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miércoles, 29 de junio de 2011

CERRADO POR VACACIONES




Para descansar del estrés acumulado durante todo el año haciendo de forma concienzuda lo que me da la gana, parto de vacaciones durante el mes de julio. Pensamos recorrer Italia, bajando por el Adriático y subiendo por el Mediterráneo, o viceversa; nunca conviene planificar demasiado, ahí tienes a Ulises, que salió para un sitio y llegó a otros varios. Cuando se comienza la ruta, nunca se sabe. La caravana camina en una dirección, pero nada más.
Por fortuna, llevamos la casa a cuestas, como Cesar Cascabel, de manera que viajamos mientras tenemos gana, comemos cuando el hambre aprieta y paramos cuando y donde se nos antoja.
Puede que volvamos a primeros de Agosto. Gracias a todas las personas que habéis tenido la amabilidad de pasar por aquí. Me habéis hecho cerca de 17.000 visitas desde que este blog se abrió el 12 de diciembre de 2010, mas de 2.000 mensuales. Es muy reconfortante que tantos amigos se interesen por lo que uno pueda dar de sí escribiendo.
Mil gracias a todos y os espero a la vuelta.

martes, 21 de junio de 2011

ORGULLO GAY


No hace tantos años que los maricones corrientes ascendieron al estatus de gay (palabro que, curiosamente, teniendo el mismo significado, no se considera peyorativo); denominación que nos llegó de otras tierras más avanzadas en la gestión de las libertades sociales. Durante toda mi etapa de formación, y hasta bastantes años más tarde, toda la información que recibí sobre la homosexualidad, que me llegaba de una forma vergonzante, a menudo soto voce, y siempre con ribetes de menosprecio y rechazo, era que se trataba de una especie de enfermedad o malformación que afectaba a unos seres extraños, perversos y desde luego absolutamente rechazables por la población “normal”. A menudo esa “malformación” se intentaba curar a palos, muchas veces en las propias familias donde aparecía, con frecuencia por padres que eran “muy machos”. Mujereta, era un insulto de menor cuantía con el que se designaba entre los grupos juveniles a los que mostraban una especial sensibilidad feminoide o se manifestaban demasiado “tiernos” en los bruscos juegos que entre los chicos se potenciaban. Es muy probable que la iglesia católica, de tan importante como perniciosa influencia en nuestra formación adolescente, tuviera mucho que ver con ello, ya que “el pecado nefando” se nos definía como una suma perversión que, por el hermético significado de que lo rodeaban, fascinaba al personal juvenil haciéndolo terrible por su oculta e irreductible maldad que conducía de forma inmisericorde a las temibles llamas sempiternas.
Lo de las mujeres resultaba un poco más lejano, al menos para los chicos, que vivíamos por completo ajenos al sexo opuesto, solamente imaginado. Sabíamos que había “bolleras” y “marimachos” a las que se referían los ortodoxos dispensadores de formación con el mismo desprecio y afán de marginación que en el caso de los hombres.
Por fortuna, como dice el refrán, no hay mal que cien años dure (ni cuerpo que lo resista) y los tiempos nuevos nos proporcionaron una óptica más equilibrada y real sobre este y otros muchos asuntos, tantos años sometidos a las ideas retrogradas de instituciones ancladas en un pasado incapaz de evolucionar, víctima de su propia idiosincrasia. En el camino, y esa es la desgracia irrecuperable, quedaron innumerables historias de represión e incluso cárcel, sexo de marginación y desdicha, depresiones y sufrimiento para los que no tenían más desgracia que la de manifestar y practicar una opción sexual diferente, pero tan licita como la del resto de ciudadanos.
Dicen los entendidos que los movimientos históricos tienen cierta tendencia a manifestarse de forma pendular; ahora hemos pasado al otro extremo: es preciso hacer manifestación ostensible de la existencia de colectivos homosexuales, una muestra de lo cual es la celebración del día del orgullo gay. Y para mí, que comparto con ese y con el resto de colectivos el carácter de ciudadano con iguales derechos y obligaciones, me resulta síntoma de que algo no se ha digerido todavía por completo en nuestra sociedad; porque si se considerara la opción sexual una cuestión de carácter tan intimo, respetable y perteneciente al ámbito personal como la adscripción a un credo religioso, una opción política, un club de futbol o una afición fetichista, no veo la necesidad de reivindicación alguna. Se reivindica lo que es difícil de alcanzar porque lo niega una parte de la sociedad a la otra, y la opción sexual me parece que a estas alturas debería estar por completo ajena a ese debate, de la misma manera que no se concibe la implantación del día del heterosexual, del comedor de herbívoros o del practicante de pádel.
Me parece que la opción sexual, como otras, pertenece al ámbito discreto de la intimidad personal y no es preciso, ni hacer ostentación manifiesta de ella, ni reprimirla por ningún imperativo social, siempre que se manifieste en las normales condiciones que la Constitución ampara para todos, “…iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión, o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”, como reza el art. 14 de la Constitución en vigor.



