Seguidores

martes, 5 de mayo de 2015

EL DÍA DE LA MADRE


He oído que es el día de la madre. Ya sabes que no soy demasiado amigo de esas cerebraciones a fecha fija. Dudo de que quede algún día del año sin estar encomendado a alguna efeméride o actividad, y si queda, pronto alguien se apresurará a adjudicarlo. Hasta que tengamos 365 razones al año para acordarnos cada día de algo. A veces de tontunas, otras no.
Tengo ahora la misma edad que tú tenias cuando te recuerdo, la misma que muestra el rostro sereno de la fotografía sobre el estante donde se amontonan otras cuantas, "la galería de los antepasados" como la llamo en un intento de quitarle importancia a los recuerdos que a veces me resultan abrumadores. No es bueno anclarse demasiado en la memoria, me digo. Lo cierto es que no me atrevo a analizar el pasado porque siempre temo descubrir cosas que no hice bien, o que debí hacer mejor, aunque sé que tú, como siempre, las disculparías, o por lo menos intentarías entenderlas aunque a veces te resultara difícil. No sé si alguna vez te pasó algo parecido. No te imagino arrepintiéndote de algo. Tengo la sensación de que viviste siempre -o casi siempre- aceptando con cierta resignación no exenta de alegría la función que te había tocado. Y eso que no era un papel que en estos tiempos se considere envidiable. No están los tiempo para gollerías –solías decir- y el sacrificio, la entrega a los demás, te parecía una cosa natural, parte de las funciones que se adjudicaban a las mujeres en aquellos tiempos. Creo que ni siquiera llegaste a tener la sensación de que el mundo había sido injusto contigo, incluso un poco más de lo que suele ser con otros mortales.
Decías, cuando las cosas venían mal dadas, ‘hay que pensar en los que son más desafortunados que nosotros’ y puede que eso te consolara, aunque a nosotros, nos aliviaba poco. Estábamos demasiado ocupados en el lanzamiento de nuestras propias vidas, éramos, simplemente, ignorantes. Te contentaba contemplar a tu familia apiñada a tu alrededor… hasta que el tiempo se cumplió y el nido quedó abandonado para siempre. Los pájaros esperan a la próxima primavera para iniciar la puesta de nuevo, pero los padres –las madres- disponen de un solo ciclo, acabado el cual deben explorar nuevos caminos. Y a veces resulta difícil encontrarlos. Puede que esa desolación te invadiera los últimos años, la sensación de que ya no resultabas imprescindible. Ahora me parece entenderlo bien, pero ha sido preciso tanto tiempo que ya resulta irrelevante. Ahora me explico aquellos rezos implorando "una buena muerte" que me parecían innecesarios y un poco tétricos. Ahora sé que tenías razón en casi todo y que mi pose de "sabihondo" que te superaba en conocimientos académicos era solo arrogancia juvenil, la enfermedad inevitable.
Tuviste suerte de no arrastrar una vejez larga, penosa y solitaria. Nosotros, egoístas, te hubiéramos querido retener unos años más, a lo mejor solo para saber que seguías ahí. Pero las cosas son como son y nadie es artífice de su destino, a pesar de lo que dijera Ortega.
Bueno, eso es todo, te echamos de menos, el día de la madre y los otros. Quería que lo supieras.
 



8 comentarios:

  1. ¡Qué emotivo recuerdo! Un abrazo Mariano, a ti, y a ese gran corazón que te habita.

    ResponderEliminar
  2. Gracias, Yashira. Otro grande para ti. Me da alegría verte de vez en cuando por aquí.

    ResponderEliminar
  3. Qué bonito, Mariano. Un abrazo grande
    Charo Guarino

    ResponderEliminar
  4. ¡Qué maravilla!! Esté donde esté tu mamá no podrá que estar orgullosa de ti. Un abrazo, Mariano <3

    ResponderEliminar
  5. Seguramente a todos nos queda la sensación de no haber dicho a nuestra madre todo lo que queríamos haberle dicho. Un abrazo. Por cierto soy Isidoro Suárez. Mi nick no me identifica del todo. 😂😂

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger... http://programalaesfera.blogspot.com.es/2012/07/el-ventanuco.html?spref=fb