Hace poco
una sentencia del juez Del Olmo, en Murcia, tomaba la palabra “zorra”, aplicada
a una mujer en trámites de separación, en una acepción que me parece
pintoresca.
*
¿Zorra
dice que la llamé señoría? ¿Yo? A esa santa, ¿a la madre de mis hijos? Seguro
que se confunde o que oyó mal. Cierto que a veces se me ha ido la mano y le he
dado algún sopapo, poca cosa, como se le da un capón a un niño desobediente o
como nos tiraban de las orejas los buenos frailes en el colegio, por nuestro
bien. Puede que se me haya escapado algún grito cuando se lo ha merecido, pero
siempre por mantener la paz en el hogar, para que sepa quién manda en casa,
porque alguien tiene que mandar, vamos digo yo. Así ha sido siempre y así ha de
ser, por el bien de todos. Si no ¿Qué ejemplo íbamos a dar a los hijos, cuando
en una casa no hay disciplina ni respeto?
¿Que
la llamé zorra dice? Pues mire, ahora mismo no recuerdo, pero si lo hice, sería
más en tono de admiración que de otra cosa. Nunca con intención de insultar. ¿Habrá
animal más astuto e inteligente que la vulpes
vulpes, protagonista de tantas fabulas desde Esopo a Iriarte y Samaniego? Y
así considero yo a mi esposa, una mujer inteligente y astuta, como las zorras;
a la que respeto como respeté a mi madre que en gloria esté. En ese sentido
debí decírselo, señoría. Sin ánimo de ofender. Otra cosa es que la hubiera
llamado suripanta, pongo por caso, pero zorra no es ningún insulto. Al
contrario.
Ni
que fuera yo como el imán de no sé qué mezquita que hizo un libro explicando
donde había que pegarle a las mujeres para no dejarles señales. Eso sí que es
ser un bárbaro. Yo, en la vida.
Sí
que tengo antecedentes, pero también fue una exageración. Se pasan mucho los
jueces. Treinta días de trabajos en beneficio de la comunidad y orden de
alejamiento por malos tratos. Yo creo que no era para tanto.
¿Lo
del pijama de pino que le iba a poner? Pues otra broma sin mala intención. La
prueba es que le di el recado al chiquillo, ya ve Ud., bromas que se gastan en
los matrimonios, cosas en las que no deben meterse los extraños que solo buscan
meter cizaña y separar a las parejas.
Me
alegra, señoría, que Ud. me haya comprendido, seguro que el suyo también es un
hogar organizado y en paz, como Dios manda, como ha sido toda la vida, donde
cada uno sabe el lugar que le corresponde. Las mujeres son como son y hay que
enseñarles quien manda en casa, por su bien. Gracias por su ecuanimidad, señor
juez.
Lamentablemente, retratas con acierto la forma de relacionarse de parte de nuestros conciudadanos. Siempre es un gusto leerte.
ResponderEliminar¡qué sutil sentido del humor!
ResponderEliminarTodo un alegato "angelical", si es que es un incomprendido el "pobre".
ResponderEliminarEntre semejantes mamarrachos y los juececillos de turno, estamos arreglados todos, hombres y mujeres.
Un abrazo, Mariano.
Maravillosa ironía para un tema escabroso que escapa a toda entendedera
ResponderEliminarun abrazo
Haberlas haylas,en el campo claro..son muy astutas para colarse por los patios de las casas y comerse los huevos y las gallinas,son territoriales,en Australia el Vulpes vulpes o zorr@ comun o roj@ resultan un problema para las especies autoctonas.. me aterra tanta astucia.Saludos.
ResponderEliminarPara quien aún no lo conozca, y en caso de que la verdad le interese más que la corrección política o que el placer de insultar a un poder público, voy a resumir la verdad de la famosa sentencia de la “zorra”.
ResponderEliminar-En primer lugar, la famosa sentencia no es una sentencia del juez Juan del Olmo: es una sentencia de la Audiencia Provincial de Murcia, de la que el juez del Olmo fue el ponente. Es decir, la sentencia fue motivada por un grupo de tres magistrados, presididos, por cierto, por una mujer.
-En segundo lugar, la sentencia no dice, de ninguna forma, que llamar “zorra” a la esposa no sea un insulto. Esto es una falsedad y quien la cometiera es culpable de negligencia o, simplemente, de fraude. La sentencia dice, exactamente, esto: “Incluso procede señalar que la expresión “zorra” utilizada en el escrito de recurso, escuchada la grabación de la vista oral, no se utilizó por el acusado en términos de menosprecio o insulto, sino como descripción de un animal que debe actuar con especial precaución, a fin de detectar riesgos contra el mismo”.
Aun más. La frase a la que se alude, y que, insistimos, los magistrados escucharon en las grabaciones, dice así: “Dile a tu madre que va a tener que ir como las zorras, mirando por la calle para adelante y para atrás, porque en cualquier momento la voy a matar y la voy a meter en una caja de pino”. La frase constituye una clara amenaza de muerte; pero, el término “zorra”, aquí, no está utilizado como insulto. De hecho, la abogada de la esposa se ha mostrado de acuerdo con esto.
Gracias, por permitirme poner en evidencia su ironia.
Muchas gracias a todos los que pasais por aqui, especialmente a los que dejais un comentario, incluidos los anonimos. Creo que la precision de este ultimo, muy de agradecer, no empece para que la sentencia resulte (al menos para mi), pintoresca, como al principio se dice. Sigo esperando vuestros ilustrativos comentarios.
ResponderEliminarVaya , vaya. Cuánta precisión. Esa pulcritud la entiendo en un hipotético recurso del juez del Olmo ante una supuesta e injusta sanción por burro -por seguir con los animales-. Pero en esta entrada no termino de encajarla. Me quedo con la fina ironía del asilado y con su crítica a sentencias que dan lugar a interpretaciones varias.
ResponderEliminarUn abrazo.
Manrique cos Tejada
La verdad es que los animales figuran abundantemente en nuestra larga lista de improperios con los que podemos dirigirnos a nuestro vecino o a la parienta. Aquí todo el mundo puede ser una víbora, una hiena o una mala pécora. Curiosamente dentro del género vulpes está muy considerado el zorro (astuto, inteligente, El Zorro, etc) pero muy denigrada su compañera la zorra. Otra cosa es que lo digamos con diminutivo como ¡que zorrita eres! para que pierda gran parte de su carga despreciativa. En esto de los diminutivos tiene mucha importancia el aire cariñoso que le demos al animalito: ratita mía, mi gatita, etc.
ResponderEliminarLa verdad es que se puede escribir un libro sobre el tema. Te dejo el reto.
Un saludo.
La verdad es que en tu blog hay comentaristas que usan la máquina del tiempo pues algunos tienen fecha de entrada del día 24 anticipándose a la de publicación de tu post, el día 25. Habla con Julio Verne.
ResponderEliminarNo se te escapa una, Presley. Ya sabes que la mano es mas rapida que el ojo..Lo cierto es que esta entrada, a pesar de su fecha, salió unas horas antes.
ResponderEliminarMariano, preciso y excelente relato de una verdad que, a pesar de ser una calamidad, como su "amigo", se justifica con una desfachatez entre panocha y RAE impresionante.
ResponderEliminarHablamos cuando vuelva.
Un fuerte abrazo, Mariano.