martes, 14 de junio de 2011

KUNG-FU


 Este mes de junio se cumplen dos años de la desaparición, en circunstancias dramáticas, del actor que dio vida en tantas películas al viajero monje chino del monasterio Saolin, y la efemérides me ha catapultado in mente a los años setenta cuando las cosas y las personas eran tan diferentes en este país.
En aquella época, años finales de una larga etapa de ignorancia teledirigida, ese tipo de series puso en contacto a los jóvenes con otros mundos y otras filosofías de vida a las que nos asomábamos fascinados. Muchos de nosotros, a través de las aventuras (que ahora nos parecen pueriles) del monje que recorría el mundo “desfaciendo entuertos” al son de su flauta de bambú durante más de sesenta episodios, atisbamos el budismo como ética y forma de vida, algo de más dimensión y libertad que el mero fenómeno religioso al que estábamos sujetos por nacimiento.
Tuvimos acceso (con las normales dificultades) a libros, considerados entonces esotéricos y sospechosos como el “Dammapada o sendero de la virtud”, compendio de enseñanzas budistas también llamado “El Pequeño Vehículo” recopilado en el año 80 aC., del que aún recuerdo: Si el hombre inteligente se junta con el sabio, aunque no sea más que un instante, pronto ha de captar la verdad, como la lengua capta el sabor de la sopa; el delicioso “Tao Te King” (Hay algo inherente y natural/que existió antes que el cielo y que la tierra/inmóvil e insondable/permanece fijo y no se modifica/lo llena todo y jamás se extingue...)  para acabar conociendo el ya más próximo budismo zen del maestro japonés Taisen Deshimaru que visitó varias veces España para dirigir retiros donde se practicaba la meditación Soto Zen durante un largo fin de semana, en posición de medio loto, de cara a la pared, en la observancia silenciosa del ser interior. Muchas de las cosas que aprendí en aquellas sesiones me han acompañado durante la vida.
Luego vendría Alan Watts con la occidentalización de las teorías orientales y los coqueteos con los psicotrópicos que engancharon a algunos de los colegas para siempre. Los libros de Krisnamurti, al que adoptábamos alborozados como maestro espiritual. Su prédica de la introspección llena de paz abrió los ojos de muchos de nosotros, asfixiados intelectualmente por una sociedad que solo permitía el pensamiento único de la España nacional-católica. Prácticas como el Yoga, que popularizó el belga Van Lisebeth, consideradas entonces como algo extraño y rozando lo pecaminoso, nos enseñaron que había otras formas de contemplarse a sí mismo y a los demás sin intentar derribar nada ni ser contrarias a otras ideas o formas de vida. Fue la introducción de lo diferente sin que tuviera que ser contrario. Comenzamos a respirar el aire fresco que entraba, ya a raudales, por las fisuras de un régimen en descomposición. Aire que por fortuna nos ha acompañado el resto de nuestros días.

El desdichado “Kung-Fu” murió en el otro extremo del mundo de una manera que podría considerarse “friki” si no fuera tan cutre y dramática. A saber por qué circunstancias había transcurrido su vida desde que lo devorara el personaje y como se dispondría a enfrentarse con la inevitable decadencia física que ya lo asaltaba, en un mundo donde la juventud inmisericorde es el único valor que cotiza con cierta garantía.

Que su espíritu alcance tanta paz como el personaje predicó en vida.






sábado, 11 de junio de 2011

PIMIENTOS Y PEPINOS


Desta guisa se dirigía un huertano al periodista D. José Martínez Tornel, fundador y director del Diario de Murcia, en el año 1887:

Señor Don José Tornel:
Creo será necesario
Que ponga Ud. en El Diario
Los versos de este papel:
Que quiero yo hacer saber
Que está la huerta perdida
Pues ha dado tal caída
Por la causa del pimiento
Que a dar su último aliento
Está expuesta nuestra vida

Ya no se vende un pimiento
Es en vano trabajar
¿De qué vamos a pagar
A nuestros amos los rentos?
Ninguno estamos contento
Al ver perdido este ramo;
Cuando nos pidan el rento,
Les diremos a los amos:
Ya no se vende un pimiento.

Imposible es prosperar
Viniendo contrario el viento
Pues no podemos pagar
Mientras no valga el pimiento.
En vano es el trabajar,
Poco tiene que pensar
Lo que tenemos que hacer;
Bien pueden considerar
Que si no hay de que comer
¿De qué vamos a pagar?

