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martes, 23 de diciembre de 2014

MARISA Y EL CATOBLEPAS
















Cuento con buenos amigos que se preocupan en repoblar mi erial de conocimientos con valiosas aportaciones. Marisa López Soria me obsequia con esta joya de libro, considerando acertadamente mi situación de púber escritor:




Me apresuro a devorar la obra y en el capitulo segundo tropiezo con un interesante desconocido: el Catoblepas, que Vargas Llosa utiliza como metáfora del escritor que se alimenta de sus propias vivencias, de la misma forma que, según el mito, el animal es capaz de devorarse a sí mismo comenzando por sus pies.
Averiguo que el Catoblepas viene descrito por primera vez en Plinio el Viejo hace ya unos dos mil años, y que lo sitúa en Etiopía, cerca del nacimiento del río Nigricapo, probablemente -como sugiere Cuvier- inspirado por el Basilisco y Las Gorgonas. Luego lo recogen sucesivamente Claudio Eliano y Leonardo da Vinci, pero ninguno de ellos hace mención a su afán por devorarse a sí mismo, lo que me conduce a la sospecha precipitada de que tal cualidad sea un invento de Vargas Llosa. 
 
La prudencia, sin embargo, me hace profundizar en la investigación y llego, a través de  Jorge Luis Borges y su Manual de Zoología Fantástica, a La Tentación de San Antonio de Gustave Flaubert donde, efectivamente encuentro que la bestia le confiesa al santo: con las mandíbulas entreabiertas, arranco con la lengua las hierbas venenosas humedecidas por mi aliento. Una vez, me devoré las patas sin advertirlo. Vargas Llosa, como no, tenía razón.
Así que ya saben, si cualquier tarde apacible, paseando por la campiña de Etiopía, en la vega fértil del río Nigricapo se encuentran con un herbívoro del tamaño aproximado de un toro, con una gran melena, estrecho, con ojos inyectados en sangre, escamas en la espalda, las cejas lanudas y la cabeza tan pesada que tan sólo puede mirar hacia abajo, no se les ocurra mirarlo directamente a los ojos, pues como le confesó al santo en su aparición: Nadie, Antonio, ha visto mis ojos, o quienes los vieron han muerto. Si levantara mis párpados - rosados e hinchados - te morirías en seguida.
Advertidos quedan gracias a Marisa.



martes, 16 de diciembre de 2014

SOLIDARIDAD



Llegó Juan de la Cirila cuando ya estaban terminando el desayuno.
—Se me ha hecho un poco tarde porque he pasado por el banco de alimentos a dejar unas cosuchas.
—Sana practica -dice Fernández-, aunque triste.
—¿Triste por qué?
—Me da vergüenza que haya gente en nuestro pueblo que tenga que recurrir a la caridad para poder empinar la olla.
—En nuestro pueblo y en todos los pueblos
—Peor me lo pones si hemos de aceptar que es práctica generalizada. Mala señal cuando hay que recurrir a la caridad, algo no funciona bien. Es el Estado el que tendría que asegurar que nadie llegue a ese extremo, procurando los medios de trabajo o de subsidios necesario. Parece que hemos vuelto a la economía de posguerra.
—Y hemos vuelto –apunta Mateo- estamos viviendo un retroceso como hacía muchos años que teníamos olvidado. Ahora es generalizado, han caído la sanidad, la educación, los servicios, las pensiones, y lo que es peor, la educación y la cultura. Sin esos dos pilares, no hay avance posible. Buceando en internet me he encontrado con un asunto espeluznante: una lista interminable de suicidios relacionados con la crisis en la que se muestran uno a uno los casos y sus antecedentes. La crisis arruina y mata, pero los medios no informan por no provocar alarma social y atenuar el dolor de los parientes, según dicen.  De nuevo los efectos primando sobre las causas.

—Eso es porque hemos perdido la fe. Un cristiano nunca atentaría contra su propia vida. Es un gran pecado.
—No digas ñoñeces, Juan, eso está bien para los creyentes, si es que queda alguno de verdad. Estamos hablando del fenómeno social del que todos somos responsables. Para lo de las creencias, te recomiendo un libríco de Unamuno llamado San Miguel Bueno, mártir.
—Déjale el libro, Mateo, a ver si se le pega algo. Culpables somos unos más y otros menos, el verdadero responsable es este capitalismo salvaje en el que solo importa el dinero y el triunfo social, pasando por encima de lo que haya que pasar.
—Bien dicho, Casaseno, en eso estoy contigo.
—No me des coba, Juan, que te conozco, tú siempre al sol que más calienta. Lo triste es que la crisis la han provocado los sinvergüenzas que nos han dejado en cueros y la tenemos que pagar los pobres. Y culpables somos en la medida que no nos hemos preocupado en escoger a los mejores para la cosa pública y en no correr a gorrazos a los sinvergüenzas cuando los hemos detectado. Nos han tomado el pelo porque muchos a su alrededor también se lucraban del choriceo, mira el bigotes y toda su panda.
Tercia Fernández conciliador, porque al Cacaseno se le ponen las venas del cuello como pollizos de olivera:
—Como siempre ha sido, basta con echar un vistazo a la Historia. Los poderosos y los de su alrededor han manejado el asunto como han querido y los pobres a tragar. De vez en cuando nos echan unas migajas para que nos contentemos y mientras rula no es chamba.
—Coño, Fernández, entonces, ¿Qué esperanza nos queda?
—Quizás tengamos que inventar un sistema nuevo.
—Eso, eso, la revolución.
—No empieces, Cacaseno.





martes, 2 de diciembre de 2014

¿PODREMOS?

