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martes, 22 de septiembre de 2015

LA MURALLA CHINA

 El astronauta Neil Armstrong, a la vuelta de su paseo espacial, aseguró que desde allá arriba no había logrado divisar la Gran Muralla China. Que la obra podría verse desde la luna resultó ser una fantasía imaginada por un anticuario inglés llamado William Stukekey en 1754, pero se había convertido en una leyenda, no sé si urbana o campesina, que nos gustaría probable, porque esa es una de las obras colosales que hablan del empeño de los hombres en elevar monumentos cuya utilidad es difícilmente comprensible para las generaciones posteriores. Como el Machu Picchu , las pirámides de Egipto o las murallas de Ávila.
La Gran Muralla China, que es, quizás, la primera de esas dimensiones edificada para separar a unos hombres de otros de que tenemos noticia. Tenía más de 20. 000 Km. de longitud, una anchura entre 4 y 5 m. y una altura que oscila entre los 6 y los 7 m. Se levantó, con una perseverancia difícilmente comprensible en nuestros días, a lo largo de 1100 años por muchas generaciones de individuos cuyos restos reposan en su vecindad. Constituye una de las nuevas siete maravillas del mundo.
Se inició en tiempos del primer emperador de la dinastía Qin (221 aC.) con el objetivo de impedir la invasión de otros pueblos, seguramente menos cultos pero más aguerridos y con mayor potencial invasor, sea porque tenían más hambre o porque, con mejores armas, ansiaban apoderarse de nuevos territorios. Los chinos creyeron aislarse del mundo mediante un muro. Los avatares siguientes evidenciaron ese afán completamente inutil. Ahí está la muralla, de la que solo se conserva un 30%, convertida en atractivo turístico. Luego, vinieron más murallas, unas ciclópeas, otras de tierras y minas o de alambradas metálicas, todas con un objetivo que se demostró inutil al cabo de los tiempos – el muro de Berlín, la muralla de Adriano, los muros de Constantinopla, la línea de la paz de Belfast, la franja de Gaza, la valla del Sahara occidental, la valla de Dubrovnic en Croacia, el muro fronterizo EEUU-Mexico, la muralla de Dyarbakir de Constantino, las de Ceuta y melilla, y tantas otras.
Todas se han revelado inútiles y, sobre todo, permeables que es el mayor contrasentido que en un muro puede darse. La conclusión es clara: es imposible aislar a unos pueblos de otros y todos son susceptibles de ser invadidos, de una u otra forma.
Me ha sugerido esta inconsecuente reflexión sobre muros, vallas y murallas, un excelente artículo de Pérez reverte al respecto de las invasiones. Creo que tiene enjundia. Ahí lo teneis:

http://www.perezreverte.com/articulo/patentes-corso/1038/los-godos-del-emperador-valente/

6 comentarios:

  1. Y, aún así, hay un personaje por allá en la USA que quiere poner un muro a lo largo de la frontera con México... qué tal esto.

    Un abrazo.

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  2. Interesante Mariano. Un beso enorme desde Argentina. Lourdes.

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  3. Y como no aprendemos nada de la historia, ahí seguimos, insistiendo.
    Abrazos Mariano.

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  4. Maestro, tu sapiencia es tan exquisita como tu léxico. Tanto tú como el paisano cartagenero estáis excelentes. Un abrazo.

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