Señores, esto es muy cierto
¡A que ninguno pagamos
El año mil ochocientos
Ochenta y siete que estamos
A nuestros años los rentos!
Me creo que nuestros amos
Todos deben ser prudentes,
Que rebajen lo atrasado
Y que cobren lo corriente

Si a alguno con esto ofendo
Que perdone mi osadía;
Yo soy amigo de todos
Y vivo en La Albatalía


Si cambiamos pimientos por pepinos, nuestro huertano podría haber escrito este trovo ayer mismo.

Tomo estos versos del “Postillón” del 11 de Junio de los corrientes, con la autorización de su director D. Manuel Muñoz Zielinski, siguiendo las sabias indicaciones del profesor Zarwell.

martes, 7 de junio de 2011

TIRIOS Y/O TROYANOS


Decía Don Antonio Machado, en una época desdichada de nuestra reciente historia: una de las dos Españas ha de helarte el corazón. Era una reflexión triste de un hombre agobiado y perseguido por los acontecimientos de un momento histórico penoso.
Parecía que pasados los años y finalizada aquella época oscura que el golpe militar de un ejército rebelde había desencadenado y que se enquistó en el país durante tantos años, las cosas habían cambiado. Que había acabado para siempre la época en que estuvimos reducidos, entre otras miserias, a la intelectual. Se implantaron nuevas (y normales) libertades: logramos una Constitución elaborada por consenso, en un magnífico ejemplo de convivencia, que a todos nos ampara por igual y que debe enorgullecernos.
Sin embargo, el larvado germen de la perversión anidaba en el nuevo sistema. A los partidos políticos, en principio institución democrática aún siendo manifestación de tendencias diferentes o antagónicas, se les supone un objetivo común: lograr el poder en las urnas para trabajar más y mejor en la obtención de mejoras sociales y económicas para el bien de la comunidad. Sin embargo, la realidad es que una vez concluida la consulta electoral, dejan de contemplar aquel objetivo que ahora se les antoja lejano para polarizarse en el más inmediato: lograr el poder a costa de lo que sea, desbancar al equipo que ha obtenido la mayoría sin reparar en medios. Y asistimos, hastiados y decepcionados al encarnizamiento de unos y otros aprovechando cualquier argumento por nimio o irrelevante que sea para denostar al adversario, intentando abrir una zanja en la población que sitúe en cada uno de sus lados a la mitad del país.
Una de las dos Españas…
Nada importan las circunstancias reales del momento, lo único que parece polarizar la atención de la oposición son los resquicios que puedan detectarse en la labor de gobierno que permitan meter una cuña sangrienta de crítica feroz que desprestigie y erosione. El fondo carece de importancia, importa solo la forma, si puede ser dañina.
Produce sonrojo y rechazo oír de forma insistente y machacona algunas expresiones del tipo ellos y nosotros, como si estuviéramos hablando de dos fracciones enfrentadas, enemigas irreconciliables, o de países diferentes. Y eso es radicalmente mentira: pertenecemos todos al mismo pueblo, con las mismas necesidades y derechos, con las peculiaridades regionales que corresponda y que las autoridades autonómicas deben mantener en sus justos términos teniendo en cuenta que somos un solo país. Tenemos el derecho de discrepar y de entregarnos, si lo consideramos oportuno, al enfrentamiento dialectico y respetuoso con toda rotundidad y energía, pero deberíamos todos juntos, esforzarnos en desterrar el vergonzoso concepto de las dos Españas, que no por real es menos repugnante. Tenemos la oportunidad de elegir al partido gobernante periódicamente y a partir del momento en que resulta elegido por mayoría, ese es el que ha de constituir el gobierno de todos los españoles. Gobierno para todos, sin excepción, durante los próximos cuatro años. Y se merece (y requiere) el apoyo legal y honesto de todos. Intentar descabalgarlo desde el día siguiente al de las elecciones por todos los medios de que se disponga, es tarea ruin y felona impropia de buenos ciudadanos y de normales patriotas.
Otro gallo nos cantara si estuviéramos hablando de listas abiertas, pero ningún partido se atreve a ponerle este cascabel (como tantos otros) al gato. Lo que importa es el poder del aparato monolítico. El PODER, con mayúscula.
Y no se me ocurre esto solo por la desdichada situación que ahora atravesamos; épocas pretéritas ha habido en que la misma situación se ha dado siendo otro el espectro político dominante, de manera que esta es una falta que nos abarca de forma universal: a todos puede aplicársenos la penitencia por igual. En esto sí que no hay tirios ni troyanos.

          

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