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martes, 18 de enero de 2022

FUTBOL Y CREENCIAS

La DANA primero y el puñetero bicho después, acabaron por cargarse nuestra tertulia mañanera. Hemos pasado dos años enclaustrados leyendo noticias estremecedoras un día sí y otro también, vigilando las esquelas y haciendo cábalas sobre las curvas, surfeando las olas, preocupándonos de los nuestros y de los ajenos y acostumbrándonos a las jodías mascarillas en sus diferentes versiones, que nos empañan las gafas y parecen haberse instalado en nuestras vidas para siempre.

Como caracoles temerosos después de la lluvia, hemos ido saliendo de nuestros escondrijos para reunirnos en la plaza aledaña al hogar del pensionista —conocida popularmente como “Plaza de los viejos”—, los supervivientes de la catástrofe, Fernández, Juan de la Cirila, el Cacaseno y quien esto escribe, que se limita a dar fe de sus amigables controversias. Esporádicamente aparecen el doctor Mateo, que se desplaza desde Murcia en los incómodos e imprevisibles autobuses, y Maruja la Tutuvía, demasiado atareada llevando y trayendo nietos como para permitirse una asistencia fija.

El Cacaseno suele llegar provisto de uno de los periódicos locales, generalmente el más conservador, no porque le guste especialmente, sino porque es el que le permite meterle la uña a sus artículos, que juzga demasiado paniaguados y con frecuencia hasta eclesiásticos.

Nos reunimos en la esquina de la plaza templada por los primeros rayos del sol de la mañana en este día del nuevo año. Por fortuna hemos sobrevivido todos y reanudamos, con ánimo más templado, nuestros debates mañaneros.

Hoy la llevaba el Cacaseno con lo del “histórico” del Barça-Madrid de Riad, en Los Emiratos Árabes.

—Una vergüenza ir a celebrar el encuentro a un país que no respeta los derechos humanos, que no permite entrar en el estadio a las mujeres y que está en el quinto pino.

—No te calientes Cacaseno, arranca Juan, el dinero es lo primero, en el deporte y en todo lo demás. Bien que admiten a huéspedes ilustres.

—A saber a como estarán allí las suites de lujo. “Poderoso caballero es don dinero” ­—musita Fernández—, “él es mi amante y mi amado”, ya lo dijo don Francisco.

—Sí, pero eso es blanquear a base de perras un régimen que discrimina a la mujer.

—No seas inocente, Cacaseno, por desgracia la mujer está discriminada en muchas sociedades que presumen de igualitarias y a la hora de la verdad obran igual que esa. Nos quejamos de que en el islam la mujer es inferior al hombre y nadie se asombra ni lucha contra instituciones de nuestro país cuyos estatutos impiden ocupar a la mujer puestos de mando.

—Pues eso es anti constitucional.

—Puede que lo sea, Juan, pero así está la cosa y nadie se atreve a ponerle el cascabel al gato. Los votos son lo primero y ningún partido quiere perder aunque sea unos pocos poniendo a la iglesia mayoritaria (ni a las otras) en su sitio. Nadie se atrevió con el laicismo en su momento y de aquellos polvos vienen estos lodos. Algunos políticos han aprendido que “peor es meneallo”, como decía el otro cuando los batanes.

—Pues no sé a ti lo que te puede importar eso, que no asomas por la iglesia. Desde toda la vida, el hombre ha tenido un papel y la mujer otro. Y las mujeres dentro de la iglesia, a mi parecer, están muy contentas con el papel que les asigna la religión.

—Eso, como seres inferiores al hombre, que puede ocupar los puestos de mando y acceder al sacerdocio pero ellas no. Yo te hablo de la sociedad civil, cuyas leyes están por encima de cualquier credo y nos afectan a todos. Las leyes religiosas solamente afectan a los creyentes de cada doctrina en particular, pero en su funcionamiento, esas organizaciones, tienen que atenerse a las leyes civiles.

—No te metas en jardines, Cacaseno, tercia Fernández con su habitual sonrisa conciliadora. Tirando de esa cuerda llegaríamos al Concordato de 1953, de ahí a la Cruzada del 36 auspiciada por la iglesia, al triunfador bajo palio, luego al Conflicto de las Investiduras y acabaríamos cruzando a pie firme el Mar Rojo.

—Menos mal que estás tú para templar gaitas, porque con estos rojeras...

—Que poco te gustan las verdades, Juan, concluye el Cacaseno.

 


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4 comentarios:

  1. Que buenos tertulianos, me alegro que todos estéis bien.

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    1. Gracias, desconocido/a. Espero que vosotros también. Gracias por pasarte por aquí y un saludo.

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  2. Pues sí, hay que seguir viviendo con esos agravios. Pero siempre trabajando, poco a poco o mucho a mucho, para eliminarlos.

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  3. En ello estamos... y estaremos. Gracias por tu visita.

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