Ya se han cumplido treinta y cinco años de aquel disparate histórico por el que el Gobierno de España abandonó a su suerte a sus, hasta entonces ciudadanos, cediendo la administración del Sahara Occidental a Marruecos y Mauritania.
El Frente Polisario se había constituido en abril de 1973 con objetivos claramente anticolonialistas y hasta el abandono del territorio por España a finales de 1975, la lucha, los atentados a las instalaciones de fosfatos y los apresamientos de barcos habían sido contra España, no contra Marruecos. Las armas, la preparación y el asesoramiento logístico y militar, corrieron a cargo de Libia y Argelia.
El gobierno español, agobiado por la agonía de Franco y presionado por “la marcha verde”, mediante la cual el astuto monarca alauita se quitaba elementos conflictivos de encima y se los endosaba a los saharauis diluyendo la población, firmó “Los Acuerdos de Madrid” el 14 de noviembre de 1975. El conflicto estaba servido. Los polisarios volvieron sus armas contra los ejércitos de Marruecos y Mauritania, ocupantes de los territorios que España les había cedido.
Y la guerra es la guerra, los principios éticos caen en el fondo de los armarios y el objetivo es matar a tantos enemigos como se pueda al menor coste posible. Aquellas partidas de guerrilleros desarrapados se rebelaron como hábiles estrategas incendiados por su ansia de independencia que masacraron a las largas columnas de bisoños y desmotivados soldados marroquíes atrapadas en la única carretera que va desde Tarfaya hasta La Güera. El socio americano logró poner fin al desastre propiciando la construcción de un muro de más de 2.000 km. que encerró a las dos partes (Mauritania se había retirado del despropósito en agosto de 1979, después de sufrir graves descalabros).
En 1991, ante la presión internacional, se acordó el alto el fuego, y desde entonces, fuerzas de los dos ejércitos se vigilan por encima del muro mientras los soldados de NNUU (Minurso) garantizan el cumplimiento del acuerdo, alojados en los mejores hoteles de la zona.
Los muchos refugiados que, huyendo de los bombardeos y del napalm habían encontrado asilo en la hamada de Tinduf, territorio argelino, iniciaron allí una precaria existencia que se ha prolongado hasta hoy. Llegaron a ser mas de 200.000; hoy día no se tienen más que cifras aproximadas que van de los 50 a los 90 mil.
La vergonzosa y timorata actitud de todos los gobiernos españoles que se han sucedido desde entonces, ha sido compensada en parte con la ayuda solidaria de las gentes de buena voluntad que han peregrinado hasta los campamentos de Tinduf aportando su grano de ayuda o acogiendo a niños durante los veranos.
Muchos de los saharauis de Tinduf, hartos de que el tiempo pase sin que se vislumbre una solución y de que sus dirigentes sean los únicos que se lucran de esta situación de indigencia, han vuelto a sus antiguos territorios. Son los “retornados”, a los que se les proporcionaron viviendas, exenciones tributarias y ayudas alimenticias. Pero la situación en el Sahara administrado por Marruecos no es mucho mejor que en sus antiguos campamentos; hay una alta tasa de paro, la población está formada en un 75% por colonos marroquíes a los que se otorgan de forma prioritaria los puestos en la administración, la policía o los servicios, que es el único trabajo que hay. Los saharauis siguen postergados. Se preguntan donde están los beneficios de los fosfatos, de la pesca en sus costas y de sus recursos naturales. Y viven descontentos. Su único refugio es ir al “Badía”, marcharse al desierto, con sus pocos camellos y cabras, donde se hacen la ilusión de volver a ser libres.
El campamento montado cerca del Aaiún ha sido la punta del iceberg que muestra esta situación de injusticia y falta de libertades. Naturalmente Marruecos no permite que los periodistas extranjeros cubran nada de lo sucedido en estos últimos días. La evidencia, si se niega con suficiente rotundidad, acaba por no existir, o eso creen.
Y el gobierno español actual sigue a la estela de sus predecesores, en una vergonzosa cobardía por si Ceuta y Melilla, o por si nos mandan mas pateras, nos revocan los acuerdos de pesca (por cierto en el banco saharaui), nos perjudican a las empresas españolas o dejan de comprarnos armas…
¿Tanto miedo hemos llegado a tomarle al “hermano marroquí” que no nos atrevemos a una enérgica protesta ante semejantes disparates?
Daría una perra gorda por saber que piensan hacer nuestros gobernantes al respecto.
Y ahora sumamos la resolución europea de comercio de Hortalizas que perjudica a España, especialmente a Andalucía y Murcia, parece que aquí todo el mundo se arrodilla frente a Marruecos...
ResponderEliminarLa mayor parte del pueblo español está a favor del pueblo saharaui, de hecho todos los veranos cientos de niños saharaui vienen a España a pasar las vacaciones, y esto les desagrada mucho a los marroquies. El gobierno marroquí no tiene prisa y hace una política de desgaste, y los gobiernos españoles tanto PP y Psoe, le tiemblan las piernas el tema marroquí, el próximo paso Ceuta y Melilla y el siguiente Canarias. Ahora el problema lo tenemos con Argelia que ya veremos como se resuelve el problema del gas. España desde mi punto de vista no tiene política exterior desde la época de Zapatero. Con Franco estábamos aislados y ahora creo que igual no nos quieren ni respetan. A Sánchez en Europa ni verlo ya lo conocen de sobra, está dejando a España sin prestigio.
ResponderEliminarLord Byron dijo: El que no ama a su patria no ama nada.
Gracias por su comentario, amable desconocido. El tema, como ya creo haber dicho en otro sitio, tiene muchas aristas y puntos de vista. Supongo que habrá leído al resto de los artículos (hasta VII)en este mismo blog que se refieren al tema. Intento con ellos proporcionar un poco de claridad al tema.Un detalle; ¿cuando hablamos de saharauis a quienes nos referimos exactamente? Recordemos que en la parte marroquí del Sahara (del Ued Nun hacia abajo)conviven con los "colonos" que empezaron a llegar en el 75-76 con la Marcha verde un numero de saharauis que probablemente excedan a los que quedan en Tinduf. Esos, en su mayoría, a pesar de vivir en territorio marroquí (porque se vive mucho mejor que en los campamentos de Tinduf)no están del todo de acuerdo con el dominio de Rabat. Hay otros muchos temas que desgranar para entender un asunto que desgraciadamente tiene muy mala solución para una minoría étnica cuyos intereses importan poco a las potencias que los circundan.
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