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martes, 24 de enero de 2012

RELIGION Y LIBERTAD


 
Desde el principio de los tiempos, la humanidad ha sentido la necesidad de aplacar a los dioses, siempre encolerizados sin que se supiera muy bien el motivo. Ya en la prehistoria se encuentran muestras de rituales mágico-propiciatorios y desde épocas muy antiguas se evidencian tumbas con ajuar funerario, lo que supone la creencia en un mundo al otro lado de la muerte.
El hombre, desde que aparece sobre la tierra, toma conciencia de sí mismo y se ve inerme ante cualquier fenómeno natural que no puede controlar; supone un mundo gobernado por fuerzas misteriosas a las que debe apaciguar para que no le muestren su lado más destructivo. Y cuando inventa los dioses, lo hace a su imagen y semejanza; así, los griegos colocaron en el Parnaso a una familia real que era, poco más o menos como debían ser las suyas: un padre omnipotente y malhumorado que lanzaba rayos en el paroxismo de sus frecuentes cóleras, una madre engañada con diosas y humanas sin distinción, hijos (legítimos algunos y bastardos muchos) con sus querellas domesticas, etc. El hombre, con una capacidad de invención limitada, extrapola a lo sobrenatural sus propias vivencias.
No hay deidad más funesta que tú, padre Zeus, que no tienes
Compasión de los hombres: después de engendrarlos tú mismo,
en desgracia los sumes y en penas crueles, se dice en La Odisea (C.XX)
Los romanos no hicieron sino adoptar el panteón griego cambiando los nombres para que se apreciara el sello propio y en un alarde de tolerancia que solo se encuentra en las religiones orientales, dieron cabida a todos los dioses que se les quisieron sumar, incluso emperadores deificados. A cada uno de ellos levantaban el templo o los templos correspondientes y les encomendaban una serie de faenas determinadas. Y todos contentos, sin conflictos de competencias.
Tiempos antes, Moisés había sacado al pueblo judío de Egipto, dando forma definitiva a la primera de las grandes religiones monoteístas o “religiones del libro”, porque todas ellas arrancan de esa primera colección de libros judíos: el Pentateuco (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio). Pero ahí se j… el invento. A partir de ese momento los dioses se volvieron excluyentes: dos no pueden ser verdaderos al mismo tiempo; o tú o yo. Y si de la discusión no sale la luz, se recurre a las armas. No hay lucha más santa y aceptada que la emprendida en nombre de la religión para convertir a los incrédulos. Al que no se le pueda convencer, se le mata y angelicos al cielo. Y los dioses tan contentos.
Después, ya en época imperial romana, apareció el cristianismo: otra de lo mismo. Se hace tabla rasa de lo anterior y se anuncia una nueva verdad que modifica todo lo dicho y se impone a costa de lo que sea. El emperador Constantino en el año 313 por el Edicto de Milán, convirtió al cristianismo a todo el mundo romano de un plumazo y se acabaron las discusiones... por una temporada, justo hasta que Oriente se separó de Occidente y los ortodoxos de los romanos. Luego, las llamadas herejías e iglesias separadas con sus numerosas fracciones y subfracciones (todas ellas en posesión de la verdad absoluta) que han llegado hasta nuestros días. Cada una con su Biblia o libro sagrado redactado a su acomodo, considerado único verdadero en cada caso.
Y por fin, el Islam, última hasta el momento, de las grandes religiones monoteístas. El Corán fue revelado por Dios (Alah) a su Profeta Mahoma a través del arcángel Gabriel y recogido por el califa Othman hacia el año 650 de la forma canoníca y en lengua árabe que se ha mantenido hasta la actualidad.
Cada una de estas religiones “del libro” son verdaderas para los que las practican, pero, curiosamente, persiguiendo un objetivo común, cada una rechaza, por impostoras a las demás y les hace la guerra considerándolas espúreas y engañosas. Dioses contra dioses y hombres contra hombres en nombre de la idea religiosa.
Y uno se pregunta: ¿No sería más sencillo y propio de la especie humana no atarse a ninguna para poder creer en todas? ¿No sería hermoso disfrutar de la libertad de pensamiento sin el corsé de una religión que, además de regular todos los actos de la vida te convierte en enemigo del resto de la humanidad? ¿No podríamos desterrar ese miedo a la libertad de pensamiento?
Parece que no.


24 comentarios:

  1. Tu interesante análisis, consolida que el ser humano siempre necesita creer en "algo" o "alguien" superior a él, ya sea para invocar su ayuda, su protección o para descargar su conciencia solicitando un castigo.
    Magnífico resumen, interesante enfoque.
    Un abrazo.

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    1. El problema no viene de creer, sino de la utilizacion que hacen de las creencias los que se aprovechan de esa necesidad para obtener poder sobre la gente amenazando con las penas en el mundo futuro. Bueno, todo es cuestion de opiniones. Un abrazo, Ivette

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  2. Saludos Mariano.
    Una acertada reflexión sobre un sentimiento enraizado en lo más profundo de los hombres, desde su existencia.
    Gracias por compartirlo con todos nosotros.
    Un abrazo cordial.

