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martes, 10 de abril de 2018

JULIO Y SU SEÑORA, CON CIFUENTES AL FONDO

Cayo Suetonio Tranquilo (70-126) fue un gran escritor romano al que pirraban las noticias de alcoba. Se tomó la molestia de investigar la vida y milagros de ‘Los doce césares’ (desde Julio a Domiciano) para dejar a la posteridad un interesante libro, hasta hoy lectura obligada en las facultades de historia. 
Una de las muchas historias que relata se refiere a Pompeya, esposa de Cesar, de la que se sospecha que el taimado Julio quería deshacerse de forma que no ofendiera a las leyes ni a la sociedad. Para ello, aprovechó que en unas fiestas sólo para mujeres (ya entonces un incipiente feminismo –al menos entre las clases altas- comenzaba a manifestarse), llamadas de la Bona Dea, se había colado un enamorado de Pompeya, llamado Clodio. Enterado Cesar de la profanación festera y haciendo aparecer a su esposa como cómplice del hecho (al parecer sin serlo), aprovechó la ocasión para repudiarla basándose en el evanescente principio de que ‘la mujer del Cesar no solo debe ser honesta sino parecerlo’.

Viene la historia de Suetonio a cuento del rifirrafe eclosionado estos últimos días sobre el asunto del también evanescente máster, que no se sabe si inexistente, perdido en traslado o devorado por un perro ‘con ansia papirivora’, como diría el Zorba de Kazantzakis.
No quisiera pecar de purista pero sí creo que a los dirigentes políticos que se postulan esgrimiendo la intención de servir al público en general y no a sus intereses en particular, habría que exigirles la misma honestidad que al resto de la población, y si me apuran un plus más, dada la imagen pública de que gozan y que debería ser ejemplarizante.
Me pregunto, si no sería fácil deshacer el entuerto mostrando el famoso máster que la señora presidenta –a cuya palabra hemos de conceder, en principio, el beneficio de la credibilidad-, dice haber obtenido con calificación de notable. Y cómo, desde su partido, interesado desde siempre en esclarecer los numerosos casos de corrupción que han sembrado sus filas de ‘hechos puntuales’ ajenos a la organización, no se la anima a que tal esclarecimiento se produzca; antes bien, se pretende asesinar al mensajero como imaginario culpable.
No quisiera pensar que lo dicho por la vox populi tan malintencionada de ordinario, sea cierto: que la señora recibió tal trato de favor que le permitió obtener un máster con asistencia virtual cuando la presencial es obligatoria para el común de los alumnos; que el trabajo de fin de curso fuera inexistente y por tanto no defendido como es preceptivo ante un tribunal cuya acta se falsificó; y toda una serie de irregularidades más que los maledicentes le adjudican. Estoy seguro de que la Sra. Cifuentes, como Pompeya, podrá demostrar su inocencia pese a las añagazas de los Clodios que buscan hacer daño gratuitamente.
¡Ay, si Suetonio viviera en nuestros días! ¡Cuánto material para sus crónicas!



4 comentarios:

  1. Querido amigo, tu benevolencia es prodigiosa por el esfuerzo que has tenido que hacer para con esta señora. Y otra cosa, no tendría suficiente con una vida el pobre Suetonio.
    Un abrazo, amigo.

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    Respuestas
    1. Tienes razón en lo de Suetonio...y en lo otro también. Gracias por pasarte por aquí y un abrazo.

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  2. Pienso que el "cotilla" de Suetonio podría para recordar a los venideros tiempo acuñar en relación con la Historia de España de estos días, esta frase que retrata “ el momento moral actual" según se desprende de “los medios” : "Luis, se fuerte.., nos quedaba por corromper la Universidad Pública....y ya estamos en ello...! Aguanta, Luis ! ¡AGUANTA ! “.

    Un abrazo, Mariano.

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    Respuestas
    1. En nuestros días, Suetonio estaría "mojando pan" entre tanto politiquillo indocumentado y ávido del antiguamente llamado 'vil metal', hoy aspiración maxima de tanto inutil. Que tiempos hemos de ver, amigo Nicolás! Recuerdos y mis mejores deseos!

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