 Como el día está lloviznoso, los contertulios hacen un extra y se regalan con un platico de migas que hace la mujer de Pepito, acompañadas de olivas cornicabras y unos chatos de vino.
El sólido almuerzo hace que los ánimos se relajen, el día pinta duro: la señora Mato dimite antes de que su presencia en el escaño afrente al jefe que afina los bolillos para no hacer el ridiculo hablando de trasparencias. Al parecer la dama se comió parte de un jamón sin indagar procedencia; el Papa, en un acto sin precedentes, corta cabezas de monseñor con puro, otrora reverenciado por estas tierras; el esperpento de los aviones sigue cabalgando hacia la nada mientras el Sr. Garre se empeña en buscar soluciones imposibles y decir que aquí no pasa nada, que los 200 millones son pelufa de caña; el Señor Bernabé, reciente consejero tras la honorable dimisión de D. Manuel Campos Sánchez, cambia de opiniones como de camisa, enterrando en el olvido la magnifica gestión del puerto de Cartagena que hiciera Adrian Ángel Viudes; la desdicha se cierne sobre el campus universitario donde los estudiantes mueren de forma misteriosa, como los novicios que se arrojaban por las ventanas en la novela de Umberto Eco; y las piezas separadas de la Gurtel se mueven como cristales de un caleidoscopio, salpicando las finanzas obscuras del PP.
—Estoy por no volver a leer el periódico, dice Mateo.
—Eso hago yo desde hace años, así no me caliento la cabeza, no trae más que desdichas y embustes de unos y de otros.
—Pues no me parece solución, Juan, con ese pasotismo lo que hacemos es dejar las cosas en manos de quien nos gobierna mal, y así nos va.
—¿Es que te piensas que alguien nos iba a gobernar mejor? Todos van a los suyo, que es llenar la capaza.
El Cacaseno aprovecha:
—Os lo tengo dicho: Republica democrática.
—Ya estamos, ¡que tendrá que ver el culo con las témporas! La democracia es una categoría superior, nada tiene que ver con la forma de gobierno, hay monarquías democráticas y republicas totalitarias. La forma de gobierno no es ninguna garantía.
—De acuerdo, pero no me negareis que el caldo de cultivo que se ha propiciado en esta región viene por ahí.
—Pues no lo creo, viene del mucho tiempo que nuestros políticos están instalados en sus poltronas. Tanto que han acabado creyendo que el coto es suyo cuando solo era arrendado. Tomar la política como profesión, es mal asunto.
—No te olvides que fuimos nosotros –y Mateo hace un círculo con la mano, que nos engloba- quienes los pusimos al frente de la cosa pública. Si ahora tenemos imputados por delitos de corrupción a dos consejeros del gobierno regional, un delegado del gobierno y el alcalde de la capital, son lodos que han traído aquellos polvos que metimos en las urnas.
—Dos mil imputados y otros dos mil sospechosos, añade el Cacaseno por lo bajo
—Hombre, cuando votamos no podíamos esperar esto.
—Entonces no, pero después de veinte años, en la región hemos seguido insistiendo.
—Habrá que esperar.
Los contertulios, amodorrados por la ingesta, se dispersan en silencio.




martes, 25 de noviembre de 2014

PUEDE QUE PODAMOS

 Pepito esperó a que llegara el médico para servir las tostadas y los cafés. El tío Cacaseno venía con ganas de gresca.
—Al final escurriste el bulto, Mateo, no me quedó claro lo de Podemos.
—Ni a mí tampoco, Cacaseno, no hay nada claro en estos tiempos de tribulación, solo que nos han defraudado, mentido y robado a manos llenas. Que nos han metido en deudas que pagarán nuestros nietos si es que esto no se va al carajo antes, y que ni autopistas, ni trenes soterrados ni aeropuertos inútiles.
—Pues vaya panorama nos pintas ¿Qué podemos esperar?
—Esperar, no. Hacer, pensemos en que podemos hacer.
Silencio.
—Pues yo no veo que lo hayan hecho tan mal los que nos gobiernan, tampoco Europa les dejaba hacer otra cosa –apunta Juan de la Cirila.
—No te engañes, Juan, siempre se pueden hacer las cosas de otra manera, Europa puede obligarnos a recortar porque lo nuestro era un disparate, pero se puede recortar en muchas cosas antes que en las cuestiones sociales.
—Eso se dice pronto, Mateo
—No, eso se dice y se hace, se puede recortar en gastos de administración, menos políticos con tarjetas, más control de bancos y cajas, ejército reducido a sus justos términos, menos subvenciones a entidades privadas y a las confesiones religiosas; más ayudas para investigación, sanidad y cultura, que es lo que diferencia a unos pueblos atrasados de otros punteros. Se ha rebajado el nivel cultural de este país hasta límites impensables. Basta salir al extranjero y ver cómo andan en Europa, y a ellos también les han recortado, pero siguen llevándonos una gran ventaja en lo que a educación y cultura ciudadana se refiere. No te digo nada de los de más al norte.
—Puede que tengas tu razón, pero como se vive aquí…
—Aquí vive bien el que vive bien. Nosotros, que nos apañamos con cuatro cuartos y que aún podemos quitarnos media paga para socorrer a los que tenemos en paro alrededor, pero hay demasiadas familias sin recursos, demasiados desahucios y demasiada gente que tiene que dedicarse a la economía sumergida para sobrevivir. Eso no engendra más que picaresca y deterioro social
Mateo, el Don Mateo de un Centro de salud de barrio hasta que ha cumplido los sesenta y cinco y le han dado la cuenta, calla un poco avergonzado. Quizás ha entrado con demasiado ímpetu en la tertulia.
— ¿Como lo ves tú, Fernández?
—Que quieres que te diga, Mateo, triste pero cierto. Lo que no le veo es la punta.
—Aquí lo que hace falta es la Republica, a grandes males grandes remedios. Hay que cortar por lo sano.
—Tampoco es eso, Cacaseno, lo que hace falta es transparencia de verdad, que los grandes partidos asuman que se han quedado obsoletos, que es imprescindible una campaña de regeneración democrática a nivel nacional y por consenso, quizás poner al día la Constitución,  arreglar el asunto de las nacionalidades y volver a conquistar el aprecio de la ciudadanía. Separación de poderes total y efectiva y dotar al aparato judicial de medios para que sea eficaz. Y el que la haga que la pague, pero de verdad, el tío a la cárcel y los cuartos de vuelta al cajón.
—Sí, estamos de acuerdo, pero ¿Quien le pone el cascabel al gato?
—Esa es otra.

La tertulia, hoy, se ha disuelto en silencio.

martes, 18 de noviembre de 2014

¿PODEMOS O NO?


Ante la insistencia de mis dos lectores habituales, este blog retoma su bamboleante andadura para seguir dando voz, entre otros, a mis leales contertulios del Hogar del Pensionista, Fernández, Juan de la Cirila y el Cacaseno, con nuevas aportaciones que podrá encontrar el que continuare leyendo.

