Seguidores

martes, 20 de marzo de 2012

LLUEVE EN MURCIA

 

A finales de marzo, después de un invierno seco como un cascabillo, de improviso un día amanece lloviendo contra todo pronóstico de los hombres del tiempo que habían asegurado, quizás llevados de la práctica rutinaria durante tanto tiempo ejercida, “tiempo seco y soleado”. Murcia, bajo la cortina de agua mansa que cae del cielo entreverado de grises, parece esponjarse con la humedad. Arroyos de agua oscura recogen los lodos de tiempo inmemorial y los charcos van creciendo a medida que el día avanza y la lluvia persiste. Gran parte de los desagües, olvidada durante tanto tiempo su función, permiten indiferentes y ciegos que los riachuelos pasen sobre ellos; y los transeúntes apresurados chapalean mojados hasta las rodillas sin llegar a incomodarse por la lluvia que resulta una novedad insólita y gratificante.

Mediado el día, los edificios van rezumándose de una humedad que los tiñe de color marrón y  los riachuelos se vuelven más transparentes y lentos. Las palomas del jardín de Santo Domingo, que han aprovechado las primeras gotas para lavarse las costrosas plumas levantando las alas de forma alternativa, hartas del baño que ya se hace pertinaz, acaban refugiadas bajo los aleros que cobijan los nidos siempre crecientes, y los escuálidos naranjos del llamado pomposamente Bulevar Cetina, derraman un torrente cristalino cada vez que un muchachuelo travieso los agita, bromista, al paso de un compañero.
Las gentes, a las que ya va incomodando el agua, caminan pegadas a los edificios sorteando los gruesos goterones que caen a espacios intermitentes de las azoteas, resguardándose bajo los paraguas rescatados de rincones olvidados o comprados precipitadamente en tiendas de chinos, que se han apresurado a colocar todas sus existencias en las vitrinas.
Uno, que ama la lluvia como ama al sol y al viento y disfruta de ellos cuando toca, aprovecha ese día en la ciudad para hacer largas caminatas sin destino sintiendo el agua sobre la espalda, metiendo los pies en los charcos como cuando era chico y recordando –imagen recurrente siempre que llueve- aquella escena del pequeño salvaje, irrecuperable como todos los niños ferales, que danzaba enloquecido y feliz bajo la lluvia torrencial de Aveyrón.

25 comentarios:

  1. Recibí hace unos días un correo vía celeste que me enumeraba una especie de test para averiguar si eras murciano.
    Decía que no eras de Murcia "Si nunca has dao un abrazo chillao", "Si alguna vez no habías cogido el coche de línea", "Si no conocías el Pastel Cierva"...
    Una de ellas aseguraba que no eras de esta tierra: "Si alguna vez no has cancelado un plan porque está lloviendo".

    Mañana ojizarca, aunque llueva.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues si debo ser murciano, porque encajo. Mañana ojizarca discreta porque tengo una chapuza de lectura en Mula, casa Pintada, a la que estais invitados todos los que os apetezca presenciar una de mis actuaciones estelares.
      Ya estoy engolando la voz...

      Eliminar
  2. Todavía me escuece la paliza que me llevé por meteme en ellos. Aunque me vacié las "katiuskas", mi madre supo que lo había hecho. ¿Cómo? me preguntaba. Besos.

    ResponderEliminar
  3. Que se dice pronto: ¡¡Llueve!! y que es tan extraño.
    Saludos y feliz día.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Un lujo de agua, Paco, bienvenido. Lo celebraremos con las migas "ad hoc". Un abrazo

      Eliminar
  4. UMMM llueve y nive. Curioso. maravilloso. Y mi perrita calada. Ya me veo a media Murcia irse por ahi a comer gachasmigas. El que puede se lo pide a la mamá o la abuela. El que no se va por ahi a alguna venta a comerlas

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lastima de perrita! Desde luego, a las migas no les fallo hoy. Bienvenida aunque no se quien eres. Supongo que buena gente, al menos amante de las migas!

