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martes, 15 de enero de 2019

ALTERNANCIAS


Los gobernantes romanos en las diferentes fases políticas por las que atravesó la nación Monarquía, Republica e Imperio, se aplicaron con tal denuedo a producir leyes que aún hoy son la base de la legislación de muchos estados europeos. El estudio del Derecho Romano es materia que por lo compleja y minuciosa sigue proporcionando innumerables dolores de cabeza a los estudiantes de nuestras facultades. Después de los romanos, siguieron los visigodos la misma tónica de abundancia legislativa, esta vez conciliar; se cita, como ejemplo de inoperancia de la legislación visigoda el excesivo volumen de normas reguladoras sobre los mismos asuntos. La abundancia de leyes, como la de cualquier otra cosa, no resulta medida de su excelencia, es preciso que sean también de calidad, es decir, justas, oportunas y reflejo de la sociedad que pretenden regular amén de estar dotadas del necesario presupuesto para que su implantación las haga viables. Dictar leyes por meras razones ideológicas o represivas suele conducir a la ineficacia y el ridículo.
Las leyes solo se cumplen, son oportunas y culminan su función primordial de regular las conductas de los ciudadanos cuando son justas y aceptadas sin reservas, proporcionando a la sociedad los cauces adecuados para una adecuada convivencia.
Hemos vuelto, por desdicha, a los tiempos de alternancia partidista en los años de Isabel II. Puede que aquel sistema de gobierno respondiera a una exigencia histórica o a una mera cuestión de supervivencia política, pero hoy las circunstancias y los hombres son bien diferentes. Aquellos eran pactos entre caballeros (especie en vías de extinción), cuyo primer compromiso era no echar por tierra lo edificado por los adversarios políticos en el periodo anterior. Hoy asistimos a todo lo contrario: unos y otros prometen a sus seguidores derribar el edificio legislativo que no les parece adecuado en cuanto logren hacerse con el poder. Así, como en una triste parodia de Sísifo y su peñasco, jamás daremos por acabada la toma del Palacio de Invierno, nos interrumpiremos en el camino teniendo que acatar nuevas reglas que se cambian a mitad del partido. En los tiempos que padecemos, con unas administraciones sobredimensionadas, unos reinos de Taifas cuyo ineficaz mantenimiento es insostenible, unos reyezuelos locales que, en su megalomanía dilapidan nuestros ahorros en proyectos ilusorios y  ansían hacer del pueblo ciudad, de la ciudad emporio y de la región nación, este vaivén legislativo es solo otro más de los disparates que se ciernen sobre nuestro maltrecho esqueleto.
Pluga al cielo que logremos ver tiempos mejores.



4 comentarios:

  1. Lo lamentable es que aquellos que cabalgan por alguna taifa insuflando aires de reconquista de forma tan irresponsable y sin ningún empacho, parece que les da igual soliviantar tanto los ánimos como para encender un peligroso fuego griego. Sí, ya sabes, aquél que una vez encendido ya no había dios del Olimpo que lo parase. Veremos.
    Un abrazo, amigo.

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  2. Otro para ti, Jesús. Desgraciadamente, es así, pero lo único que nos queda es no perder el ánimo. Gracias por tu visita.

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  3. Respuestas
    1. A pesar de todo, hay que seguir luchando contra él, Joaquín. UN ABRAZO.

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