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    1. Me alegro que te guste, Juan, es un placer recibir tus comentarios.

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  3. Coincido totalmente con el comentario de Ivette: Simplemente necesitamos creer en algo, en lo que sea, pero en algo.
    Incluso gente que normalmente no cree ( o creemos) volvemos a hacerlo cuando hay algo grave, un familiar muriendo...:Volvemos a buscar ese "algo" aunque sea como protección.
    Saludos,
    Joker

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    1. Pues valga lo dicho para Ivette, Fernando. En el fondo, late nuestra inmensa pequeñez que nos negamos a admitir. Un abrazo.

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  4. Parece que no, Mariano, que si nos montamos ciscos por cuestiones religiosas, no nos luce.
    A nuestra imagen y semejanza: coléricos, déspotas, promiscuos... Y, después, un paso más y ya los hacemos excluyentes y únicos, sin tolerancia hacia otras deidades.
    Está claro que la religión es nuestro reflejo y cada sociedad se mira en ella, en sus dioses o dios, en su forma de concebirla.
    La libertad de pensamiento -que aplaudo- parece estar reñida con la necesidad de refrendo o castigo a nuestros pobres actos mortales, con la promesa de un más allá donde se nos premiará por todo lo padecido en la Tierra. Como niños...
    Un abrazo, querido Mariano.

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    1. Asi es Isabel. Te echamos de menos ayer.¿Como van los negocios? Un abrazo

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  5. Soy apóstata. Los dioses no me interesan. Un abrazo, Mariano.

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    1. Pos yo no se lo que soy, Isabel. Un dia de estos me lo tengo que preguntar, pero si me interesan los dioses, es un fenomeno fascinante, como a través de una idea se puede montar el cirio que montan todas las religiones. Un abrazo

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  6. Los desafueros cometidos por los iluminados, humanos, siempre humanos, que han expandido un paraguas de necedad en quienes les han creído, han sido tan horrorosos a lo largo de la historia que seguir concibiendo unos supuestos seres superiores porque los necesitamos es. para mí, una burla a la inteligencia humana.
    Los miles de millones de muertos, desvalidos, acosados, represaliados, despreciados y perseguidos, en nombre de un ser inexistente pero creado por el elegido de turno, humano, un día caerán como un gran peso sobre las conciencias de quienes se erigen en representantes de la inexistente vida por llegar.
    Sería interesante poder responder a tus preguntas, Mariano, pero creo que se le deben solicitar a los altos dirigentes de este bochornoso espectáculo mundial llamado religiones.

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    1. Esos se rien de nosotros, Antonio. Se han encaramado al macho de la estulticia, tienen quienes los jaleen y confien en sus patrañas y eso les es suficiente. Lastima que eso no sea inofensivo, sino altamente peligroso. Un abrazo

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  7. Si hay que creer en algo...¡qué sea en la ciencia! http://www.youtube.com/watch?v=xrCHNsBSkek&feature=fvwp&NR=1

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  8. La primera victoria del Hombre, y la más importante, fue sobre los dioses, y tuvo su comienzo el día en que el relámpago de Zeus le fue arrebatado por los Hombres, como hiciera Prometeo con el fuego. Desde entonces, para recuperar la superioridad perdida, la Historia se ha llenado de bochornosos y sangrientos espectáculos, alentados o doctrinariamente excitados, por los que se van autoproclamando ( apoyados en la inepcia de las gentes) en herederos de aquellos dioses derrotados.

    Un abrazo, Mariano

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  9. Querido mariano, este las divinidades es un asunto complicado, pero tengo para mí que, teologías y teogonías al margen, el origen y la permanencia de la divinidad en el alma humana es la soledad y el pánico del hombre ante el Cosmos. Es decir, la necesidad de un garante que organice el Cosmos; luego, vienen las literaturas y las ortodoxias y todo se complica.

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    1. Por supuesto, ante lo desconocido (y aterrador) surgen las teorias que depositan la responsabilidad de la creacion y su posterir gestion en manos de seres imaginarios a los que se dota de todos los poderes que al hombre le gustaria poseer.

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  10. Sí. Claro que podríamos prescindir de ellas (de las religiones) y soltar los miedos, solo que a veces es más fácil seguir cargando creencias.
    Saludos, un gusto haber llegado a tu blog.

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    1. Bienvenida. Efectivamente, creo que lo deseable es que cada uno decida con total libertad que opcion quiere abrazar y la siga sin interferencias ni presiones. Un abrazo

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  11. Interesante y extenso análisis el que haces. Gracias. Te dejo un abrazo con mi profunda fe en Dios.

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    1. Otro abrazo para ti, desde mi profunda y respetuosa incredulidad.

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    2. Jamás se me ocurrio preguntar a nadie por sus creencias, creo que eso es algo muy personal y privado.Lo que me asusta es que me intenten imponer creencias ajenas. Lo que me asusta es que excusados en deidades reduzcan a personas a meras pertenencias, casi siempre a los mas desprotegidos y que los demás miremos a otro lado, me recuerda a los malos tratos que eran cosa privada, cosa del matrimonio
      Un abrazo amigo Mariano

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    3. Completamente de acuerdo, Mari. Otro para ti.

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