Al Cacaseno no le gustó la incorporación de Mateo a la Tertulia. Don Mateo había sido Mateo o Mateico para todos desde que iban juntos a la escuela, pero cuando volvió al pueblo con su flamante titulo madrileño de medicina, se convirtió en Don Mateo para siempre.
—La mucha gente para la guerra es buena, parece que le dijo el Cacaseno a Fernández el primer día.
Fernández, como prudente, no hizo caso, pero el Cacaseno se quedó con su aquel atravesado en la garganta y al desayuno siguiente, apenas esperó a que Pepito le trajera las tostadas para salir arrastrando:
—Entonces, Mateo, tú que has vivido en la capital, ¿Cómo ves lo de Podemos?
Mateo se toma su tiempo. Viene a la tertulia a relajarse y no a que le pongan exámenes, es hombre conciliador.
—Pues te diré, por un lado lo veo bien y por otro no tan bien.
—Ves como Mateo sabe -salta Juan de la Cirila.
—Quiero decir que veo positivo y aún necesario que aparezcan estos movimientos frescos y con tintes renovadores en medio del pudridero en que nos han colocado tantos sinvergüenzas como han salido en uno y otro lado.
—No, si frescos sí son.
—Tampoco es eso, Juan, me refiero a que son nuevos, que traen un aire esperanzador. Seguro que todos hemos votado a unos o a otros de los anteriores. Todos tenemos nuestra parte de responsabilidad y a todos nos han decepcionado. Unos más y otros menos.
— ¿Entonces que les ves de malo a los de Podemos?
—De malo nada. Lo único que no veo claro es que puedan constituirse en alternativa de gobierno con un programa que a mi parecer contiene más utopías que otra cosa.
— ¿Que programa?
—Pues el de Podemos, ¿no lo habéis leído?
Silencio.
—Yo lo tengo, si queréis…
Silencio
—Por ahí hay que empezar, aunque solo sea una declaración de principios, conviene no dejarse llevar por las palabras ni por el aspecto de los lideres. Hechos, hechos, o por lo menos intenciones claras y por escrito. Programa, programa, como decía aquel.
—A lo mejor este no es el definitivo, y en cualquier caso, sabes que los programas están hechos para no cumplirlos.
—Lamentablemente cierto, amigo Fernandez, pero al menos es una base de partida. Y en nosotros, los ciudadanos está el obligarlos a que cumplan lo que nos prometieron.
— ¿Y hablas tú de utopías? -Aprovecha Juan de la Cirila para meter baza- ¿pues qué nos queda, a estas alturas? Nada es creíble ya, nos han engañado los unos y los otros y no han dejado en el cajón más que telarañas. Hasta yo, que ya me conocéis, no tengo claro a quién votar en las próximas.
—Pues, visto lo visto, ya sabes, dice el Cacaseno.
—A los tuyos, desde luego que no.
—Haya paz -dice Fernández-, aún queda tiempo. Amanecerá Dios y medrar hemos.
—Santa palabra, apoya Mateo afanado en su tostada.





martes, 13 de mayo de 2014

DESPEDIDA Y CIERRE (POR AHORA)


Acaba este blog de sobrepasar las 100.000 visitas. Esta o cualquier otra reflexión podría hacerse a las noventa mil y pico o a las cien mil y algo, aunque parece que los números redondos constituyen referencias de superior rotundidad y a ellas procuramos atenernos. En cualquier caso, son muchas visitas para un  blog de modesta factura como este en un periodo relativamente corto. Uno, que es proclive a sacar pecho sin demasiado fundamento, corre el mismo peligro que le acechaba al mozuelo ayudante de Maese Pedro cuando desplegaba su retablo ante D. Quijote y el resto de la distinguida concurrencia. El Quijote virtual que llevo instalado en la oreja, me ha susurrado igual que entonces “Llaneza, muchacho, no te encumbres que toda afectación es mala”.
Uno de mis cuñados, llegada la época de Semana Santa, comienza una dura cuarentena durante la que se priva de alcohol y tabaco. Dice haber heredado tan sabia practica se sus ancestros que la llevaron a rajatabla a lo largo de su vida, logrando con esta receta prolongarla hasta edades venerables. Pasado el periodo penitencial, el hombre vuelve a la carga con renovados bríos.
Sea por las indicaciones de mi donquijote particular o por las siempre acertadas recomendaciones de mi cuñado, he decidido aplicar parecida terapia a mi adicción bloguera, interrumpiendo las publicaciones hasta que el sosiego contemplativo que recomendaban mis maestros budistas vuelva a inundar mi corazón de saludable modestia.
Así pues, me despido de todos vosotros (no cometeré la flagrante estupidez de citaros a las que ya estáis incluidas en el genérico) agradeciéndoos de todo corazón el cobijo que a mis palabras habéis dado en los vuestros.
Me queda pedir sinceras excusas a cualquiera que haya podido sentirse herido o molesto por alguno de mis comentarios que no siempre tienen la elegancia con que mi imaginación los ha concebido. Sigo fracasando en el empeño de decir lo que debo con la finura que quisiera.
Un abrazo para todos y cada uno de vosotros, hasta que la fortuna vuelva a reunirnos.




martes, 6 de mayo de 2014

¿ELECCIONES?

Cuatro años a nuestra edad son muchos años, tantos que en cada periodo electoral uno piensa, inevitablemente, si será la última ocasión en que pueda participar. Cuando se avecinan elecciones, aunque sean europeas, la tertulia del Hogar del Pensionista se pone que arde.
–Tanto que hemos peleado para poder votar y ahora se me han quitado las ganas, dice el Cacaseno, siempre ácrata. No tengo ganas de dar mi voto, que es lo único que tengo, a ninguno de esta pandilla de flojos aprovechados que solo quieren tocar teta europea para poder exprimirla.
–Pero hombre, tío Cacaseno –tercia Fernández- la única forma de hacernos visibles, en democracia, es participando, manifestando nuestra postura, haciendo que se nos oiga.
–Mira que eres infeliz, Fernández, a estas alturas aún no te has dado cuenta de que se ríen de ti y de tu voto. ¿Sabes a lo único que colaboras con él? Pues a que les den el dinero correspondiente al partido que votes. Por cada voto, perras son, como en San Antón. ¿Para qué sirven los programas electorales de unos y otros? ¿Has visto a alguno que los cumpla una vez que se han alzado con el mochuelo? Lo que hacen es lo mismo que hacíamos nosotros de mozos, prometer hasta meter y una vez que se ha metido, olvidar lo prometido.
–Como va a ser eso así, -dice el tío Juan de la Cirila que cojea del pié derecho- gana el que tiene que ganar, la mayoría moderada, los que no queremos desordenes ni algaradas callejeras, los que queremos que nos gobiernen como Dios manda. Yo sí que pienso votar, y ya sabéis a quien.
Lo de las algaradas nos ha dejado fuera de juego, así es que, porque haya paz, rebajamos el tono de la conversación, que nos estaba subiendo el colesterol.
–Bueno, pues yo pienso votar cuando me toque, aunque sea en blanco, pero votar, voto.
–Pues mira lo que te digo, Cacaseno, he defendido a capa y espada esa opción, porque me parece que es una ocasión sagrada de manifestarme como ciudadano de pleno derecho e indicar que no me gustan ni unos ni otros, pero tal como están las cosas, estoy planteándome seriamente no acudir a votar.

