poeta.
"Para hacer un poema, lo importante es saber cómo se hace un poema. Ya sabes, pues, Orencio, cómo se hace un poema".
ResponderEliminarQué bien escribes, jodío.
Y que buen revés tienes tu. Oh! leader indiscutido.
EliminarJo no porto ni un any i mig fent poemes a un dels meus blocs. Espero no haver-los de llençar!
ResponderEliminarSegur que son bons (al menys els que jo he vist al teu blog o son). L' important es que a tu t'agraden y que t'omplin l'esperit. Una abraçada y gracies per apareixer açi.
EliminarPerdona el meu catalá, es poc academic. Açi, a Murcia casi be tothom parla catalá, pero no mes a l'intimitat.
EliminarLo he disfrutado, Mariano.
ResponderEliminarMaestro, vos siempre generoso!
EliminarMenos mal, por lo que cuentas, que la fiebre poética no derivó en fiebre sínoca y pasaste de la lírica a la épica. Creo que acertaste.
ResponderEliminarJa ja, me has hecho tirar de diccionario otra vez!
ResponderEliminarGrandioso regalo por sentido, con la sencillez sincera que siempre te honra.
ResponderEliminarMe enorgullece tener tu amistad, basada en lo simple y, por ello, lo más hermoso del ser humano, lazo emotivo del bien.
Gracias maestro
Gracias a vosotros, muchachos, por hacerme tan agradables esas veladas poeticas y patateras. Yo soy el afortunado. Un abrazo.
EliminarQué hermosa dedicatoria José Manuel, no me extraña que se sienta tan orgulloso. La historia desde luego también tiene su gracia, sí señor, como toda la que derrocha usted señor Sanz.
ResponderEliminarUn abrazo desde mi mar.
Mas matao con lo de señor Sanz. Yo que creia que eramos mas o menos coleguillas juveniles! Un abrazo desde mi montaraz retiro.
EliminarUn lujo, que maravillosa historia. He removido emociones al leer varias partes de ella. El negarme a tirar recuerdos escritos por ejemplo. Un abrazo y felicitaciones como siempre.
ResponderEliminarGracias Lourdes, son solo bromas para pasar el rato y de paso "hacer mano", como dice Juan Bautista Sanz que le decía mariano Ballester (ambos dos grandes pintores). Lo de la poesia es para tratarlo mucho mas en serio, pero tambien para hacer un poco de chascarrillo con los malos poetas (Ya lo hicieran Cervantes y Quevedo). Gracias y un abrazo.
ResponderEliminarPienso Mariano que no has dejado de ser poeta desde aquel día que enseñaras a tu abuela aquel cuaderno con tus primeros intentos liricos. Ya es un “signo” el que no desearas en aquel tiempo ser futbolista, bombero o seminarista. El que ahora “escribas en prosa” no es argumento en contrario…”lo poético se dice de muchas maneras”. Solo que hay que leer algunas de tus entradas como esta de hoy con Charles Trenet de fondo o las dedicadas a “COMIENZA EL DIA” o a Serge Reggiani por ejemplo, para apreciar que poseen un profundo y anhelado vuelo lírico; una sutil e inteligente llamada a “otra cosa que la narrada” se desprende de ellas para el lector, y eso es poesía .
ResponderEliminarAquel soneto que escribiste cuando mozuelo imberbe y cuyo significado se te resiste, no lo entregues tan rápidamente a la llamas, quizás un día te sorprenda recuperar en su lectura un tiempo que te enriquezca y sientas bullir tu sangre en su recuerdo desvelado ¿Quién sabe?
Yo, Mariano, después de leerte hoy y antes de escribir lo que estoy escribinedo, he oído ensimismado, creo que una, dos o tres veces, “LA MER”…y se me descuido me pongo a escribir varios sonetos…
Gracias por tus comentarios, Nico. Sea realidad tu deseo e indulto por ahora el indescifrable soneto, por si la lucidez de los venideros años lo volviera comprensible. Estoy seguro de que con o sin la Mer eres capaz de escribir sonetos mas inteligibles que los míos. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, compañero...como siempre me he enterado tarde, pero aún así, aquí estoy disfrutando con esta lectura.
ResponderEliminarUn millón de gracias por esos buenos ratos que me haces pasar en el Zalaca...Un beso.
Bienvenida, Rocío. Me alegra verte por aqui, ya lo celebraremos en el Zalaca...y nos reiremos otro rato. un abrazo.
EliminarMariano, conseguiste aprender lo que es una estrofa, una sinalefa, una rima asonante y consonante y, sobre todo, conseguiste ilusión. Sigues siendo un poeta adaptado a los nuevos tiempos. Cuando he conocido a tu abuela me has hecho un tramojo en la garganta que me ha costado tragar. Has realizado un cuadro tan bello con el buril de tu pluma que tu abuela, posiblemente, te ayudó a que, en este momento, escribas con este genio que fluye de tus palabras como si ella te llevase la mano. Excelente, Mariano.
ResponderEliminarUn abrazo.
Eso si, Antonio, ilusión si que aprendí, aunque a veces me cuesta seguir alimentandola. Menos mal que amigos como tu me ayudais...
Eliminarmi abuela era un personaje que daria para muchas letras. A lo mejor un día de estos...Un abrazo, pollo.
Te aconsejo zagal que no los condenes al fuego eterno, sin darles un repasillo.
ResponderEliminarQuizás,(seguro) que algunos de ellos ya olvidados, merezcan la redención y lo que es mas importante .. .
Te hagan reverdecer adentrándote en esas lejanas y perdidas primaveras
Un abrazo desde el frío de Graná
Gracias, Luz, quizás siga tu consejo un día de estos. si que es bueno reverdecer viejos recuerdos aunque nos enfrenten con la realidad que a veces obviamos. Aqui tambien estamos pasando frío, pero menos. Un abrazo.
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