Señor presidente: por vías indirectas, de toda credibilidad, he tenido noticia del interés con que ha leído Ud. mis anteriores, y de los favorables comentarios que le han suscitado. Ello me mueve y anima a dirigirle la presente, para hacerle partícipe de algunas dudas e inquietudes que la situación presente me despierta.
No comulgo en absoluto con mi contertulio del Hogar del Pensionista, “Paco el Cacaseno” (del que sin duda tiene Ud. noticia, por ser persona de gran relevancia en mi pueblo), que echa pestes de su gobierno, de sus recortes centrados en sectores de relevancia social como la educación, la investigación y la sanidad, mientras el dinero fluye a raudales para banqueros y chorizos de manga blanca. Yo, que deposité mi confianza en su opción política en el momento oportuno, sé que tras ese pertinaz silencio que mantienen Ud. y los responsables de su gobierno, y tras los aparentes disparates de tijeretazos y bankias, se oculta un astuto plan que, revelado en el momento oportuno, hará fluir de nuevo el crédito, incentivará la economía, potenciará la investigación y la enseñanza publica, organizará el caos sanitario e incrementará el empleo llevándolo a cotas jamás imaginadas. El asunto es resistir hasta entonces. Algunos lo tenemos crudo.
Dice el Cacaseno que las culpables del disparate despilfarrador (aparte de la famosa burbuja inmobiliaria que nadie pinchó en su momento), han sido las Comunidades Autónomas, mayoritariamente las de su partido (de Ud.). Y puede que tenga razón; pero lo que el pobre ignora es que estas, en su inocencia, se vieron impulsadas al gasto desaforado mal aconsejadas por el perverso Zapatero que buscaba así su ruina y la de todo el país. Se escandaliza mi contertulio de que en este país tengamos 445.568 políticos para 165.967 médicos, 154.000 policías y 19.854 bomberos; más políticos que en Alemania, de la que estamos a la distancia social y económica de todos conocida. Ignoro sus fuentes, pero aunque fueran fiables, estoy seguro de que el de políticos no es un número en absoluto exagerado, pues son imprescindibles para la feliz gobernación de nuestra sociedad, mientras que maestros, médicos, investigadores, policías o bomberos son gentecillas prescindibles, de los que con un reducido número, la sociedad puede seguir funcionando al pistón, incluso mejor.
En mi región, Sr. Presidente, la amplia mayoría de los ciudadanos estamos más que satisfechos con el Gobierno que tenemos desde hace muchos años, la prueba es que lo votamos una y otra vez. Pronto tendremos un nuevo aeropuerto (uno más de los 49 que en España existen), mientras el antiguo (S. Javier), acaba de inaugurar una segunda pista que será abandonada en breve. A 70 Km., en la Comunidad vecina, tenemos otro, magnifico, recién ampliado, con experiencia de muchos años y una larga trayectoria de vuelos a todo el mundo. Me temo que sea imposible competir con él. ¿Qué haremos entonces con el nuestro, en el que se han invertido ingentes cantidades de euros? Siempre queda el recurso, como otros han hecho, de utilizarlo para que los jóvenes parados, con o sin novi@, o los ancianos de pensiones reducidas, utilicen sus pistas como alamedas para el reconfortante y económico paseo.
Gracias a las eficaces gestiones de nuestro Consejero de Cultura, pronto tendremos también un parque temático tipo Las Vegas, y aunque la industria conservera haya desaparecido o emigrado y el resto de tejido industrial se deshilache como algodón pasado, seguirán funcionando como un reloj los festivales de músicas atronadoras, las fiestas de romanos o moros, el Bando de la Huerta y el Entierro de la Sardina. Las gentes son felices, siempre lo han sido, con el pan y circo suficientes.
El Sr. Rubalcaba, siempre incordiando, sale ahora con lo del IBI de los 100.000 inmuebles de la iglesia católica. Eso, como los correspondientes a la Cruz Roja, partidos políticos, sindicatos o fundaciones varias, no deja de ser “peccata minuta”, unos pocos miles de millones. Aquí estamos los ciudadanos de a pie para que nos esquilmen, cual mansas ovis, al tiempo que medran bancos y asociaciones.
Por todo lo antedicho, Sr. Presidente, cuente Ud. con mi apoyo incondicional y mi voto seguro cuando la ocasión lo requiera. Y de paso, si mis atinados consejos y observaciones fueran de su interés, vea de incluirme en el número de sus asesores procurándome una modesta sinecura, que tengo dos chiquillos en paro, la asistenta sin dar de alta, el perro ético tras prolongada dieta, debo tres plazos de hipoteca, mi señora está al borde de la histeria y el coche sin pasar la ITV dos años. Me conformaría con una cosita modesta, alguna migaja de Bankia o cosa similar.
Suyo afectísimo.