–Yo prefiero antes que eso, poner en mi papeleta “chorisossssss”.
–Pues que sepas que eso es un voto nulo y de tu “chorisosssssss” no se va a enterar nadie. Mejor dejar las urnas desiertas, como recomendaba Saramago. Que se gobiernen a sí mismos, nosotros ya nos apañaremos. Volvamos a la época de la guerra contra los franceses en la que cada alcalde decidía como si fuera el jefe de la nación.
–¡Leches!, pues estamos atrapados.
–Ya te digo.



martes, 29 de abril de 2014

CHISPEA EN MI CIUDAD

  Desde hace unos días el cielo está emboriado, se alternan nubes y claros pero la lluvia, esa lluvia mansa y larga que el agricultor espera con ansia mientras escruta el cielo, no se decide a caer. Los telediarios de la noche dan agua –con frecuencia en exceso- para la mitad de arriba de la Península, cielos entreverados “y alguna precipitación aislada” para la otra mitad. Qué le vamos a hacer, nunca llueve a gusto de todos.
Yo aprovecho esos días que propician escasa afluencia de personal para pasear por la ciudad. En un sitio donde llueve poco, las estructuras se ven siempre desbordadas por el agua, los charcos de Belluga que reflejan el imafronte de la Catedral como en un espejo roto, tardan en desvanecerse y con frecuencia se atrancan desagües e imbornales[1]. La falta de costumbre hace que la gente olvide los paraguas en cualquier sitio, porque arrastrarlos todo el día, hora abierto, hora cerrado, acaba convirtiéndose en un incordio.
Si os apetece, acompañadme a recorrer la larga calle de Platería que conocimos en mejores tiempos, cuando constituía emporio de últimas novedades, antes de que las grandes superficies y las tendencias cambiantes de la moda dieran al traste con el comercio tradicional.
Tomemos la precaución de no acercarnos demasiado a las paredes evitando ser víctimas de los goterones grisáceos que se desprenden de los locales abandonados. El Ayuntamiento, misericordioso o avergonzado, ha cubierto las fachadas decadentes con grandes paneles de dibujos que muestran una ciudad virtual de improbable materialización; lleguemos hasta Sta. Catalina donde el espacio se abre y se ilumina. Las altas Jacarandas se vestirán de pasión en primavera, pero ahora se limitan a escoltar el monolito sobre el que campea la Inmaculada, inaugurado el 8 de diciembre de 1954, siendo Papa Pio XII, Jefe  del Estado Francisco Franco, Gobernador Civil José Mª Alfín Delgado y alcalde Ángel Fernández Picón, como reza la placa de mármol que lo adorna. Símbolo franquista según algunos, que nadie se ha molestado en retirar. Algo impresionados, dejamos atrás el monumento en nuestra ruta hacia la Plaza de las Flores. Antes diáfana, con algunas mesas siempre repletas, se ha convertido en una especie de campamento moro –o cristiano- en cuyas tiendas de campaña comenzaron refugiándose los fumadores y han proliferado hasta hacer difícil el discurrir del viandante. En esta ciudad somos excesivos para todo: comienza un establecimiento con una tímida terraza envuelta en lonas, y a la semana siguiente no queda un metro cuadrado libre de ellas en toda la plaza.
Al pasar por delante de Bonache, el aroma de los pasteles de carne os asalta; muchos establecimientos de la ciudad los confeccionan de forma excelente, pero debo confesar mi debilidad por los de Zaer, en la antigua calle de los Ciegos, hoy Riquelme. Los sirven todavía a la manera antigua: sobre un trozo de papel que el solicito camarero extrae de una pila que nunca mengua. Dos golpes de cuchillo asestados con fuerza, dejan el pastel cuarteado delante del cliente que se coloca a prudencial distancia algo intimidado. Unas olivas de Cieza y un vinillo blanco de botella anónima, completan el discreto festín que se remata con un cuerno hojaldrado y empalagoso.
Los días de llovizna me resultan especialmente agradables en Murcia.





[1] Santiago Delgado, con afinada pluma ha glosado ese imafronte con exquisito plectro: http://oficiodescribir.blogspot.com.es/2011/05/el-mayo-del-imafronte.html.

martes, 22 de abril de 2014

PROCESIONES


Aún con la resaca de las procesiones, nos preparamos a meternos de lleno en las Fiestas de Primavera. La gente tiene ganas de divertirse y parece que la situación de este país sea espléndida en vez de ser dramática. Una semana de folklore variado con estatuas de todas clases paseadas a hombros devotos y otra de barracas huertanas, pasteles de carne, chino chumarrao y paparajotes. Que no decaiga, y a las penas, puñalás.
A Juan de la Cirila lo hemos visto desfilando en una de las procesiones del pueblo. Esperemos que haya hecho penitencia por el resto de contertulios que no somos de mucha misa.
—No es tanto cuestión religiosa como de tradición. Mi padre salía en esta procesión y yo sigo la costumbre familiar, por cierto interrumpida durante la Republica, que lo sepáis, vosotros tan amantes de las libertades.
El Cacaseno necesita poco para tirarse al ruedo.
—No me toques la Republica, que fue el único periodo luminoso que hemos tenido en este país en los últimos cien años, lo que pasa es que no tenemos preparación y el asunto se fue de las manos. Yo soy el primero que no estoy de acuerdo con la quema de conventos y todas aquellas barbaridades, pero esas desdichas las trajo tanto tiempo de oscurantismo y de que la iglesia católica viniera a inmiscuirse en la vida de los ciudadanos.
—Pues eso ha cambiado poco –interviene Fernández- la iglesia, cualquiera que sea, siempre intentará que todos vivamos con arreglo a sus códigos, por algo se arrogan la posesión de la verdad absoluta, ahí tenemos al Sr. Rouco.
—No me mientes la bicha. Nunca he entendido ese afán de injerencia de la iglesia en los asuntos civiles, mejor dicho, si lo entiendo pero me indigna. Los que crean en los preceptos de cualquier religión, que los sigan, que nadie se lo impide y que no pretendan manipular las leyes civiles, que ya somos mayorcicos para andar por donde nos parezca oportuno. No entiendo yo que pintan las autoridades civiles en las procesiones religiosas, ni la guardia civil, y menos los legionarios, con o sin cabra. No veo yo que haya reciprocidad y los obispos y curas desfilen con el sahumerio tras los Moros y Cristianos o los Cartagineses y Romanos, sería justa correspondencia, ¿no?