      Eliminar
  5. Hoy Mariano, a destiempo, lo sé, pero lo que HACE ES UN DIA DE MIGAS ruleras con vino de la tierra, y bien conversadas, sin tiempo, con buena compañia...y a ser posible, cerca de una buena lumbre y oliendo a esa fragancia insuperable que desprende la tierra mojada despues de un largo periodo de sequía.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y que lo digas, Nico. La tierra está feliz y nosotros, a base de migas, tambien. Un abrazo

      Eliminar
  6. Antes, cuando llovía, los ribazos se iban desgranando con la humedad que calaba profunda. Hoy, Mariano, la fiesta del agua del cielo es tan poco frecuente que debe ser cantada por tu suave pluma, mitad añoranza, mitad puro lirismo, para congraciarse con este fenómeno del que tanto disfrutamos los murcianos.
    Un fuerte abrazo, Mariano.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por pasarte por aqui, Antonio, y por tus palabras. La lluvia sigue siendo una fiesta para los que llevamos el campo en el corazón.
      Mañana, pata. Un abrazo

      Eliminar
  7. Iba pensando mi comentario mientras leía la entrada, tan bucólica, que en Murcia la lluvia nos lleva a hacernos poetas, cuando me pongo a leer comentarios y, claro, con la hora que es y el día que hace me entran unas ganas tremendas de migas. Creo que acreditamos murcianía con el antojo de migas, así que díselo al Presi; en mi caso, hasta me entra vagancia para salir, o cansera.
    Acabarás hecho un poeta, Mariano. Tiempo al tiempo.
    Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Transmitiré tu recado mañana, in challah! Las musas "pasaron de mi" hace años, cuando se me curó la enfermedad infantil de la poesia. Afortunadamente para las buenas gentes. Un abrazo

      Eliminar
  8. Jajajaja Isa tocaya y amiga un abrazo. Mira a mi personalmente no me gustan demasiado. Mi madre era maestra de las migas y se las hacia a mis sobrinos, uno de ellos las comia con platanos, una mania. Soy nativa de la falda de Carrascoy y ahora seguro que hyay peregrinacion a cierta "Venta" muy conocida por sus migas y su vinico de Jumilla que tenia en las Barricas de roble viejo. Umm si.. a la lumbre!!!!

    ResponderEliminar
  9. ¿De dónde -me pregunto- nos vendrá ese placer de la dulce nostalgia al ver la suave lluvia tras los cristales de una buen película, de chapotear en los charcos como niños, de empaparnos y remojarnos bajo el "manso" aguacero, de sentir mojado el cabello, la cara, la sequedad del alma? Tal vez vez se deba a la inconsciente añoranza del tiempo que estuvimos dentro del líquido materno. ¡Oh témpora!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues no te remontas tu na, Juan, al liquido amiotico! Puede que tengas razón, algo tendra el agua cuando la bendicen unos y la oimos caer con deleite otros. Un abrazo

      Eliminar
  10. Que bueno es escribir cuando la ocasión lo merece y la inspiración aparece, Gracias Tío Mariano.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Soy tu sobrino Álvaro por cierto

      Eliminar
    2. Pues te ha salido un pareado, puñetero. Tienes madera. Sigue con tus enanos, pasare de vez en cuando. Un abrazo para todos.

      Eliminar
  11. Feliz lluvia, todo un acontecimiento en augurios de sequias. Disfrútala y nárrala. Por acá todavía nada de agua.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  12. Nunca cayó una lluvia tan lírica sobre Murcia como la que nos describes, Mariano.
    Yo también amo la lluvia, es vida y renovación.
    Un texto muy bello.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Marisa, los que no hemos sido tocados con el don de la poesia, andamos a rompicones con las letras, como podemos. Un abrazo

      Eliminar
  13. "Desagües indiferentes y ciegos"... Muy murciano eso y muy poético. Por aquí por Australia estamos hasta el mismísimo desagüe (como sinónimo de ojete) de tanta lluvia y si pudiera te la mandaría toda para que te siguiera inspirando.

    Un abrazo, maestro.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Disfruta, muchacho, que ya vendras al secano. Todo en orden, recibido y conforme. Buen viaje y besos a Penelope.

      Eliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger... http://programalaesfera.blogspot.com.es/2012/07/el-ventanuco.html?spref=fb