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sábado, 19 de febrero de 2011

CEREZAS Y LIBROS (III)

Los necios navegantes

“La nave de los necios”, de Sebastián Brant, forma parte de las publicaciones surgidas en los años finales de la Edad Media y comienzos de la Edad Moderna, dónde se manifiesta el redescubrimiento de la perspectiva humana, el hombre como medida de todas las cosas, la aparición de la consciencia del yo que constituye una de las principales características del Renacimiento. Sin abandonar la vieja idea que habíamos encontrado en las Sagradas Escrituras acerca del numero infinito de los mentecatos, Brant juega con la figura tomada de la nave de Ulises en la isla de Circe, en la que los compañeros de éste convertidos en animales forman la tripulación, y profundiza en el estudio de las necedades estableciendo una tipología de seis categorías diferentes que desarrolla a lo largo de los 112 capítulos de la obra.
Nuestro periplo por el mundo de la tontería, nos va descubriendo unas perspectivas difícilmente imaginables cuando comenzamos este viaje, iniciado de manera fortuita al sacar la primera cereza, en forma de lectura, del cesto del conocimiento. Hemos llegado al precioso libro de Brant, clásico en el estudio de la estulticia, que a la rica variedad de tipos y a la enjundiosa clasificación y definición de los mismos añade, para cada uno, preciosos grabados de la época, la mayoría pintados por Durero. Resulta una verdadera delicia la lectura, casi podría decirse contemplación, de este libro cuyo único peligro consiste en reflejar, como en un espejo implacable, alguna de nuestras actuaciones en las de los estúpidos que describe. Pero esto en sí no es malo, según nos dice el autor, al colocarse él mismo al frente de la nave; no es malo ir en ella (todos, en algún momento hemos tenido o tenemos algo de necios), pues el necio que hace penitencia puede esperar la salvación. Desde su puesto de timonel, nos invita a que no subamos a ella.
La idea de recoger en un barco o en una carreta a los necios (pecadores, locos o personajes del carnaval) relacionada también con las danzas de la muerte y su final, en el que los danzantes son agrupados en informe montón, nos lleva al concepto de la carreta a la que van a parar los despojos humanos, restos de farándulas o resultado del paso de la muerte, cuya guadaña va segando cuerpos, como el labrador siega la mies, en las pestes medievales. Este significado de la carreta como elemento afrentoso está muy presente en toda la literatura de la Edad Media y nos conduce a nuestra sexta cereza, el libro de Cretien de Troyes, “El Caballero de la carreta”, escrito alrededor del año 1.220. Aquí se nos describe la carreta en toda su dimensión infamante, de la que un caballero debe alejarse con repugnancia: Las carretas sirven como cadalsos, y en una buena villa hay siempre una destinada a ese menester... El que era cogido en delito era puesto en la carreta y llevado por todas las calles. De tal modo quedaba con el honor perdido, y ya no era escuchado en Cortes, ni honrado ni saludado. Se recomienda a todo caballero: Cuando veas una carreta y te salga al paso, santíguate y acuérdate de Dios para que no te ocurra un mal.
EL rápido recorrido por la región de los necios desemboca, pues, en el ignominioso mundo de las carretas, de tan agorero significado, que tuvieron su culminación en los autos de fe en los que se conducía a los reos de hoguera, vestidos de sambenito, en una de ellas, tirada por las bestias más cansinas y matalonas de que se dispusiera.
Nos queda una última cereza, la que pone punto final a nuestra serie, pero la reservaremos para la próxima ocasión...



1 comentario:

  1. Magnífica entrada, maestro.
    A propósito de carretas, ahí va otra cereza:

    Dos años después de concederle el Premio Nobel de literatura a Kipling, la Academia Sueca premió con el Nobel de Literatura por primera vez a una mujer, la novelista sueca Selma Lagerlöf.
    Es autora de una novela titulada “La Carreta Fantasma” -que por cierto está descatalogada-. Esta leyenda cuenta que aquél que muera en pecado la víspera de Año Nuevo, justo antes de las campanadas, será durante el año siguiente el conductor del carruaje que recoge a las almas tras su muerte.

    Otro sueco, el director Víctor Sjöström, llevó a la pantalla esta novela de Selma Lagerlöf y realizó una película que está considerada como uno de los mejores films de todos los tiempos: "Körkarlen". Está realizada en 1921 y es una cima del cine mudo. Bergman decía que era la película más importante de la historia.

    Hay en Körkarlen una secuencia inmortal: el carro de la muerte haciendo su trabajo.

    No dejes de echarte al cuerpo esas escenas en Youtube, aunque tal vez la vida retirada y sosegada en la que vives se vea alterada por esas imágenes.

    A más ver.

    http://www.youtube.com/watch?v=lVGgnnISaJI&feature=related

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