—No seas acémila, Cacaseno, son tradiciones de toda la vida, tradiciones que hay que respetar aunque no sepamos muy bien de donde vienen ni que significado tienen. Refuerzan nuestro sentido de pertenencia al grupo.
—Mira Fernández, no me quieras templar, que eres muy palabrícas. Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios, cada mochuelo a su olivo y que cada perrico se lama su… lo que ya sabes. 
—Lo del Cesar me ha convencido. Vamos a comernos un pastelico de carne con un quinto y pelillos a la mar, que ya estamos en fiestas. El año que viene, seguiremos dando la matraca si es que estamos aquí.
—Santa palabra, remata Juan.


martes, 15 de abril de 2014

NON PLUS ULTRA


De la prensa: “La nueva Ley de Educación se plantea eliminar los estudios de Filosofía”

Dicen los que saben de filosofía que es más importante practicarla que aprenderla. Me explico, que la filosofía no se aprende, se debe practicar, no como una ciencia muerta sino como una viva que presida cada momento de nuestra existencia. En ese es en el sentido que a mí me cautiva. Seguro que es bueno conocer su origen, su historia y desarrollo, lo que dijeron aquellos pensadores que conocimos en el colegio, Anaximandro, Anaxímenes, Sócrates, Platón, Aristóteles -¡nombres sonoros e impresionantes!-, incluso algunos más modernos –Kant,  Kierkegaard, Aranguren, Jarauta, Savater- y sus aforismos, aporías, éticas y estéticas; pero lo más interesante es practicarla, es decir, plantearse en cada momento la razón última de las cosas, analizar lo que nos rodea y tener un juicio personal, moral y analítico de nuestro entorno y de lo que en él acontece. Pensar cada uno por su cuenta poniendo en cuestión todo lo recibido como mera información. En definitiva, una lectura crítica de la vida, como me recomendaban mis maestros refiriéndose a la “critica de fuentes”. En ese aspecto y, con la modestia que corresponda, todos somos –o deberíamos ser- filósofos.
Pero el filosofo es, en muchos sentidos un provocador, un inconformista, como aquel perro cínico que según noticias vivía en una tinaja o algo parecido, discípulo de Antístenes que lo había sido de Sócrates.
Esos personajes resultan incómodos para el sistema establecido. El sistema se nutre de mentes acomodaticias que se alimentan de las experiencias ya escritas, de preguntas ya respondidas una y otra vez a lo largo de los tiempos. ¿Si a nuestros antepasados les fue bien así, porqué no continuar del mismo modo? ¿Qué necesidad hay de innovar, de explorar nuevos caminos que pueden llevarnos a la incertidumbre y a la debacle? Es mejor darles soluciones a los niños que plantearles problemas. Nosotros, los mayores, ya lo sabemos todo. Bastantes tropezones nos ha costado aprenderlo para que ahora queramos que nuestros descendientes pasen por lo mismo, hay que ahorrarles sufrimiento, evitarles cualquier esfuerzo. No es necesario pensar tanto, todo está ya descubierto, basta remitirse a las sabias enseñanzas de los grandes libros en los que todo el saber está concentrado. La obligación de la sociedad es cultivar ciudadanos de orden que se limiten a cumplir las normas establecidas, de pensar ya se ocupan los padres de la comunidad que se sacrifican por ella, a cambio, naturalmente de pingües beneficios.
La filosofía en las escuelas solo sería un incordio más para los pobres estudiantes afligidos ya en demasía por la montonera de textos que deben memorizar. Sería inhumano exigirles, encima, que se pongan a pensar.

Un sistema justo, como Dios manda, debe alejar de si esas veleidades de los llamados pensadores. Todo está escrito y no hay más que referirse a las sagradas y universales enseñanzas recibidas de nuestros mayores. Allí se encuentra toda la sabiduría necesaria para la vida. Eso es lo que nos conviene, Non plus ultra.

