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viernes, 11 de marzo de 2011

HOMO


Amanece cuando Homo se despereza y mira a su alrededor. Los rayos de sol han comenzado a filtrarse por entre las altas copas de los arboles en la selva de Tanzania. El resto de los miembros de la horda permanece aún en los nidos, fabricados para pasar la noche. Sus tres hembras se han situado cerca y comienzan a moverse. Alguna, más alejada,  amamanta su cría. Comienza un nuevo día, una dura aventura en busca de alimento y en defensa del territorio que les proporciona cuanto necesitan…comienza el estrés, aunque no sepan todavía qué es eso.
Después de muchas aventuras y peligros, de los que no siempre sale airoso, unos cuantos siglos más tarde (V aC)., Homo se ha desplazado hasta la franja comprendida entre los ríos Tigris y Éufrates. La ciudad de Ur mantiene la hegemonía sobre los otros poblados de alrededor. En las duras luchas mantenidas contra los invasores, ellos mismos han resultado ocupantes de otras tierras. Sus dioses están satisfechos, son potentes y acaban siendo asimilados por los pueblos invadidos. Los cortos periodos de paz sirven para fraguar alianzas que conducirán a nuevas guerras; las invasiones territoriales acaban siendo conquistas de los dioses…Los hombres más fuertes ganan porque a su lado combate el dios más fuerte.
Pasa el tiempo. Estamos en el año 1290 aC. Homo se ha desplazado hasta Egipto. Ramsés II emprende sus expediciones hacia el país de Canaán, luego guerrea contra los Hititas, después contra el reino de Kush, al fin la batalla de Kadesh que lo haría inmortal en la memoria de los hombres a través del Poema de Pentaur.
Homo será fenicio, griego, romano… asistirá a las peleas de las gentes en nombre de los dioses que van apareciendo: Moisés contra los idolatras, Moisés contra Cristo, Cristo contra Mahoma, todos contra todos. Los dioses tienen ciudades comunes, como Jerusalén,  pero en ellas es donde se realizan las mayores matanzas en sus nombres: romanos contra griegos, griegos contra judíos, judíos y sarracenos contra cristianos…, y los dioses animando el cotarro, propiciando la destrucción, el exterminio del que cree en un dios diferente. Todos los otros son falsos.
En la Edad Media aparecerán, en Europa, los movimientos Cátaros o perfectos, las gentes que buscan la sublimación de la creencia, apartándose del mundo y de la religión oficial; quieren un mundo nuevo y diferente, en paz. Pero para luchar contra las utopías están los Simón de Monfort; los albigenses acabaran siendo exterminados y arrasado su último refugio en Montsegur. Más guerras y exterminios en nombre de dios. Homo lleva guerreando desde su aparición sin que haya logrado consolidar nada. Fronteras movedizas, etnias extinguidas, todos los avances, todos los inventos se dedican a mejorar los sistemas de exterminio. Y la historia sigue. Los pueblos guerrean contra sus vecinos con los dioses al frente. Santiago el apóstol ayudara eficazmente a nuestros antepasados contra la sarracina
Pasa el tiempo inexorable. Homo se ha vuelto moderno, es capaz de fabricar artilugios con los que domina el cielo y el mar, pero los emplea contra sí mismo y sigue matándose. En la II Guerra Mundial, caen cincuenta millones, en la primera “solo” habían muerto diez. El progreso es notable. El dios de los judíos está de capa caída y su pueblo casi exterminado.
En los tiempos actuales, Homo se ha diversificado de forma notable (quizás esa es una de sus estrategias de supervivencia). La diferencia entre las formas más cultas y las más atrasadas no solamente no ha disminuido, sino que se ha hecho abismal. Junto a ejecutivos de ipac, videoconferencia, y vuelos en jet privado, sobreviven aborígenes en Australia, bosquimanos en el Kalahari, tuareg en el Tasili o inuit en las tierras heladas de Groenlandia practicando aún una economía de subsistencia, sin haber rebasado los estadios de caza-recolección de hace cinco mil años.
Pasan los hombres, siguen las inútiles guerras, como desde el principio, por la ocupación de los territorios y en nombre de los dioses. Solo Homo, el gen, sobrevivirá… hasta que la humanidad termine con ella misma.

3 comentarios:

  1. Es la triste realidad del genero humano. La lucha continua. La guerra, no por la supervivencia, como hacen los animales, si no por el poder y el egoísmo. No aprendemos y cada vez la destrucción es mayor las nuevas tecnologías. Estamos asistiendo a degeneración de los valores y eso es una de las causas que nos llevara al exterminio de la humanidad.
    Agradecido por tus artículos. EL TITO LUIS

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  2. "Pasa el tiempo inexorable. Homo se ha vuelto moderno, es capaz de fabricar artilugios con los que domina el cielo y el mar, pero los emplea contra sí mismo y sigue matándose."

    Creo que no se puede explicar de manera más breve y mejor la idiotez contemporánea de la "suciedad" en la que vivimos.

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  3. A pesar de todos los avances, no avanzamos en nuestro interior, que siembra la violencia a diestro y siniestro, en una pulsión suicida nada recomendable.
    Menos mal que el último mono de vez en cuando realiza hermosos actos. Eso nos salva y nos reconforta.

    Mariano, este asilo es un oasis entre limoneros y libros. Me gustaría asilarme en estas estancias repletas de buen saber y buena prosa, así que, con tu permiso, aquí me quedo.
    Enhorabuena por el blog. Me ha encantado.
    Un beso.

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