Señor
presidente del partido en el gobierno y señor presidente del partido en la
oposición:
Como
modesto votante convocado a las urnas cada cuatro años, les dirijo estas líneas
por si sintieran Uds. algún interés en conocer mi opinión al respecto.
Debo
manifestarles, en primer lugar, mi descontento y vergüenza cuando les veo, una
vez entrados “en campaña” trocar sus hábitos de costumbre por desenfadados
atuendos, como si en este periodo quisieran parecer personas diferentes a las
que fueron durante el tiempo que se les concedió para gestionar la cosa pública
de la mejor manera que supieren. También, que acompañen al cambio de
indumentaria el de la voz, y que se desgañiten como posesos en los actos
públicos mil veces retrasmitidos, pensando sin duda que el auditorio se ha
vuelto repentinamente sordo o que por más gritar les ha de acompañar la razón. En
un ejercicio de infantilismo que recuerda al lobo de Caperucita, intentan
hacernos creer que son personas diferentes a las que conocimos. Debo
comunicarles desde ahora, que no me interesan sus mensajes y que no cuenten con
mi voto.
En
segundo lugar, considero afrentoso que basen sus campañas en contarme los
defectos “de los otros” en lugar de presentarme, de forma ordenada, educada e
inteligible sus programas de gobierno, dado que me considero, a partir de la
mayoría de edad que alcancé en su día, capaz de tomar decisiones por mí mismo.
En
estas elecciones de candidatos a la administración local, me interesa conocer los
logros de mi Ayuntamiento y Comunidad; su estado de cuentas; el salario de mis
gobernantes y su situación patrimonial antes y después del cargo; los proyectos
de futuro que tienen para mi pueblo y mi región; si piensan limitar su mandato a una, dos o tantas candidaturas como el cuerpo les aguante, etc., cosas todas, que no he
oído mencionar a ningún candidato. No me interesan sus batallas partidistas, ni
que me excluyan de la otra mitad de la población si decido acercarme a “los
unos” o a “los otros”. Siento vergüenza cada vez que oigo hablar de “ellos”
como si se tratara de extraterrestres y no de ciudadanos tan respetables como
yo mismo. Y no quiero ser enemigo de ninguno de mis compatriotas por más que
discrepe de sus posiciones en muchas, pocas o ninguna cosa.
Hemos
tenido mucha suerte en este país a partir de la transición, pero el desdichado bipartidismo
al que nos han abocado hace que malbaraten Uds. las energías, que no les
sobran, más en machacar al partido contrario que en gestionar, como se les
encomendó, el gobierno de la nación y sus relaciones exteriores de forma eficaz
y ordenada. Nos han vuelto a los desdichados tiempo de las dos Españas, lo que
estoy seguro, nadie entre la población desea. Se dan Uds. costosos “baños de
multitudes” a mayor gloria de sus personas y de los pelotillas y clientes que
los jalean con fervor, solo útiles para exacerbar sus egos, ya de por si
magnificados, sin obtener ningún resultado apreciable, pues es bien sabido que
los asistentes a esos mítines son los ya convencidos, transmutados en jaleantes
profesionales y agitadores de banderas.
Ítem
más, emplean dinerales ingentes, en estos tiempos de feroz crisis, en campañas
a mayor gloria de candidatos a los que no reconocerían ni sus progenitores una
vez tratados, sin el menor pudor, por el fotochop que convierte a
venerables patriarcos y patriarcas en tímidos adolescentes y adolescentas.
Mantienen, de forma vergonzosa y pertinaz, una ley electoral que impide a
partidos más pequeños, pero democráticos e igualmente dignos que los suyos,
representar con alguna posibilidad de éxito a muchos de los que no queremos
vernos atrapados entre Escila y Caribdis.
Por
eso, permítanme decirles, con todo el respeto que a ambos les tengo, no porque
se lo merezcan sino porque faltárselo a Uds. seria faltármelo a mí mismo, que
les deseo toda suerte de éxitos en estas elecciones, pero no con mi voto.
De acuerdo, Mariano.
ResponderEliminarA pesar de ello, la escala de vergüenza es perfectamente mensurable.
En "unos" es mucho mayor que en "ellos", nombre con el que bautizó el tercer presidente del partido más nefasto de la democracia española al partido gobernante.
Creo que los líderes con pies de barro que
jalean a amigos del alma, "supuestos" corruptos e insufribles mediocres vacíos de capacidades políticas, deberían reflexionar sobre su deber ético de desaparecer del "escenario" que tratan de crear para refocile de sus "actuaciones".
Permítame que le diga que su carta es el discurso más coherente que he oído durante este tiempo de campaña electoral, y, como hoy es jornada de reflexión, su misiva me ha llevado a estas conclusiones.
ResponderEliminarComo Ulises y los suyos, conseguiremos pasar indemnes entre Escila y Caribdis, entre sus mortales remolinos marinos, y sus seis cabezas provistas de afilados colmillos, que, como acertadamente apunta, han sufrido un marketing estético y foniátrico, y sobre todo manipulador, que pretenden que veamos a la ninfa Calypso o a alguna bella sirena.
Y mire usted, sirena no sé si alguno conseguirá verla, pero oír sus cantos embrujados que arrastran hasta el fondo del océano, oirlos, se oyen. No obstante, avezados lobos de mar que en estos días han tomado tierra, afortunadamente avisan a los navegantes del fatídico encanto de estos cantos de sirena.
Ítaca ya se vislumbra allá a lo lejos y las intrigas de los pretendientes de Penélope también, como tan acertadamente ha descrito en una campaña electoral agresiva, vacía, sucia y en la que, como ciudadana, mi inteligencia se siente insultada ante las actuaciones de estos pretendientes que se han limitado a despellejarse mutuamente y a no presentar ninguna actuación real en sus programas, dirigida a un pueblo que representan y que sostiene sus privilegios; privilegios que ningún otro trabajador tiene.
Así que, he sido Penélope como usted, pero no solo de noche sino también de día, destejiendo un manto a la luz del sol y a la luz de la luna, con la mayor celeridad que mis manos han podido tener, ya que no quiero casarme con ninguno de estos pretendientes que, abusan de Ítaca y de la paciencia de sus habitantes.
Dicho esto, solo me resta decirle que me sumo al contenido tan dolorosamente real y tan tristemente patético, de su magnífica carta, que al leerla no he podido dejar de sentir vergüenza ajena.
Me temo que la próxima parada del lunes sea la Isla de los Lotófagos. Aunque siempre se puede virar el rumbo en esta Odisea...
Un abrazo.
Gracias, Antonio. Estoy todavia digiriendo la ultima entrada de tu blog. Tengo que estudiarlo con mas detenimiento para atreverme a hacer un comentario, pero te prometo que, en cuanto reuna conocimiento suficiente, te lo hago. Un abrazo.
ResponderEliminarMarisa, me remito a lo dicho en el correo. Gracias.
Bravo, Mariano, que estos señores no se merecen el voto de la gente honrada.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Pues ya ves, Isabel, en que ha acabado la cosa. El futuro se presenta incierto. Espero que tu periplo vaya bien, ya nos veremos. Gracias por pasarte por aqui.
ResponderEliminarSe puede decir más alto, pero no más claro. Un placer leerte siempre, Mariano.
ResponderEliminarBesos