sábado, 5 de abril de 2014

SEÑOR PRESIDENTE (XVI), Todo para el pueblo



Hoy, Señor presidente, con la primavera recién inaugurada, mi actitud siempre positiva y la pose alegre y desenfadada que me caracteriza, me dirijo al trabajo no sin antes detenerme en mi bar de cabecera para echarme al coleto el parco desayuno que acostumbro. Uno de los dos periódicos de mi región me espera sobre el discreto velador que me tienen reservado, me gusta conocer la opinión de mis conciudadanos. Por el diario me entero, Sr. Presidente, que mantiene Ud. todavía en secreto cual ha de ser el candidato y el resto de los postulantes a las elecciones europeas. Algunos comentarios mal intencionados, le achacan falta de decisión y de respeto a la ciudadanía jugando a la incertidumbre como si del secreto de Polichinela se tratara. Le animo a que no haga caso de ellos, ese mismo periódico nos comunica que nuestra Asamblea Regional es el Parlamento menos transparente de toda España, y sin embargo ya ve lo bien que nos va: llevamos veinte años votando al mismo Presidente y si ahora dejamos de hacerlo es sencillamente porque se nos va a Bruselas a ver si allí hace un solar parecido al que aquí nos deja. Un movimiento ciudadano llamado Convocatoria por el Cambio, nos propone votar una de las cinco mentiras más gordas del gobierno Valcárcel en relación con las promesas que nos hicieron: el Aeropuerto fantasma de los 200 millones que pagaremos a escote, los recortes en Sanidad, la corrupción en la que está imputado nuestro alcalde, el soterramiento del Ave, el desastre del paro, etc. Se han dejado para mejor ocasión La Cerrichera, Portman, La Paramount, la Desaladora de Escombreras, el fiasco de las reparaciones lorquinas y otras que supongo verán la luz en próximas ediciones.
Pero no todo ha de ser negativo en nuestra región: una de nuestras empresas emblemáticas, El Pozo está recibiendo plácemes principescos en la feria Alimentaria de Barcelona, Plácido Domingo es investido doctor Honoris Causa en la UMU, Manolo Belzunce y Pedro Cano triunfan con sendas exposiciones y Elton Jhon se casa después de veinte años de convivencia y dos hijos. Por si fuera poco, la policía se incauta de 70 Kg. de cogollos de marihuana y detiene a los cuatro vándalos que este fin de semana quemaron veinte contenedores en Santomera. 
Al lado de semejantes logros, ¿Qué importa si el Sr. Rouco nos alerta sobre la posibilidad de otra guerra civil? ¿o que Pilar Cernuda se deje caer con el secreto del elefante blanco? (eso de mentar al elefante en casa del cazador no lo encuentro de buen gusto) ¿o que Bruselas nos diga que los recortes han afectado a las clases mas desfavorecidas, cosa que ya sabíamos todos, y nos mande cerrar a cal y canto el vertedero de Abanilla?
Lo importante es que se acerca la Semana Santa; que nuestra rica imaginería recorrerá de nuevo las calles; que los chiquillos recibirán sus monas y caramelos; que probablemente esas imágenes provoquen lluvias benéficas; que enseguida llegarán las fiestas de Primavera y nos vestiremos de una u otra cosa como si también fuéramos críos despreocupados; que nos hincharemos de cerveza, guisados de cuchara, cochino con perdón y paparajotes en los Huertos; y que mientras rula no es chamba.

Así que, Sr. Presidente, no se deje amilanar por las criticas, Ud. que es hombre culto recordará sin duda la vieja máxima: “Todo para el pueblo pero sin el Pueblo”.

martes, 1 de abril de 2014

TRIBULACIÓN Y MUDANZA CATALANA

Sea de Sta. Teresa o de S. Ignacio de Loyola la conocida frase, viene a cuento del lío que entre unos y otros hemos montado en Cataluña. Los unos por ignorantes y zafios en el trato de una cultura diferente y enriquecedora de la que debíamos habernos aprovechado en vez de hacer como el necio que “desprecia cuanto ignora”. Los otros porque hartos de desdenes magnificados y bien manipulados, han optado por el sistema infantil de buscar enemigos exteriores haciendo abstracción de la caótica situación en que esta crisis y sus nefastos gestores nos ha sumido a todos.
Sea como fuere, hasta aquí hemos llegado y desde aquí hay que buscar soluciones. Y no pinta nada bien. Hasta el punto de que yo me pregunto si no sería conveniente que, buscando el encaje legal necesario, se hiciera la famosa consulta, y si no sería procedente que se extendiese al resto de España, cuyos ciudadanos también tienen que decir lo suyo al respecto. Ello nos daría la oportunidad de conocer la verdadera realidad de lo que piensan los catalanes en su conjunto y el resto de los españoles en el suyo. No vaya a pasar como con el Partido Comunista, que hubo un momento en que pareció que España entera fuera roja. Pues resultó que eran los que eran y ahí están, tan rica y democráticamente sin que ninguna fractura dramática haya surgido como consecuencia de su legalización proscrita durante tantos años.
En cualquier caso, si la cantidad necesaria de catalanes opta por la secesión, no veo tampoco el interés de que sigan formando parte de un país en el que no quieren estar. Lo que hicieran a partir de ese momento, sería cosa suya, podrían integrarse en Europa (si Europa los recibe) o aliarse con el bloque americano, soviético, chino o coreano, por no hablar de Bolliwood. No es, desde luego el camino que a mí me parecería lógico ni deseable, pero me plegaría, respetuosamente a esa decisión si lo fuera de forma mayoritaria. Otra cosa serían los aspectos prácticos y económicos de la nueva nación secesionista que no se me ocurre como se podrían solucionar. Me temo que sería una debacle para ambas partes, secesionistas y cesecionados.
No puedo dejar de sospechar, sin embargo que sean estas circunstancias aprovechadas por los políticos catalanes en el poder para lanzar una excelente y bien aprovechada cortina de humo sobre unos males muy parecidos a los que sufrimos con la misma o mayor intensidad en el resto de la, todavía, España. Males en gran parte debidos a su ineficaz gestión y a las corruptelas de todo tipo que allí han sucedido. Y me resulta sorprendente (de ser cierta mi teoría) que tal suceda en una sociedad adelantada, culta y poco manipulable –creía yo- como la de nuestros primos del norte del Ebro.
Quizás por eso sería recomendable, por su bien y por el del resto de los españoles, reconsiderar la cuestión desde parámetros nuevos basados en un mejor conocimiento y respeto mutuo, en los que tuvieran natural cabida el concepto de diferencias culturales y lingüísticas que no tienen por qué hacernos diferentes sino complementarios.

Parece una sabia recomendación la de “En tiempos de tribulación, no hacer mudanza”, sea quien fuere el autor de la cita.

martes, 25 de marzo de 2014

CIERTO PAIS

Hace ya tiempo, por razones que no vienen ahora al caso, tuve ocasión de viajar durante varios años por un país del sur, cercano y sin embargo muy diferente: otras costumbres, otro dios, otro tipo de gobierno, una población adoctrinada, sumisa y reprimida… un país que, comparado con el mío, me parecía atrasado, tanto como su propia cronología mostraba. Estaban en el año mil cuatrocientos treinta y tantos. Natural.
La multitud se resignaba con gusto a ser vasalla de un rey de origen divino que tenia palacios por todo el territorio, que vivía en medio de un lujo oriental, rodeado de una corte de aduladores medievales mientras el pueblo se mantenía en una economía de subsistencia y le rendía pleitesía. El índice de parados era aterrador y la mitad de la población se mantenía de los sueldos oficiales, lo que por otra parte aseguraba al régimen una estabilidad a prueba de bomba. El pensamiento oficial era el único aceptado y hasta los pocos disidentes del régimen disimulaban en público y se consolaban pensando que ese era el designio divino. Quizás en la otra vida tendrían el merecido desquite. Los limpios de corazón alcanzarán la gloria.
Las mujeres tenían un sitio diferente al de los hombres y caminaban un paso tras ellos. No acudían juntos a la escuela ni se mezclaban nunca en actos religiosos, por supuesto solo había una clase de enseñanza, basada en los principios irrenunciables de su religión, única verdadera. La mujer estaba sometida al marido -debía aceptar el que su padre le propusiera-, durante el resto de su vida. En caso de separación, el marido se quedaría con los hijos varones que él decidiera y la mujer saldría de casa en compañía de sus hijas y del ajuar que hubiera aportado al matrimonio. La homosexualidad no existía y la policía, abundante y bien pagada, decidía como solucionar los desmanes callejeros, evitándole gran parte del trabajo a jueces y tribunales. Había furgones blindados en todas las esquinas para garantizar la seguridad de los ciudadanos y la paz del país.

