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martes, 6 de septiembre de 2011

FE Y RAZÓN (I)

Fernández, que conserva la visión candorosa y arcaica de la infancia, se extraña de las prácticas de ayuno mantenidas por muchos de los musulmanes que viven entre nosotros, durante su mes de ramadán.
- No me cabe en la cabeza –me decía- que un hombre que trabaja, porque lo necesita, ocho horas cortando limones bajo el sol abrasador del agosto murciano, no coma ni beba agua durante todo el día por cumplir una normativa religiosa que atenta, evidentemente, contra su salud.
Amén de intentar quitarle al asunto la visceralidad en que a menudo se cae cuando de asuntos de fe se trata, intento explicarle a mi amigo que es de buena educación y una excelente medida de profilaxis social obviar temas como ese si se pretende mantener una relación fluida con el personal.
- Mira, muchacho, el de las creencias es un mundo aparte, y uno debe guardarse de opinar sobre ellas como de meter la mano en un avispero. En este planeta existen gran número de religiones y todas son las únicas verdaderas para los que creen en ellas. Cada uno de los dioses, desde el punto de vista de sus adeptos, es el único que merece ese título y lo que es más, son antagónicos entre sí. Esa es la parte mala. Si los muchos dioses existentes se llevaran como buenos hermanos (ya que todos predican, poco más o menos la misma fraternidad humana, la bondad, la caridad, el desprendimiento, etc.), no nos veríamos en los líos que nos vemos, ni tendríamos que enemistarnos con los que practican una religión diferente a la nuestra (si la tenemos, que esa es otra). Por eso te digo: “mejor no meneallo” como D. Quijote dijo a Sancho en cierto momento refiriéndose a cosa que no debe mentarse sin pedir perdón. Cada uno debe practicar la religión que más le acomode (o ninguna), que el muestrario de posibilidades es más que suficiente. Eso pertenece a la intimidad de la persona y la mejor forma de  que todos nos llevemos bien es que respetemos las ideas de los demás y no pretendamos “iluminarlos” con nuestra verdad (aunque sea la única verdadera).
  -Tú eres un tibio que pretende contentar a todo el mundo. Esa es la mejor forma de no incomodar a nadie y dar la razón a todos, pero hay que ser valiente y proclamar lo que uno piensa y siente.
 - Pues yo seré lo que sea, pero creo que no hace falta ser valiente ni cobarde, cada uno que crea y sienta lo que le parezca, que tenga fe o no la tenga, que para él hace, sin tener que redimir a los demás, que no se lo han pedido. Cada uno puede manifestar lo que le apetezca y practicarlo, que para eso estamos en un país libre (no confesional, dicen). No sé a qué viene esa necesidad de intentar convencer a los demás de verdades que pueden servirnos a nosotros pero no a ellos. Habrá quien razone de forma diferente, sin que por ello tenga que estar equivocado. A lo mejor, si lo está pero déjalo que vaya a su infierno. No lo condenes al tuyo.
- Eso no es argumento. Los que creen que están en el verdadero camino de la verdad piensan: “¿no advertirías a una persona si supieras que está en peligro de caer a un pozo?”
 - Hombre, una cosa es advertir de un peligro y otra insistir machaconamente en una cuestión que depende exclusivamente de la fe que uno le ponga al asunto. Creo que el proselitismo (si tu religión lo exige) debe limitarse a una cortés y breve exposición (si te dan pié) que permita al interlocutor manifestar su interés por el tema. Más allá de eso, se entra en el territorio de la pesadez agobiante practicada por esos que van en parejas los domingos llamando a las puertas de las casas y soltando unos rollos soporíferos a los que se ven obligados, por una mal entendida educación, a soportarlos agarrados a la manija de la puerta para no caer desvanecidos.
 - En eso si que estoy de acuerdo, pero el caso es que las prácticas religiosas públicas, de una forma u otra nos afectan a todos los que hemos de sufrirlas, pertenezcamos o no a ese credo.
- Bueno, eso forma parte de la cortesía ciudadana y del respeto que nos debemos unos a otros. Hay que mirarlo de forma positiva y pensar que todos tenemos razón, la nuestra, sin que eso nos haga pensar que los demás están equivocados.
 - Si tú lo dices...  

5 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo en respetar la fe de cada persona siempre y cuando se lleve en el terreno personal. Si crees que seguir una religión te ayuda a ser mejor persona y le da sentido a tu vida, muy bien, adelante con ello. Pero lo que no puedo respetar es cuando las instituciones religiosas se adjudican el derecho a decir de qué manera se debe llevar tal religiosidad, metiéndose entonces en campos en los que no debería tener ni voz ni voto, como puede ser en temas científicos, políticos, sociales, etc.. Eso sí que no lo puedo respetar. O si no cuando el Papa dijo en la JMJ antes de irse "No se puede seguir a Jesús en solitario", lo que me parece un disparate y para mi quiere decir "No pienses por ti mismo, que ya nos ocupamos nosotros de eso, no vaya a ser que saques alguna conclusión diferente a la que nosotros queremos que saques y se nos joda el negocio" Jimmy

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  2. Absolutamente de acuerdo. Como dices, opinar sobre la religión y, en general, las creencias de una persona es como "meter la mano en un avispero". Debemos ser muy respetuosos en este aspecto.
    Un abrazo, Mariano.

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  3. Ya nos estás haciendo pensar.
    Todo lo que le dices al muchacho Fernández es "razonable" y yo lo suscribo. Pero sobre todo me gusta cómo lo dices. No hay mejor forma de hablar sobre "las fes" que con sentido del humor.

    Un abrazo, maestro.

    P.S. Se me olvidaba, la fe que yo prefiero es "la buena fe".

    P.S.2. En "El amor en los tiempos del cólera", se puede leer: "No creo en Dios, pero le tengo miedo".

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  4. Mariano, ni pondría ni quitaría ni una coma. Has escrito un excelente compendio de razonamiento y tolerancia.

    La cuestión estará en quién recibe unos razonamientos sencillos, amables, limpios de corazón. Si se razona, no hay nada que añadir. Si no se razona, las más de las ocasiones, no sólo no se entiende lo planteado sino que se trataría de destruir con la brutalidad inmerecida de la iluminación.

    Mariano, creo que no hay nada pero que los iluminados.

    Un fuerte abrazo.

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