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sábado, 14 de octubre de 2023

LENGUAS COMUNES Y LENGUAS COOFICIALES

 

-Deja el puñetero aparatico ya, Cacaseno, que me tienes frita.

María le tiene especial inquina al portátil. Nos tiene prohibido que lo saquemos en la tertulia mañanera si no es en caso de extrema necesidad.

—No te calientes, Tutuvía, que es solo un momento, para ver una referencia de Jaime Campmany, aquel murciano ilustre, sobre el panocho, al hilo del asunto de las lenguas regionales en el Congreso. Se ha extendido por las redes sociales porque tiene mucha gracia, aquí te dejo una copia: (ver fin de la página).

El tio Juan de la Cirila, algo escocido porque a los suyos se les plantea cada vez más lejos la opción de gobernar a pesar de haber ganado las elecciones, salta como un resorte.

—Menuda gilipollez, ahora va a resultar que no saben hablar en castellano los gallegos, los catalanes ni los vascos.

—Saber saben, pero como sus lenguas son cooficiales…

—Cooficiales en sus comunidades, pero no en el resto de España, a que no, ¿Fernández?

—A mí me parece un asunto un poco estéril, pero como está el asunto de la política como está, hay que cogerse estas cosas con papel de fumar para no herir sensibilidades. Por supuesto que las lenguas regionales son una riqueza para todos, los que las hablan y los que no las hablan, o sea para el país. Pero también hay que considerar el aspecto practico. Fijaros lo que pasa en Bruselas, donde se habla francés y flamenco; pues el lenguaje de la Comunidad Europea es el inglés y en ingles trabajan los funcionarios y en ingles se hacen las reuniones, y en inglés te hablan en los bares, no porque sea mejor ni peor, sino porque es más práctico.

—Pues yo lo del Senado lo veo una pérdida de tiempo y de dinero. Imagínate el follón de poner traductores, duplicar los comunicados con lo fácil que es expresarse en la lengua que es común para todos y que estoy seguro todos hablan con fluidez. Estoy de acuerdo en que las lenguas que hablan poblaciones más reducidas son una riqueza y que su literatura e historia (que es común para todos), es la mar de interesante, pero no es comparable en número de parlantes con el castellano o con el inglés que lo hablan quinientos o seiscientos millones de habitantes. ¡Y no te digo na del chino!

—Eso te parece a ti, Juan, que tienes una sola lengua. Si la tuya materna hubiera sido cualquiera de las otras cooficiales, seguro que lo veías de otra forma.

—Insisto, habida cuenta de que todos los parlamentarios hablan con la mayor naturalidad una lengua común, el que se incorporen las otras al trabajo diario con lo que eso comporta de traducciones simultáneas y líos, me parece una pérdida de tiempo y de dinero.

—Una opinión tan respetable como otra. 

 

GALIMATIAS AUTONOMICO

Jaime Campmany

 

Si m’esclafo en er Senao

de senaor facundioso,

cuando prenuncie un discurso

lo platicaré en panocho,

que es llengua de chirivía

y galbanzos con mondongo

en que platica mi suegra

con su novio er tío Pacorro.

Er panocho en que sus hablo

no es panocho der cogollo,

como se habla en Zaraiche

y en la venta San Antonio,

que va para munchos años

que dejé aquellos rastrojos

onde pasé tuiquio er tiempo

de mamón y de mocoso,

de zagalico crecío

y aluego aluego, de mozo.

Y m’hecho ya churubito

d’escrebir en los periódicos,

de hablar en los Escoriales,

de recitar en el loro

ese que llaman la cope

pus tós los días v’al copo,

romanciquios de política

y de darle leña al mono,

que ya me salen las eses

hista por los mesmos codos,

y suerto cada remirgo

con el “ido” y con “odo”,

con el “edo” y con el “ado”

que si m’escuidio,

me pongo más fino que una perdís,

más tieso que un ajo porro,

más lamío q’un magistrao

y más dengue q’un canónigo.

Digo “dedo” en vez de “deo”

y en vez de “tó” digo “todo”,

y hasta “pedo” en vez de “peo”

como icen los sabijondos.

Vaya un cisco que s’armao

en er Senao autonómico,

tó dios hablando en su lengua

y tós los que escuchan, sordos,

u teniéndolo que oír

por la chicharra er micrófono.

A la torre de Babel

los llevaba yo en un soplo,

y les daba masculillo,

dimpués les daba un mamporro,

y de postre un calichazo,

un revés y un soplamocos

a ver si aprenden a hablar

como tóos hablamos, coño

(1995b, pp. 199-202).

file:///C:/Users/Usuario/Downloads/Dialnet-ElRomancePeriodisticoDeJaimeCampmanyComoModeloDePe-7703710%20(5).pdf

 

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