La medicina estaba solo al alcance de los ricos, los pobres se morían por lo suyo, de forma natural, como desde el principio de los tiempos. Eso contribuía a mantener un sano equilibrio ecológico.
La clase gobernante vivía en una nube de corrupción alrededor del monarca y “la propina” era cosa habitual en cualquier estamento público. Así había sido siempre, natural como la vida misma.
Aquel país era una balsa de aceite y los mendigos callejeros –nos decían- eran cosa de broma, formaban parte del folklore, había quien se sacaba los ojos para provocar lástima, ya ve Ud. La gente que buscaba en los montones de basura eran insatisfechos a la búsqueda de curiosidades, allí no existían las fechas de caducidad, nada era perecedero. La religión era el consuelo necesario y suficiente. Era un país feliz.


A veces pensaba: “yo jamás me quedaría a vivir en este país tan diferente al mío…”



martes, 18 de marzo de 2014

LAS OLIVERAS DE DON JOSÉ

Una noche en el Zalacaín.

Dice el profesor Buendía que el hombre es la palabra y no resulta extraño tal aserto en él, que la tiene fácil, abundosa y culta.
Un servidor, que cuenta entre sus escasas virtudes la avidez por el aprendizaje, procura imitarlo en ese menester, aunque con escaso éxito. Quizás por eso me refugio en la cómoda soledad de la escritura que me permite balbuceos y correcciones sin cuento con qué aderezar de adjetivos lo parco del contenido. Nadie que observe el plateresco final sabrá nunca de los fallidos intentos, de los tachones, vueltas y revueltas sufridas por las sensibles letras que atormento.
Algo parecido sucede con el precioso líquido que obtiene Don José de sus olivos centenarios en el Cortijo Blanco cabe la zona de Torre Guil, salvados por milagro de la piqueta urbanizadora que asoló la zona en los años sesenta. Tras la botella de tonos ambarinos que contiene el soberbio ungüento digno de pies esenios, se esconde todo un mundo de esfuerzos ancestrales dejados entre los troncos nudosos por varias generaciones de Buendía. En la humilde botella están también, latiendo silenciosas, las letras de infinitos poemas cantados por el viento a las verdes olivas productoras del aceite Royal Temprano que, como es notorio, protege la salud, ahuyenta los temores, expulsa el odio, trae la concordia a los corazones y promueve el deseo sexual de forma extraordinaria.
Puede que el profesor Buendía entretenga y anime con su verbo fácil y explosivo a sus olivos en las tardes calurosas del verano, cuando el fruto es apenas un botoncillo áureo, relatándoles sus largos viajes por el mundo o sus excursiones terapéuticas a mentes tormentosas. Les hablará abonico, con el mismo cariño que los trataba su abuelo hace ya siglos, llamándolos por sus nombres de olivera: Generosa, Atenea, Alborada, Santa, Galana, Airosa, Recatada, Albina, Licenciosa… y tantos otros.
Yo también he escuchado, en las noches serenas de Noviembre, un canto parecido y diferente. No suenan igual las Cornicabras de verdeo -más tarde moradas y luego negras azabache- que la Manzanilla que envidia a la Picual su verde agresivo y reluciente, o la humilde Arbequina de granos diminutos que la discreta Cuquillo nacida para dar nota enlutada a la colorida ensalada de mi tierra.

Cantan desde época griega los olivos mecidos por el aire suave, pasan los hombres y sus vanidades y ahí quedan, enhiestos, retorcidos e inmortales esos troncos, como quedarán para siempre las letras de los poemas que el viento ha parido al enredarse entre sus ramas.

Recomiendo una visita al blog del profesor Buendía: http://josebuendia.blogspot.com.es/

martes, 4 de marzo de 2014

ESTADO DE LA NACIÓN: UNA DE LAS DOS ESPAÑAS

No parece que hayamos avanzado mucho desde que el poeta, exiliado forzoso al final de su vida, hiciera ese acertado y triste comentario.
Los dos gallos se han plantado, cada uno en su rincón y desde lugar seguro han alzado cantos estridentes procurando amilanar al contrario. Los seguidores de uno y otro, provistos de orejeras que solo permiten ver uno de los colores del espectro político, los han jaleado convenientemente cuando la pausa oratoria lo sugería. Con arreglo a la vieja y eficaz norma política: pregunta lo que quieras que contestaré lo que me dé la gana, han desembuchado machaconamente durante largas horas los discursos que traían aprendidos, respondiendo a preguntas sobre la marcha con frases en conserva. El alarde parlamentario que en otras épocas consistió en hacer gala de oratoria, elegancia y agudeza, se ha trocado en un ejercicio elefantiásico que emula las soporíferas sesiones con las que Castro afligía a sus pacientes vecinos. No hay quien resista una de estas exposiciones, menos quien la entienda y muy pocos los que sean capaces de dilucidar entre la avalancha de cifras contrapuestas, de inexactitudes y de silencios sobre cuestiones que el ciudadano creía fundamentales, cuál es la verdad o por lo menos cuál de los gallos estentóreos se aproxima más a ella.







Luego salen a la palestra los pollos de menor entidad y también arremeten. Para el titular del gallinero, curtido ya, con espolones afilados a modo de concertinas y con un revés que McEnroe hubiera envidiado en sus mejores tiempos, son pan comido.
Y el ciudadano medio, agobiado por su situación personal; por la de sus hijos reducidos a la inoperancia o forzados al exilio; por la de sus mayores cada vez más desatendidos y temerosos ante un futuro que creían tener asegurado; por la de sus vecinos, algunos de los cuales está todavía peor que él, entra en un bucle de melancolía al que no le adivina salida. Se ha prometido muchas veces no acudir nunca más a las urnas, pero sabe que esa tampoco es una buena solución. Acepta que es animal político y percibe con claridad que el desafecto por la participación ciudadana no es una recomendación deseable. Es consciente de que su dejadez ha propiciado el que a la política no hayan acudido los mejores ni, en muchos casos los más honrados. Él también tiene su parte de culpa, lo asume pero no sabe como remediarlo.
No es cierto que todos los políticos sean iguales, ni todos los partidos tampoco. Oye  el españolito a unos y a otros decir que las soluciones a la crisis que ellos proponen son las mejores, pero siente que las grandes mejoras macroeconómicas se han hecho sobre la base de empobrecer a la población (no a los dirigentes), recortar sus derechos y volver a las mujeres a la tutela de la que hace muchos años se habían liberado; que la banca sigue con sus pingües beneficios sin que el capital imprescindible para nuevos o viejos emprendedores fluya; que la competitividad que en este país ha sido el índice de referencia con Europa, ha subido gracias a los bajos salarios, como en China; que la sanidad y la educación se deterioran a ojos vistas; que debemos, a partir de ahora, inhibirnos de los crímenes internacionales…

El españolito se encuentra en medio de las dos Españas y no sabe a cual pertenece.

martes, 25 de febrero de 2014

NUESTROS BRAVOS GOBERNANTES

El generalito apolítico murió en la paz del Señor hace ya años y el inocente pueblo, salvado de la masonería los judíos y el comunismo que lo había aplaudido con devoción durante los últimos cuarenta años, giró la cara esperanzado hacia los nuevos líderes. Provenían de diferentes tendencias, pero se pusieron de acuerdo para enmendar todos los yerros sociales propiciados por aquella dictadura que, sorprendentemente, resultó que nadie había querido y mucho menos jaleado nunca. Toda la nación –con pocas excepciones- se había pasado aquellos años corriendo ante “los grises”.
Los padres de la Patria resucitaron el espíritu de la Carta Magna, olvidado desde 1912 y nos dispusimos a vivir con alegría renovada la Democracia. Adiós a la injusticia, adiós a la corrupción y al amiguismo, bienvenida la separación de poderes, viva el pueblo soberano.
Otros cuarenta años después resulta que estos mismos personajes y sus partidarios se han visto inmersos en escándalos de corrupción multimillonarios que han dejado el país hecho un solar. Se han llevado a Suiza hasta las alcancías de los niños con una desfachatez difícilmente superable. Mienten como bellacos ante las instancias judiciales y los medios de comunicación con atrasados y diferidos. Hacen gala de una caradura que envidiaría el del Rostro Impenetrable. Y si el asunto se pone feo no hay más que dejar que el tiempo se ocupe de las prescripciones o que el Ejecutivo extienda el velo misericordioso del indulto. Entre colegas no nos vamos a hacer daño, se dicen. Hasta las más altas instancias de la nación se ven envueltas en escándalos, corruptelas, cacerías ignominiosas y paseíllos ridículos.
Los ex líderes de unas y otras formaciones y sus pelotas de primer y segundo nivel, ya retirados de los affaires políticos, disfrutan de los pingües salarios que amañaron con astucia, en empresas privadas, durante sus años de poltrona. Se pasean por el mundo dando conferencias y teorizando sobre las mismas soluciones que no aplicaron durante sus mandatos respectivos. Las grandes compañías energéticas, inmunes al color político de sus benefactores, los acunan en sus consejos de administración y adormecen sus conciencias –si las tienen- a base de abultados sobres mensuales. Los mismos que llenan con las recaudaciones forzosas de los abonados cautivos.
Y todavía se permiten estos caballeretes sacar la cabeza cuando la ocasión lo permite, para aconsejar con ademan melifluo sobre lo que debemos hacer y pontificarnos sobre lo divino y lo humano. Contemplan la crisis que nos devora desde el confortable ambiente de sus despachos sin tener pajolera idea ni siquiera de lo que le cuesta al vulgo un café.

Desdichado país, en estos tiempos en que ya no son posibles las revoluciones.

martes, 18 de febrero de 2014

SEÑOR PRESIDENTE: La vaca de los Masai

Considero posible, Sr. Presidente que al igual que muchos de nuestros compatriotas, en la plácida hora de la sobremesa, junto al café y al puro en el confortable sillón de orejas, se permita Ud. unos instantes de relax contemplando los interesantes documentales de la 2. Habrá podido apreciar en ellos, además de las dificultades de los ñus y las cebras para cruzar, en su peregrinación anual el rio Masai Mara sorteando a los pérfidos cocodrilos, el mañoso artificio que utilizan los habitantes de la tribu Masai para alimentarse. Puede que como yo, haya sentido cierta adversion por su costumbre de infringir a la vaca de turno una pequeña herida en la yugular de la que mana de forma inmediata un chorro de sangre.
Esa sangre humeante, recogida en una escudilla y mezclada con leche de la misma o de cualquier otra vaca adyacente, formará la parte más importante de su dieta. Por encima de otras consideraciones de los nutriólogos que consideran harto insuficiente una dieta hematófaga como la de los vampiros, la cuestión me hace reflexionar sobre la situación de la paciente vaca, cuya opinión –si la tuviera- nunca he visto recogida en esos documentales.
Y pienso yo: pongamos que el sangrador vacuno de afilada flecha posee un rebaño de 50 vacas. A cada una  de ellas le tocaría pasar por el improvisado cirujano una vez cada cincuenta días, pero ¿Y si los términos se invierten y tenemos una vaca para cincuenta Masais? Parece claro que el pobre animal ha de doblar bien pronto ante tan insostenible extracción “por entrambas canales”, como diría el clásico. No se me alcanza el futuro que puede esperar a los Masai una vez que el animal se haya quedado tan caquéxico que no le quede una sola gota de sangre ni de leche.
Ya se que son reflexiones tontas, Sr. Presidente, pero a veces me parece oportuno compartirlas con Ud. porque estoy seguro de que también se habrá planteado alguna vez que clase de pueblo va a gobernar cuando nos hayan extraído hasta la ultima gota de sangre. A menos que, a diferencia de los Masai, tengan Ud. y los suyos, el suficiente espíritu de supervivencia como para comenzar cuanto antes la adaptación a un régimen vegetariano.
Atentamente suyo,

Uno de los Masai.
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